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Emilio Fernández Miró, gestor del legado de su abuelo

Evitó siempre la explotación comercial banal de los motivos del genio catalán

El nieto de Miró, el pasado marzo en Londres.
El nieto de Miró, el pasado marzo en Londres.N. RODDIS (CORDON PRESS)

La familia de Emilio Fernández Miró, nieto del pintor Joan Miró, le recordó ayer en una esquela sin símbolos con una cita de un poema de su amigo el crítico francés Jacques Dupin: Avec le soupçon, avec une orange / nous vivrons la vraie nuit / ensemble, los versos finales dedicados a la memoria de su hermano mayor David Fernández Miró, desaparecido prematuramente a los 34 años, en 1991 en Barcelona.

Emi Miró, murió el 30 de agosto a los 54 años. Era uno de los dos gestores de la memoria cultural y del legado patrimonial de Joan Miró, junto a su hermano menor Joan Punyet Miró. Emi pereció en el mar de Portopetro, Santanyí. Desapareció víctima de un accidente vascular que le provocó el ahogamiento, cerca de la barca en la que navegaba por Mallorca, un llaüt Espriu, un nombre que era una autodefinición y a la vez un guiño al poeta.

Desde las empresas familiares de la Sucesión Miró, controló la gestión de las grandes exposiciones mironianas y, en especial, estuvo atento siempre a los detalles de la proyección de la obra de su genial abuelo. Los dos nietos Miró se implicaron en los patronatos de las fundaciones Miró de Barcelona y Pilar Juncosa y Joan Miró de Mallorca, instituciones nacidas gracias a las donaciones de su abuelo.

Emilio participó en la publicación del registro general de la producción escultórica del genio catalán, fue comisario de distintas muestras sobre el pintor y, meses atrás, presentó en Inglaterra una presentación global de las esculturas del artista. Cedió en depósito parte de su colección privada para su exhibición en los centros de Mallorca y Barcelona. Su única descendiente, Lola Fernández Jiménez, sigue su senda y trabaja en la Sucesión Miró.

Emilio Miró protagonizó su papel de “nieto de Miró”, su cara era una réplica de la del pintor. Rompedor, dandi, simpático, amante de la polémica y la impertinencia, era cazador y un buen marinero. Intentó ser músico. Días antes de perecer se reunió con su amigo el pianista francés Alain Planès y la misma tarde del óbito visitó a otro compañero, el poeta Guiem Soler, con el que habló de sus proyectos mironianos.

La fatalidad, una vida breve, persigue a los jóvenes Miró. David y su hermano Emilio crecieron al lado de su abuelo —y con él conocieron a Pablo Picasso y otros muchos artistas—, porque su padre murió en un accidente de coche. David fue líder cultural de la joven saga. Emi buscó ocupar el vacío. La madre de ambos, Dolors Miró, única hija del pintor, murió tras una operación de cadera a los 74 años. Joan Miró fue longevo, murió a los 91 años y su esposa Pilar Juncosa, a los 92.

En la Fundación Pilar y Joan Miró de Mallorca, Emi y Joan pugnaron por defender la estela y el nombre del mecenas. En 2002 polemizaron con el Ayuntamiento de Palma, presionaron y retiraron obras cedidas, por divergencias con los rectores culturales del PP de Palma.

En 2001, Emi evitó siempre la explotación comercial banal de los motivos de Miró. Muchas veces la Sucesión Miró acudió a los tribunales para defender sus interes. Emi frenó a la modista Agatha Ruiz de la Prada que quiso mostrar sus producciones en la fundación Miró de Palma, y vetó, además, que creara vestidos con motivos de su abuelo. Ni la mediación de los Chillida a favor de la diseñadora varió su criterio.

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