Un estreno con mucho misterio
El microteatro madrileño abre su temporada con piezas de emoción y suspense escritas y dirigidas por conocidos nombres del cine
En la sala 1, un secuestrado; en la 2, unos crímenes con mucha sangre; sala 3, misterio en un vagón de metro; en la 4, una policía enigmática; y sala 5, una fan enloquecida. En una noche de estreno, nervios y carreras, el espacio madrileño Microteatro por Dinero (Loreto y Chicote, 9) abrió el martes por la noche la nueva temporada con cinco obras de género negro y misterio, una iniciativa organizada con el canal de televisión de suspense Calle 13 (dial 20 de Canal +), que acaba de cumplir 13 años. Para esta ocasión se ha contado con textos escritos y en algunos casos dirigidos por nombres del cine como Juan Carlos Fresnadillo, Kike Maíllo, Juanma Bajo Ulloa y Rubén Ochandiano.
Entre los novatos en este formato, está Ochandiano, el actor madrileño es autor y director de Delirio, una pieza que trata de una enajenada que sufre alucinaciones eróticas por un actor. "Me he puesto al otro lado, me apetecía dirigir pero no actuaría en el microteatro, me da terror". Ochandiano asiste, inquieto, junto a una quincena de espectadores, los que caben en la minisala, a su obra, que se representa, como las demás, hasta seis veces y dura unos 15 minutos. "Delirio ha sido un capricho, me he permitido hacer serie B, algo que solo podía darse en este formato".
Un pensamiento que comparte el director vitoriano Juanma Bajo Ulloa (Alas de mariposa, La madre muerta...). Para él, es su segunda vez en el teatro de lo breve. "Me gusta porque se puede plasmar algo no convencional. Es un espacio tan pequeño que el espectador tiene una sensación diferente". En su obra, Poli bueno, poli muerto, la protagonista, una funcionaria interpretada por Esperanza Pedreño (la simpática Cañizares de la conocida serie Camera café) interactúa con el público, habla con ellos, les gasta bromas. Se pasa miedo mientras otros ríen. Entre ese público está Bajo Ulloa, al que le gusta ese juego con los espectadores “porque unos se quedan más parados y otros se meten más en el ambiente". Bajo Ulloa es también el director de esta función y ejerce en los descansos entre un pase y otro, da nuevas indicaciones a los actores y cambia alguna frase o situación. Más tensión.
A ese afán por la sorpresa se une algún imprevisto, como el que la pistola que empuña uno de los intérpretes de Poli bueno, poli muerto se rompa, una situación que ha pasado inadvertida para el público, que asiste "a un espectáculo de suspense en el que no se sabe lo que va a ocurrir a continuación".
Bajo Ulloa: "Me gusta este formato porque se puede plasmar algo no convencional"
Junto a las cinco obras estrenadas el martes, la oferta de Microteatro por Calle 13 hasta el 30 de septiembre se completa con ocho títulos más para las horas golfas (de miércoles a sábado a partir de las 23.30). Entre ellos, uno del escritor Lorenzo Silva, que está, como los toreros, en capilla, a la espera de que su A solas, que muestra un duelo interpretativo en un interrogatorio, guste a los aficionados. "Es la primera vez que asisto como espectador y me ha sorprendido la reacción del público, que está tan cerca de los intérpretes". El autor de El alquimista impaciente empezó precisamente su trayectoria escribiendo teatro hace muchos años y lo dejó hasta que Microteatro por Calle 13 le propuso, como a los demás elegidos, escribir una pieza de intriga. "Creo que es como un experimento en el que el espectador cae en la trampa del actor, hay mucha energía en el ambiente". Por eso, el microteatro, opina, es al arte dramático como el relato a la novela, "un torrente".
El público que acudió la noche del martes al estreno disfrutó también con Cuando cuente hasta 3, la creación de Juan Carlos Fresnadillo, que también ejerció de mirón. Se trata de una comedia negra con un veterano de la escena como Pedro Mari Sánchez en el papel de psiquiatra. También hay un especialista en la mente humana y sesión de hipnosis en Metro 13, del premiado con un Goya Kike Maíllo, que consigue recrear un vagón de metro ayudado por una proyección que muestra lo que ve la protagonista. Cine y teatro en una habitación estrecha en la que escuchas la respiración de los intérpretes y compartes la tensión literalmente codo con codo ¿se puede pedir más?
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