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Basilea: vender arte es un espectáculo

La feria se convierte en una pasarela de millonarios dispuestos a adquirir obras El evento reúne piezas de 300 galerías de todo el mundo

Imagen de la obra 'Sin título (Paula)', del artista Rudolf Stingel, en la feria de arte contemporáneo Art Basel.
Imagen de la obra 'Sin título (Paula)', del artista Rudolf Stingel, en la feria de arte contemporáneo Art Basel.GEORGIOS KEFALAS (EFE)

Ya en las últimas ediciones, los resultados económicos de Basilea fueron la envidia del mundo económico. Pero la 43ª edición de Art Basel, que el jueves se abre al público, parece arrancar con un sold out de primera. Todo vendido antes de abrir, aunque suene a exageración. El 30% de las piezas ya están compradas en origen. Todo es posible cuando las puertas del edificio modernista construido por Theo Hotz es una pasarela de automóviles millonarios de los que desciende la élite financiera que ha decidido seguir invirtiendo en arte. Acompañados de asesores, pasean con el aire inconfundible de quienes se pueden permitir cualquier capricho en las 300 galerías que en dos plantas exhiben la obra de 2.500 artistas.

Sería lógico creer que el negocio lo hacen las galerías que ofrecen picassos casi al peso, como la neoyorquina Helly Nahman, con ocho óleos del pintor malagueño junto a giacomettis , mirós y dalís. También aseguran que han vendido todo firmas como A Gentil Carioca, de Rio de Janeiro. Hay que fiarse de lo que dicen porque, a diferencia de ferias como ARCO, aquí no existe el punto rojo con el que se advierte de la venta, ni se habla de dinero concreto. Cuando una cifra trasciende, el dato ha salido de fuera del certamen.

Cecilia Tanure, directora de A Gentil Carioca expone una selección de artistas de la galería. Una pirámide de lingotes de oro y una carretilla con ladrillos del mismo material, firmadas por José Vento, son algunas de las piezas mas llamativas de esta edición. Tanure opina que los artistas de su país tienen aquí mucho ganado porque el arte contemporáneo de Brasil tiene un sello inconfundible. "Los artistas son buscados y respetados por coleccionistas y responsables de museos. Además, cuando se consigue pasar la barrera de la selección de una feria como esta, sabes que el mundo te va a mirar".

Como toda feria que se precie, no escapa a las llamadas piezas espectáculo

Tanure no quiere hablar de dinero, pero sonríe cuando se le pregunta cómo les está yendo. En la galería madrileña Elvira González también reconocen que les funcionan sus clásicos: Bacon, Mappelthorpe, Miró, Calder... La parisiense Lelong es otra de las de mayor actividad: Kounellis, Sean Scully, Sol Le Witt o un espectacular hombre lapa de Jaume Plensa colgado de la pared son motivos suficientes para generar tanta atención.

En general predominan las piezas consideradas de museo (el vídeo esta expuesto aparte, en otro edificio), pero como toda feria que se precie, no puede escapar a las llamadas piezas espectáculo, tan inevitables como el dúo de travestis conocido como Las Pelonas, que paseaban agarradas de la mano y vestidas de un blanco cegador.

Cohete escultura

La berlinesa galería Neu aporta el artefacto más desconcertante: un cohete escultura con una especie de Pitufo de comunión, firmado por Josephine Pride. En Stephen Friedman, de Londres, un hombre plateado de unos dos metros de alto lanza una meada también de altura. Lo firma Tom Friedman (Sin título, 1912).

Los coleccionistas tienen todavía unas horas hasta mañana miércoles antes de que entren los visitantes comunes. En la conferencia de prensa de bienvenida, los organizadores del certamen habían deseado suerte a todos los artistas y galeristas en una edición cuyo cierre arrojará presumiblemente un resultado histórico. Paradojas de la vida, antes de esa rueda de prensa, los mismos organizadores comunicaron a los periodistas el cierre de las cinco oficinas europeas que trabajan para ellos. El futuro está en Hong Kong y allí se centrara la comunicación.

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