El Fundi o la fuerza del destino
Un grande del toreo, un diestro superlativo, se retiró el jueves cabizbajo tras escuchar el tercer aviso
![El diestro José Pedro Prados 'El Fundi'](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BG4IDJWYW3CXIMSFUS3MZRODT4.jpg?auth=cc064e75b010025326d55836da861ea5daa8ef2ab6d3440bc389dce28ae758af&width=414)
Los héroes son humanos y, a veces, yerran, pero siguen siendo héroes. Ahí reside su grandeza.
El pasado domingo, en las Ventas, la realidad quedó por un momento distorsionada. El Fundi, un grande del toreo, un diestro superlativo, se retiró cabizbajo al callejón tras escuchar el tercer aviso que sentenciaba el deshonor de que te devuelvan un toro al corral. La plaza, incrédula y doliente; el torero, hundido, y la lógica, rota. Tras unos segundos de conmoción colectiva, los tendidos irrumpieron en una ovación de respeto y aliento al héroe caído, parapetado en el callejón con la faz demudada.
Era la despedida del maestro de su plaza madrileña en el año en que cumple 25 como matador de toros y se retira de los ruedos; era la celebración del cumpleaños feliz de una carrera admirable, de una hoja de servicios intachable; la guinda de la torería, la entrega y la afición aunadas en un ser humano singular que ha escalado peldaño a peldaño la cima de la gloria y ha sido reconocido como maestro heroico del toreo.
Y todo quedó hecho añicos con un toque de clarín que certificaba la debilidad del torero invencible y su imperfecta humanidad.
Fue la suya una durísima lección de humildad. Injusta a todas luces, inesperada, sorprendente y muy dolorosa, sin duda. Pero el torero.., solo el torero, fue su peor enemigo. El Fundi se equivocó gravemente aquella tarde y pagó por ello un muy alto precio.
Nunca debió hacer el paseíllo mientras caía un aguacero impresionante sobre Madrid y el ruedo se había convertido en un barrizal. Su categoría le permite no admitir imposiciones de nadie. Fue, por tanto, torpe, muy torpe. Y, además, un cobarde, como casi todos los toreros, que tiemblan como un cervatillo ante las amenazas de los empresarios. Aceptó sin rechistar el cambio de ganadería, esos toros grandones, duros y mansos de Guardiola, y dio un paso al frente en una piscina enfangada. Y todo, por contentar al empresario…
Y algo más: su error es más grave porque nadie mejor que él sabía que sus condiciones físicas o anímicas no eran las mejores para solventar con bien un compromiso tan serio. Su actuación fue lamentable y ridícula, impropia de un maestro de su categoría. Nunca debió permitir que ese cuarto toro se fuera vivo a los corrales. Nunca. Tiene capacidad y poderío suficientes El Fundi para que esa posibilidad jamás se hubiera, siquiera, imaginado.
Junto al profundo respeto y el aliento, pues, la honda indignación de ver, por un momento, a un héroe como un juguete roto.
Pero el destino ha querido que El Fundi sea uno de los grandes; el destino como sinónimo de esfuerzo personal, de empeño, de entrega y de sacrificio. Ha querido que ese toro ‘Contable’ de 573 kilos sea a partir de mañana un recuerdo lejano. Ha querido que El Fundi sea por siempre un catedrático del toreo que un día, de manera inesperada, se equivocó y echó un borrón.
Cuando José Pedro Prados El Fundi estaba en la puerta de cuadrillas y caían chuzos de punta, quizá no cayó en la cuenta de que los errores se pagan; o no recordó aquella frase histórica de Forrest Gump: ‘La vida es como una caja de bombones; nunca sabes lo que te va a tocar’.
Si El Fundi llega a imaginar el bombón amargo que el destino le tenía preparado aquella tarde, cierra la caja y se da media vuelta.
A pesar de ello, porque así se ha forjado su destino, seguirá siendo un héroe.
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