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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

A medias

Llegará un momento en que los ciudadanos no puedan aceptar ser exprimidos más.

David Trueba
Mariano Rajoy.
Mariano Rajoy.Uly Martin

Al espectador le estamos acostumbrando a aceptar con docilidad las verdades a medias. La semana pasada el presidente Rajoy compareció ufano para explicar a los españoles que la deuda nacional había aumentado, pero solo porque se contabilizaban por fin los pagos pendientes de la Administración. Es de agradecer, porque para muchas pequeñas empresas ese pago aplazado era el mayor enemigo de su supervivencia. Pero justificar con esta partida por sí sola el aumento de la deuda es colocarte en la pose más favorecedora. Vamos, que ahora se presentan los datos económicos como Julio Iglesias en los conciertos, solo mostrando el perfil bueno.

El daño a la actividad económica es la más evidente consecuencia de la lucha contra el déficit. La obsesión por pagar la deuda está aumentando la deuda, en lugar de reducirla. Llegará un momento en que los ciudadanos no puedan aceptar ser exprimidos más. Sucede también con la legislación sobre desahucios, que los políticos españoles llevaron de la inacción al torpe atasco y, cuando los tribunales europeos, bendita sea la protección europea, han hablado de su injusticia visceral, provocan la misma media verdad habitual. Todo nos suena como si el médico al salir del quirófano nos anunciara feliz que la operación ha sido un éxito porque nos han extirpado la mitad del tumor.

En el campeonato de medias verdades, a veces también los privados competimos con descaro. Los banqueros, por ejemplo, suelen darnos doctrina y tirones de orejas. En la junta del BBVA tuvimos que escuchar que no reciben ayuda pública aunque se hayan hecho con piezas en la cacería general que resultaban apetitosas solo porque el dinero público mantenía con vida entidades asfixiadas. Y la tranquilidad con la que los españoles siguen creyendo en sus bancos no está de más recordar que reside en una garantía de depósitos por la que el Estado responde. Un colchón que nadie más tiene, una red que los convierte en el único trapecista que nunca se cae y se despanzurra. Red, que al resto de ciudadanos españoles, familias, emprendedores y esforzados, se les niega por decreto en este circo a la intemperie. Así avanzamos de media verdad en media verdad hasta sumar una mentira completa.

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