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La Asquerino: todo menos sola

La actriz fue velada en el Teatro Español e incinerada, rodeada de los amigos y compañeros que la acompañaron toda su vida

María Asquerino en una fotografía de 1983.
María Asquerino en una fotografía de 1983.© Marisa Flórez

La profesión teatral y cinematográfica arropó calurosamente a la actriz María Asquerino que fue despedida ayer viernes en el Teatro Español de la madrileña Plaza de Santa Ana donde el féretro de la intérprete estuvo sobre el escenario hasta medianoche, mientras se proyectaban en el telón de fondo fotos que dejaban patente la fuerza y belleza de esta mujer.

Mientras, a la entrada del teatro un libro de condolencias bajo una gran instantánea que la fotógrafa Marisa Florez le tomó a Asquerino en su famosa mesa de Bocaccio, se agolpaban cientos de actores, directores y compañeros de la Asquerino (así siempre se llama a las grandes, sólo con el artículo ‘la’ delante) desfilaron para dar el último adiós a una de las mujeres más queridas y admiradas. La lista fue interminable: Amparo Climent ,José Sacristán (que mandó corona), los hermanos Gutiérrez Caba (Julia y Emilio), Pedro Olea, Juan Diego Botto, Marisa Paredes, María Kosty, Emma Suárez, Luis Merlo, Gonzalo de Castro, Julieta Serrano, Loles León, Victoria Rodríguez, Blanca MarsillachNicolás Dueñas, Massiel, Joaquín vida, Tina Sainz, Silvia Martín, Fernando Méndez-Leite, Santiago Ramos, Santiago Paredes, Antonio Belart, José Luis Pellicena, Gemma Cuervo, Charo Soriano, Juan Caño, Pepe Martín, Ana María Barbany, Ángel Fernández Montesinos, Esperanza Roy, Lola Salvador, Antonio Valero, Javier Aguirre, Álvaro de Luna, Nacho Montejo, Inés Morales y por supuesto sus compañeros de la famosa tertulia de Bocaccio que llevaba el nombre de la actriz, ya que ella la inauguró, entre los que se pudo ver a José Luis Balbín, Antonio Giménez-Rico, Diego Galán y otros que lamentaron no poder estar ya que se encontraban trabajando como Juan Diego, Joaquín Kremel, Charo López, como otros que al encontrarse fuera de Madrid hicieron llegar su aliento como Ana Belén, Gabriel Carrascal, Joan Ollé, Víctor Manuel, Maite Brick, Carmen Alborch, José María Flotats, Ignacio Amestoy, Emilio Gavira, Concha Busto y muchos otros. Y la actriz Analía Gadé, que permaneció en silencio mucho rato frente al féretro, despidiendo a su compañera, a quien quería y respetaba, aunque durante un tiempo fueron grandes rivales sentimentales, ya que ambas se disputaron durante una época el amor de Fernando Fernán-Gómez.

Autoridades pocas: Miguel Ángel Recio y Cristina Santolaria, director y subdirectora del Inaem, respectivamente; Natalio Grueso, director de programación de Artes Escénicas del Ayuntamiento de Madrid y director del Teatro Español, que no se conformó con abrir el teatro hasta que se fue la última persona, ya que todo el personal de esa casa, a la que Asquerino acudió mucho los últimos años, quiso tratar, y lo hicieron, como si la actriz fuera un miembro de la familia, aportando una corona, colgando una gran foto en la fachada, haciendo sonar toda la noche la música que a ella le gustaba y facilitando el trabajo a los numerosos medios que acudieron al velatorio.

También estuvo toda la noche Alicia Moreno, anterior delegada de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, que ayer representó a toda la familia Espert dispersa por razones de trabajo y José Antonio Campos, ligado durante años a la política cultural oficial en diversos gobiernos. Desde Barcelona se desplazaron para despedir a su amiga y compañera el director Mario Gas, a pesar de estar convalenciente de una operación, dos amigos de Asquerino desde hace más de cuarenta años, Adolfo y Víctor y la actriz Vicky Peña.

No obstante coronas pocas. Desde luego ninguna del Ministerio de Cultura, ni de la Comunidad de Madrid, ni del Ayuntamiento capitalino… Aunque sí de amigos, algún teatro, y la Aisge, la entidad de gestión de los actores, que ha estado pendiente de todas las gestiones del sepelio y en los últimos siete años se ha ocupado de que a Asquerino no le faltara nada, en el terreno material y médico. Porque en el sentimental la actriz ha contado con la compañía permanente de sus amigos en sus permanentes y noctívagas salidas a la calle, que era lo que le gustaba, y en los últimos cuatro meses, primero en el hospital y luego en la residencia, era permanentemente visitada por sus amigos más cercanos, muchos de los cuales estuvieron hoy también en el acto de incineración como Mónica Cano, Paco Pena, José Manuel Cervino, Mario Gas, Alberto Alonso, José María Barbero, Joaquín Vida, Fernando Marín, José Garasino, José Manuel Parada, Nicolás Dueñas, Vicky Peña, Ramón Pons, Pilar Valero, Alberto de las Heras, Iván Arpa…

Atónitos se han quedado muchos de estos amigos de la actriz al ver que estos días, a raíz de su muerte producida el pasado martes, han salido informaciones y se han corrido bulos, algunos difundidos incluso por compañeros, que poco o nada sabían de su cotidianidad. Se ha hablado de la absoluta soledad y pobreza en la que se ha ido la que fuera una gran intérprete de teatro, cine y televisión de las últimas siete décadas. De su abandono en una residencia desde hace cuatro meses por problemas de salud, tras un ingreso hospitalario.

Se ha llegado a afirmar que fue “abandonada por la familia”. ¿Qué familia?. Es difícil con 85 años sobrevivir a los padres, que es lo que tuvo Asquerino. Los actores Mariano Urdiain Asquerino y Eloisa Muro Loza, también hija de actores. Quizá ha influido en este ruido mediático el hecho de que al morir en una ambulancia medicalizada, y al ingresar ya cadáver al hospital, tuvo que ser derivada al Instituto Anatómico Forense, donde los trámites para el sepelio se retrasan debido a la obligatoria autopsia, sean cuales sean las circunstancias familiares del fallecido. En cualquier caso el cuerpo de Asquerino fue reclamado, desde el primer momento, por la Aisge y sus muchos compañeros.

En su interesante libro memorias, donde señalaba que hace muchas décadas había por ahí unos primos que apenas conoció y de los que nunca supo nada, decía de sí misma: “Mi niñez la he visto siempre un poco triste. No excesivamente, porque no soy una persona triste, ni que me deprima fácilmente, ni que me guste torturarme. Pero siempre me veo solitaria, esta es la realidad. He sido una niña sola, que se ha criado sola, que ni ha tenido hermanos y, por tanto, he tenido que ir haciéndome a mí misma. La consecuencia es que todo ello te hace tener un carácter diferente”.

En ese mismo libro en el que Asquerino se autocalificaba de mujer moderna y muy liberada, cosa que demostró toda su vida, escribió en 1985 “Desconozco, como es natural, lo que el destino me tiene reservado. No sé qué voy a hacer cuando me muera”. En realidad nadie lo sabe, pero lo que sí se conoce es qué ha hecho Asquerino y con quién los últimos años de su vida.

Y lo que parece ser que se quiere lograr, es un último deseo de la actriz expresado delante de varios testigos como Mario Gas, Mónica Cano, Francisco Pena y Viky Peña, entre otros: que sus objetos, fotos, cuadros, vestidos y otros elementos que tienen que ver con su trayectoria profesional vayan a parar al Museo Nacional de Teatro de Almagro, de cuyo director, Andrés Peláez, muy reconocido entre la profesión teatral, la actriz era muy amiga.

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