El himno perdido de Beethoven
Barry Cooper, de la Universidad de Manchester, descubre una nueva pieza sacra del compositor
¿Qué nuevos descubrimientos se pueden hacer de compositores de los que se saben hasta los más íntimos detalles? Pues a pesar del paso de los siglos, los musicólogos siguen rescatando de cuadernos y bibliotecas, de archivos de catedrales y colecciones privadas, nuevos manuscritos que aportan una nueva visión sobre los creadores. Es el turno de Beethoven, del que se acaba de descubrir un pequeño himno que incluye un nuevo género en el repertorio del maestro de Bonn. El autor del hallazgo, el investigador Barry Cooper, de la Universidad de Manchester, ha consagrado su vida a bucear entre los cuadernos del compositor.
“Descubrí esta pieza durante el verano, que había sido vista por otros estudiosos, pero no se habían dado cuenta de qué se trataba, pensaban que era simplemente una serie de notas o bocetos para otro trabajo”, explica Cooper desde Manchester. La partitura, que estaba oculta en la página cuatro del cuaderno Artaria 197 del compositor, son cuatro pentagramas de una música rudimentaria, y supone un descubrimiento curioso: que se sepa, Beethoven no escribió ningún himno, por lo que esta partitura incluye un nuevo género musical entre los opus del compositor. “Los rasgos más importantes de esta pieza son su sencillez, pureza y solemnidad. No suena para nada típico de Beethoven”, comenta el investigador. “Beethoven nunca escribió una música funcional y tan rudimentaria para un servicio religioso, por eso esta composición nos muestra algo nuevo de él”, explica.
Datado en 1820, siete años antes de que el compositor pereciera, el himno aparece en el cuaderno junto a sus ideas para los últimos cuartetos de cuerda y para la Missa Solemnis –obra que junto al oratorio Cristo en el monte de los olivos y la Misa en Do Mayor, configuran la mayor parte del repertorio sacro del compositor, al que ahora se une el himno-. Hay otra referencia a una plegaria de acción de gracias en uno de los movimientos de su Cuarteto nº15 en La menor, que se compuso cinco años después que el himno, pero insertado en una pieza de corte profano. Al principio muchos pensaron que era un ejercicio de contrapunto, pero Cooper ha sabido ver en el libro que custodia la Biblioteca Estatal de Berlín una obra de unos dos minutos de la etapa de madurez del compositor.
“Además es la primera vez que hemos encontrado una composición del Beethoven tardío que incorpora el canto gregoriano, y es un importante precursor de la plegaria de acción de gracias que aparece en el cuarteto años después”, dice Cooper. Utiliza un himno eucarístico católico muy usado durante la Edad Media, el Pange Lingua, con letra atribuida a Santo Tomás de Aquino. La fecha de la composición coincide con la investidura del Archiduque Rudolph, amigo del compositor, como arzobispo de Olmutz (Austria). El archiduque había encargado a Beethoven para esta ceremonia su Missa Solemnis, que no terminó a tiempo. “Me parece probable que Beethoven escribiera el himno sobre el Pange lingua para la ceremonia, cuando su Missa Solemnis debía interpretarse”, explica Cooper.
Barry Cooper lleva estudiando la vida de Beethoven décadas, y este no ha sido su primer descubrimiento. Hace un año, el investigador descubrió una versión desechada por el compositor de un movimiento para su Cuarteto nº2, apenas 74 compases que el musicólogo hilvanó para que pudiera ser interpretado 200 años después de su composición. En los ochenta, el propio Cooper también abrió un polémico debate sobre la leyenda de la Décima Sinfonía, cuyo principio intentó reconstruir con varios fragmentos musicales escritos por el compositor. La crítica y los expertos se mostraron divididos entonces, contrariados por la idea de que aquellos compases pudieran suponer la última sinfonía de Beethoven. El compositor español Carmelo Bernaola dijo entonces sobre el trabajo del investigador: “Flaco favor le hacemos a Beethoven si vamos diciendo por ahí que esto es su décima sinfonía”.
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