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Jean-Luc Godard: el hijo del cine

El director francés, a lo largo de más de cuatro décadas, no ha dejado indiferente a nadie. Sus películas se han hecho cada vez más radicales y crípticas

Para Jean-Luc Godard el cine es una metáfora del mundo. “Todo es imagen, en el más amplio sentido de la palabra”, afirmó en una ocasión. “La cámara es como un microscopio que puede ver lo infinitamente pequeño o un telescopio que percibe lo infinitamente distante”, suele decir. Sin embargo, según él, el cine pronto se entremezcló con el arte y con el comercio. Entró en juego la producción y la distribución y, de alguna manera, se perdió su pureza original, una integridad que él, sin embargo, ha ido persiguiendo siempre en cada una de sus películas.

Jean-Luc Godard nació en París el 3 de diciembre de 1930. Sus padres eran suizos y, durante la Segunda Guerra Mundial, toda la familia volvió al país helvético. Años más tarde regresó a Francia para estudiar en La Sorbona. Durante sus años universitarios y, gracias a sus constantes visitas a la Cinemateca, entabló amistad con otros futuros cineastas como François Truffaut, Eric Rohmer y Jacques Rivette. Con ellos, y junto a otros nombres como Claude Chabrol o Alain Resnais, Godard formaría parte de la Nouvelle Vague, probablemente la generación cinematográfica más importante que ha dado Europa en toda su historia.

En 1960 Jean-Luc Godard estrenó su primera película, Al final de la escapada, un filme protagonizado por Jean-Paul Belmondo y Jean Seberg que revolucionó el lenguaje cinematográfico con un innovador montaje, encuadres rupturistas y un uso novedoso del sonido.

Godard siempre fue el más experimental de todos los cineastas del grupo. En la primera etapa de su carrera se nota una gran influencia de las películas de la serie B americana. Muestra asimismo una gran predilección por mostrar personajes desarraigados y marginales. De esa época es Vivir su vida, protagonizada por la que fue su mujer, Anna Karina, la historia de una joven que abandona a su marido y a su hijo para convertirse en actriz, cayendo finalmente en la prostitución.

Poco a poco su cine se va haciendo menos narrativo, intentando que sea la propia imagen la que vaya cargando con todo el significado y el simbolismo, casi siempre político y sociológico. Así, Alphaville es un filme de ciencia ficción que muestra una sociedad totalitaria, carente de libertad. Banda aparte, por su parte, es la historia de tres amigos que tienen en común su fascinación por la literatura criminal, una película que tiene algo de comedia, de drama e incluso de musical. Sin ir más lejos, su escena de baile fue homenajeada por Quentin Tarantino en Pulp fiction.

Este domingo TCM Autor emite algunas de las películas más relevantes de Godard. Un director que, a lo largo de más de cuatro décadas, no ha dejado indiferente a nadie. Sus películas, ya sean largos o cortos, se han hecho cada vez más radicales y crípticas pero su magnetismo sigue intacto. Todavía hoy, cuando se presenta o se anuncia algún nuevo trabajo suyo, los críticos siguen agolpándose a las puertas de la sala de proyección esperando ver algo más que un filme, casi una revelación divina hecha imágenes. Y no es ninguna exageración. En una ocasión, Henri Behar, el habitual conductor de las ruedas de prensa en el Festival de Cannes, le presentó diciendo: “En el nombre de Godard está incluida la palabra God, es decir Dios en inglés. Señoras y señores, con ustedes, Dios”.

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