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La mejor manera de acercar Nashville a Vega del Pas

El cantautor Quique González presenta por toda España 'Delantera mítica' Es el segundo álbum que el madrileño graba en EE UU con músicos nortemericanos

El cantautor madrileño Quique González.
El cantautor madrileño Quique González.FERNANDO MAQUIEIRA

Hace tres años, el madrileño Quique González llegó a Nashville, meca de la música de raíz norteamericana, para grabar con algunos de los músicos más prestigiosos del country. Le temblaban las manos y se sentía pequeño. Durante los últimos meses ha repetido la jugada, pero esta vez ha sido distinto. “No te acabas de conocer al 100%, pero la anterior grabación creó algo, una especie de pequeña sociedad a la que logré pertenecer, como si tuviéramos un secreto todos”, rememora hoy el propio Quique González. “Eso hace que tengas más complicidad y que todo sea más sencillo, más natural”.

Esa espontaneidad desembocó en Delantera mítica, el nuevo disco del cantautor, número uno en la lista de ventas española. Un álbum, en definitiva, menos preciosista y más crudo que su predecesor, Daiquiri blues, ambos grabados en los mismos estudios de Nashville. Asegura entre calada y calada haber encontrado en sus dos últimos discos, por fin, su voz personal, la que conjuga la tradición de la canción de autor española (Enrique Urquijo, Joaquín Sabina) y el toque folk norteamericano (Tom Petty, Neil Young). Ahora este resultado crudo y directo tiene su plasmación en el directo, con una gira que recorre toda España.

Quique González siempre se ha rodeado de músicos expertos y de talento unánimemente reconocido. Al hecho de tocar con los músicos con los que ha grabado Delantera mítica, escuderos de popes del country como Emmylou Harris, dice que es como “jugar en la NBA”. “He tenido la suerte de tocar con los mejores músicos de España… el guitarrista Carlos Raya, el bajista Jacob Reguilón, el batería Toni Jurado...”. ¿Y para esta gira? “No viene ninguno de ellos”, responde entre risas. Ha formado una banda para la ocasión, capaz de sonar más contundente que en ocasiones anteriores. “En la gira anterior me empeñé demasiado en llevar las canciones de Daiquiri blues al directo, y creo que me equivoqué en algunas cosas”.

Ahora entiende que una cosa es la intención del creador en la grabación y otra la libre interpretación que sus músicos hacen del material surgido de su puño. “Necesito otra cosa, y no hay nada feo ni sucio”, afirma el cantautor sobre sus nuevos escuderos. “Aunque va a ser muy raro salir al escenario, girarme y no ver a Toni y a Jacob”. Ahora se encontrará con Edu Ortega, multiinstrumentista, fiel colaborador en su carrera que vuelve al redil tras años de distanciamiento. Y también verá al guitarrista Pepo López, colaborador de Lichis; y a la sección rítmica de los valencianos Señor Mostaza.

“He aprendido la lección: lo que tiene que pasar es que una banda con química, con la que te entiendes, pueda seguir aportando cosas”, asegura el cantante. En el directo, la ausencia de teclados y órganos simboliza la cara más cruda del nuevo Quique González. “Pesa mucho, no quiero piano en esta gira”, dice, medio en serio, medio en broma. “Quiero que sea otra cosa: rock, pero también acústico, sin que haya pianos”.

A Quique González le gusta pensar en sus discos como álbumes de vivencias que le ocurren durante su gestación. O de cosas que observa en su entorno. Y ese ambiente es, desde hace ocho años, el montañoso que rodea a su casa en medio de la Vega del Pas (Cantabria). “Me gusta entrar y salir de los sitios y no cansarme”, dice el cantante, hasta hace poco urbanita convencido. “Quizá he estado demasiado aislado allí en algunos momentos, para lo bueno y para lo malo; pero aprendes a estar solo. Al final estoy en medio de una colina, yo solo con mi perro”.

En Delantera mítica hay historias procedentes de su retiro en el norte, de las historias que se le cruzan en el día a día del pueblo y que influyen, de alguna manera, en lo que cuenta. “Muchos días bajo al restaurante de uno de mis mejores amigos en Carriedo, como con él unas albóndigas espectaculares, hablamos de las últimas noticias del pueblo, leo El Diario Montañés y vuelvo a casa para ver el telediario”. Su último disco, dice, es su obra más política y comprometida. A través de las historias personales que oye en la tasca del pueblo o criticando abiertamente la picaresca española, como él dice, “al ladrón que tenemos dentro, como si estuviéramos enfermos”. “Muestro unas imágenes de lo que yo veo que está pasando, sin intenrar sentar cátedra”.

A Quique González le cambia la cara cuando se le pregunta por su retiro, por su exilio voluntario alejado del ruido de la ciudad. Una situación similar a la que vivió su admirado Neil Young en un rancho a principios de los setenta. “Tampoco soy muy mitómano, pero un poco sí”, reconoce entre risas. “Me he enganchado a vivir en una casa en el campo, a oler la tierra y ver el espectáculo de la naturaleza. Yo, que, que he sido un urbanita toda la vida. Ha acabado contaminado mi música”.

Cuando habla de su trabajo y de su carrera lo hace de forma más automática. Cuando enumera a los artistas que le han marcado y los discos que acaba de descubrir lo hace de forma impetuosa, enlazando a unos artistas con otros, entusiasmado. “¿Has visto Searching for Sugar Man? Creo que es increíble”, dice refiriéndose al documental que ha rescatado del olvido al cantautor de los setenta Sixto Rodriguez. En la conversación también afloran los nuevos discos de David Bowie y de los cantautores Josh Rouse o Ron Sexsmith, siempre con la emoción del melómano que acaba de descubrir su última obra maestra. Y también aparecen películas como Mapa o Drive. O escritores como John Connelly o Luis García Montero, con el que está escribiendo nuevas canciones. “Es mi poeta favorito”, afirma. “Para mí, Luis García Montero y Vicente del Bosque deberían ser presidente y vicepresidente del Gobierno”.

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