En las profundidades del minimalismo
La galería Heinrich Ehrhard acoge una retrospectiva del artista alemán Günther Forg, que se prepara para retomar su carrera tras dos años de parón
Günther Forg (Füssen, 1952) es el vivo ejemplo de la versatilidad del artista. La capacidad de reinvención del alemán que, a pesar de llevar dos años de parón en su carrera por culpa de una parálisis cerebral que sufrió en 2010, hace que su obra siga siendo un valor fijo a la hora de inaugurar la temporada en una de las más potentes galerías de Madrid. Estos días, aprovechando el evento Apertura, la sede madrileña de la Galería Heinrich Ehrhardt presenta la quinta exposición individual de Günther Förg, un recorrido selecto y conmovedor (quizás también breve) por sus trabajos desde finales de los 80 hasta principios de la primera década del siglo XX.
La muestra contiene una selección de obras pertenecientes a distintas series de pintura, escultura y obra sobre papel. Acrílicos sobre madera donde los trazos únicos sobre el fondo blanco revelan influencias de Willem de Kooning; pinturas coloridas de final de siglo que serán un anticipo de la obra definitiva de 2006; la trama y la rejilla sobre un soporte de papel de gran formato, que caracterizan su posterior etapa de la que también se muestran extraordinarios ejemplos; esculturas de bronce con la característica red o cuatro piezas de yeso y objetos encontrados son algunas de las piezas de este artista referente del arte contemporáneo europeo. Una retrospectiva para la cual la galería ha aprovechado y remodelado su espacio expositivo, convirtiendo la sala en un escenario dividido en cuatro gabinetes, separados entre sí por dos tabiques que forman una cruz, cada uno de ellos pintado en distintos grises de la paleta arquitectónica de Le Corbusier. “Es una pequeña exposición pero bastante representativa de mi carrera en los últimos veinte años, lo interesante es la conexión entre las obras, de distintas épocas y diferentes materiales, pero que encuentran una relación entre ellas”, explica el artista alemán junto a dos de sus pinturas de la última década, expuestas en la Fundación Fernando de Castro, a unos 50 metros de la sede de la galería, y que ha colaborado activamente en la muestra.
Forg, que se dio a conocer a finales de los años ochenta con su fotografía siempre ligada a la arquitectura, rechaza ahora volver a esa disciplina y apunta que lo que realmente le interesa es el arte minimalista y no figurativo: “No me gustan las escenas, no me gusta pintarlas, prefiero crear algo que inspire, que despierte una emoción en el espectador. Para ver escenas es mejor ver una fotografía. Con la pintura puedes ir más allá”. Basándose en esta teoría, Förg empezó a pintar a finales de los noventa cuadros abstractos, muchos de gran formato, con estructuras en forma de rejas, que conectan en la exposición con las incisiones de líneas cruzadas entre sí en su escultura de bronce. “Busco profundidad, jugar con los espacios vacíos en los lienzos poblados de colores, y precisamente en el recurso de la rejilla he encontrado la fórmula de llenar esos vacíos, pero haciendo profundo el cuadro.”, apunta el alemán.
Actualmente la mayor exposición de la obra de Forg se encuentra en un pueblecito al sur de Alemania, en la Selva negra, llamado St. Georgen, cerca de Friburgo. Durante todo este año los edificios institucionales, los centros públicos, e incluso las tiendas se han vestido de la obra de este artista en señal de homenaje a su trayectoria. Un gesto “muy especial”, dice el alemán. “St. Georgen, que está cerca del lugar donde nací, fue un pueblo boyante en los años sesenta, y ahora con la recesión económica, es algo depresivo. Me parece una buena idea exponer arte en las tiendas. Si el negocio no funciona, ¡al menos que disfruten del arte! Hay que echar mano de la imaginación y hacer algo frente a la recesión para no caer en la depresión”.
Pero aunque la obra del este artista multidisciplinar es extensísima, tiene muy claro que este parón de dos años está a punto de finalizar porque ha llegado la hora de retomar su carrera: “Que haya estado dos años inactivo no significa que no vaya a volver a mi trabajo. De hecho ya he empezado con algunos proyectos de pintura, estoy leyendo algunos libros de Jackson Pollock. Es bueno inspirarse con libros. No es que sea una influencia para mí, porque no sería posible. Él hace cosas muy surrealistas, pero no puede ser una influencia, porque el surrealismo se acabó.”. Centrado en la pintura, de repente se da cuenta de que la escultura podría ser un buen ejercicio de fisioterapia. “No lo descarto, lo que sé es que no voy a volver a hacer es fotografía. En los últimos años han aparecido millones de fotógrafos y de fotografías. Ya no me gusta la fotografía, no me gustan los nuevos fotógrafos”.
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