La protesta permanente de Sharon Hayes
La artista neoyorkina exhibe sus reflexiones más comprometidas en el Reina Sofía
Desde los monitores, dos mujeres hablan simultáneamente. Una, en inglés. La otra, en castellano. La primera es guía de la casa museo de Eleanore Roosevelt, esposa del presidente estadounidense Franklin Roosevelt. La otra trabaja en la vivienda mexicana de Frida Khalo, artista y esposa del muralista Diego Rivera. El diálogo entre ambas va más allá de las palabras; toca de un modo extrañamente poético asuntos como el feminismo o la identidad. Con piezas como esta, teñidas de un discurso entre el arte político y la creación conceptual, su autora, la estadounidense Sharon Hayes (Baltimore, 1970) se ha convertido en una de las mejores artistas de la actualidad, entendida esta no solo como ese lapso de tiempo contemporáneo sino también (y sobre todo) como una manera de afrontar el trabajo artístico.
El Reina Sofía reúne en una importante retrospectiva diez de sus mejores instalaciones. En ellas, Hayes se explaya en el comentario político e histórico. Las pancartas, el sonido de los mítines políticos o los lemas electorales nutren una trayectoria comprometida, se diría que radical, en la que la última campaña presidencial estadounidense, las protestas contra la guerra de Irak, los gritos de los indignados contra Wall Street se transforman en subversivos dispositivos artísticos.
Menuda y nerviosa, Hayes explicaba, durante una reciente visita a la muestra y de manera entusiasta, una de sus piezas más sorprendentes: Patio (Letrero), realizada en 2009. Un bosque de carteles publicitarios sembrados en los jardines de las viviendas de familias medias estadounidenses, documenta la identidad profesional, política y personal de cada miembro del vecindario. Si unos piden el voto para Obama, otros claman contra la presencia en el vecindario de habitantes gais o ruegan que los paseantes de perros no paren en sus esquinas. “Cuando la gente clava estos carteles delante de sus casas”, afirmaba la artista, “está dando una información importantísima no solo sobre ellos, sino también sobre las necesidades de la comunidad. Hay textos prácticos y otros totalmente impúdicos y personales. Me interesa que, en este caso, la persona no interviene directamente en el acto discursivo”. La pieza resulta un exacto compendio de las preocupaciones de esta artista que vive, trabaja en Nueva York y muestra a cada paso su obsesión por la memoria reciente de la sociedad. Un estado mental, cuyas actitudes escudriña en obras como Un recorrido sonoro por nuestra historia (2012). En ella, Hayes emplea las portadas de los viejos discos de 33 revoluciones para hablar de hitos históricos de la reciente historia de los Estados Unidos, como el asesinato del presidente Kennedy, el caso Watergate, la guerra de Vietnam o la larga lucha por los derechos civiles.
Amante de la performance, en 2008 protagonizó Free (Voy en el desfile de la libertad, pero mientras te quiera no seré libre). Su actuación consistió en recorrer, megáfono en mano, la parte baja de Manhattan. Una y otra vez repetía frases de amor dirigida a una amante anónima. De vez en cuando paraba y las palabras de amor se entrecruzaban con las pacifistas. “El enfoque de la pieza”, explica "me la dio un poster realizado en California en 1967. Allí podía leerse: Si todo lo demás ha fallado, ¿no crees que tiempo para el amor?".
Babelia
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