Hasta que la muerte nos lleve al musical
Los seis difuntos que rememoran sus vidas con trasfondo positivo en 'Macabaret', llegan al madrileño teatro Alfil desde Broadway
Lo cómico y lo trágico de la vida, las alegrías y las penas, los éxitos y los fracasos. Todos van a parar al mismo pozo: la muerte. Atascados en el limbo, seis difuntos reflexionan, a base de sketches, sobre sus aciertos y errores en vida, sobre lo que pudo ser y no fue. Reencarnados de otra media docena de personajes de EE UU, donde han pasado tres lustros en Broadway y girando por el país, estos cadavéricos personajes componen Macabaret, a partir del 2 de agosto en el teatro Alfil de Madrid. “Un musical con tintes de vodevil y cabaret”, según explica la productora y actriz Isabel Fonseca.
Un viaje de placer a Chicago, en EE UU, acabó convertido en el inicio de esta aventura artístico-empresarial para Fonseca. Allí vio el espectáculo original, obra de Rob Hartmann con libreto de Scott Keys, y se propuso traerlo a España. Tras el diálogo con Hartmann que, según cuenta, solo le puso facilidades, consiguió montar la primera representación. Adaptada por ella misma al castellano con la ayuda del director de escena, José Masegosa, se estrenó el pasado marzo en el teatro Prosperidad de Madrid, donde se realizaron tres funciones con lleno absoluto. “Lo que proponemos es una puesta en escena diferente a la de EE UU”, cuenta. “Principalmente hemos cambiado los gags cómicos, para adaptarlos al público español”.
Aunque sin un hilo argumental definido, en la prisión de su particular purgatorio un fantasma, un hombre lobo y otros cuantos personajes sobrenaturales rememoran las anécdotas que marcaron sus respectivas existencias. “En el limbo van repitiendo el mismo espectáculo, es un show dentro del show”. Y lo hacen acompañados de una composición musical en directo que “recuerda a la historia de Broadway, con armonías que evocan lo tétrico y que son difíciles y envolventes”, asegura Fonseca, que cree que tras el montaje “se nota la pluma de un autor de Broadway”.
En la versión española, los seis actores suman tablas en el teatro musical. “Ya nos conocíamos, y teníamos afinidades y amistades”, asegura la intérprete, que da vida a una vampiresa. Y aunque todos ellos declaman textos en castellano, con el lenguaje adaptado al público español y a “lo cotidiano de nuestra cultura”, las mayores diferencias con el original estriban “en la escenografía, porque además el autor deja dar rienda suelta a cada director de escena en las distintas versiones”. Por encima de las disyuntivas, la versión española coincide con la estadounidense en lo fundamental, el trasfondo: “El mensaje habla de la importancia de vivir el aquí y el ahora, de no quedarse anclado en lo que podía haber sido, y vivir la vida con positividad”.
Babelia
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