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OPINIÓN
Columna
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Parodia

La campaña electoral de EE UU hay que seguirla en 'Saturday Night Live'. Pero Kristen Wiig ya no vapuleará a las damas del Tea Party

Ricardo de Querol
Kristen Wiig.
Kristen Wiig.REUTERS

La actualidad de Estados Unidos, ahora la de la carrera presidencial, hay que seguirla a través de las parodias de Saturday Night Live, impagable butaca televisiva en Broadway de la NBC que puede seguirse en España (en Canal +1 y C+ Comedia) con algunas semanas de desfase.

Como esta lección de teatro y humor ácido dura y dura (desde 1975, nada menos), sus talentos acaban marchándose, muchos al cine. De allí salieron Eddie Murphy, Bill Murray o The Blues Brothers. La última en despedirse, y por todo lo alto, ha sido Kristen Wiig (La boda de mi mejor amiga), a la que el reparto bañó en abrazos mientras Mick Jagger y Arcade Fire le cantaban Ruby Tuesday y She's a rainbow para cerrar la temporada.

En SNL esta camaleónica actriz, la que mejor sabe hacer el ridículo, se ponía en la piel de cualquiera y le dejaba por los suelos. Igual que en las anteriores elecciones Tina Fey (Rockefeller Plaza) fue el azote cómico de Sarah Palin, ahora Wiig ha firmado parodias memorables de las damas del inquietante Tea Party. Como la candidata en las primarias Michele Bachmann, quien veía en los huracanes castigos divinos, o Christine O'Donnell, que hacía campaña contra la masturbación. Las desnudaba en sus obsesiones con el sexo y contra la ciencia. Las hacía patéticas. Lo bordaba.

Antes de abrir nueva temporada, el equipo de SNL ensaya quién y cómo imitará a Paul Ryan, un católico al que sus propios obispos tachan de extremista e insolidario, que será el dos de Mitt Romney. Me temo que Kristen Wiig me hará reír menos en sus blandas comedias, lejos de estos ingeniosos y crueles guionistas. Pero ni el más retorcido de ellos habría imaginado una frase como esta: "Si se trata de una violación legítima, el cuerpo de la mujer tiene mecanismos para cerrarse del todo". Salió de la boca de otro ultra que salta al ruedo, el congresista Todd Akin.

Se empieza discutiendo a Darwin, se sigue por negar el cambio climático y se termina creyendo en extravagantes leyendas urbanas sobre violadas que no se habrían resistido lo suficiente. Nada nuevo: el clásico "si es que van provocando". Habrá que esperar a septiembre a que algún cómico les ponga donde se merecen. Aunque lo suyo no tenga ninguna gracia.

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Sobre la firma

Ricardo de Querol
Es subdirector de EL PAÍS. Ha sido director de 'Cinco Días' y de 'Tribuna de Salamanca'. Licenciado en Ciencias de la Información, ejerce el periodismo desde 1988. Trabajó en 'Ya' y 'Diario 16'. En EL PAÍS ha sido redactor jefe de Sociedad, 'Babelia' y la mesa digital, además de columnista. Autor de ‘La gran fragmentación’ (Arpa).

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