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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Pivir así

David Trueba

El Plan PIVE para revitalizar la venta de automóviles ha logrado una extensión, con una nueva inyección por parte del Estado de 150 millones de euros y otra de 40 millones más para la renovación de vehículos comerciales. Quizá porque estamos provocando sentimientos más de rencor que de reconciliación durante esta dolorosa crisis, se critica la subvención estatal a un sector que mueve intereses compartidos. El error estriba en que para muchos españoles, a los que se ha mantenido desinformados de manera interesada, los únicos sectores subvencionados tenían que ver con las artes o el teatro. La realidad era mucho más sorprendente, con multitud de sectores incentivados con dinero del Estado, pero a los líderes de opinión eso no les interesaba propagarlo. Nada hay más agradecido que un estómago.

Sin embargo, lo dañino es alimentar agravios comparativos. Es cierto que resulta chocante que haya dinero público para las fundaciones de los partidos políticos mientras se recorta en becas y en investigación científica. O que los fondos para incentivar la compra de vehículos salgan de partidas para la renovación energética en este país atrasado e hipotecado en la dependencia del hidrocarburo. Pero todo es tan chocante últimamente que el español parece estar sentado en una silla en mitad de la pista de los autos de choque. Sin embargo, con un poco de esfuerzo podemos entender el mecanismo mental que lleva a nuestros responsables gubernamentales a defender que el estímulo público puede ser un motor económico.

En un país con seis millones de parados, la generación de empleo es el mejor negocio imaginable. Esta idea tan sencilla justificaría el Plan PIVE.Cabe pensar que la venta de automóviles también beneficia a las economías más fuertes de nuestro entorno, casas matrices del negocio que seguramente tienen más voz en el oído de Merkel que cualquier español medio. Ojalá no haga falta que todos los sectores que crean empleo en España tengan su oficina central en Wolfsburgo y que alguien con talento caiga en la cuenta de que estimular la economía es más inteligente que machacarla y que la mejor reforma laboral es la que ofrece ventajas a la contratación y no solo tentaciones al despido.

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