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San Isidro 2012 | undécima corrida de feria
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Una insensatez bajo la lluvia

Llovía tanto que se aplazó durante 15 minutos y cuando se abrió el paseíllo el ruedo era una piscina

Antonio Lorca

La corrida fue una tremenda insensatez bajo una tromba de agua que comenzó a caer de forma débil diez minutos antes de las siete, y arreció cuando el reloj marcaba el inicio del festejo. Llovía tanto que se aplazó durante 15 minutos, y, cuando se abrió el paseíllo, el ruedo era una piscina y, momentos después, un lodazal impracticable para el toreo. Pero, amigo, la pela es la pela, y no están los tiempos para devolver un taquillazo como el de cada tarde. ¿Y la autoridad? La autoridad mira vergonzosamente para otro lado, y se olvida de que su misión es defender los derechos de los espectadores, a los que ayer se les hurtó el espectáculo.

Guardiola / El Fundi, Uceda, Pinar

Toros de Salvador Guardiola, que sustituyeron a los anunciados de Peñajara, bien presentados, mansones, desclasados y descastados.

El Fundi: cinco pinchazos y dos descabellos (silencio); cuatro pinchazos -aviso- un descabello, pinchazo y un descabello -2º aviso-, tres descabellos -3º aviso- (pitos y ovación).

Uceda Leal: cinco pinchazos y estocada baja (silencio); -aviso- tres pinchazos, estocada -2º aviso- (silencio).

Rubén Pinar: bajonazo -aviso- (ovación); pinchazo -aviso- pinchazo, estocada y tres descabellos (silencio).

Plaza de las Ventas. 20 de mayo. Undécima corrida de feria. Casi lleno. Llovió copiosamente durante la lidia de los tres primeros toros.

Una insensatez, un robo y un peligro añadido para todos los toreros, que ejercieron su labor con el agua hasta los tobillos y el fango hasta el mismo cuello ante una muy seria y dificultosa corrida de Salvador Guardiola.

¿Y el resfriado? ¿Quién nos va a costear el constipado con la de recortes que se están implantando en la sanidad? En fin, un desatino, una mojada de arriba abajo, y una esaborición de quienes decidieron que el dinero vale más que los derechos de todos y la seguridad de unos pocos. Quedó claro, una vez más, que no es la cabeza la que rige los destinos de la fiesta, sino los bajos intereses.

¿Y qué pasó? Pasó, primero, que ni toros ni toreros desarrollaron nada de lo que pudieran llevar dentro. La corrida fue desclasada, desabrida y descastada, pero quién sabe si el comportamiento hubiera sido distinto en circunstancias menos adversas; con menos barro, por ejemplo. Y los toreros cumplieron con su obligación con la profesionalidad que se les supone.

Pero, lamentablemente, toda tarde aciaga tiene su punto negro: ayer se despedía de la plaza de Las Ventas José Pedro Prados El Fundi, y vivió la tristísima experiencia de que devolvieran al corral su segundo toro. Si, a veces, la vida es injusta, ayer lo fue en demasía con este hombre.

El Fundi es un maestro; un torero que ha hecho de su profesión un magisterio; un torerazo; un catedrático del toreo que ha unido su conocimiento exacto de la técnica con una excelsa torería. Pero, ayer, por la razón que fuere, pasó fatiguitas de muerte, sin facultades, impotente, desconfiado y precavido en exceso, y no supo o no pudo sobreponerse a las dificultades propias de un lote complicado, a la lluvia y a los mil demonios que debieron pasarle por la cabeza.

OVACIÓN: Todos los toreros, los de oro y plata, merecen el reconocimiento por su profesionalidad en tarde tan desabrida.

PITOS: Una bronca ruidosa para quienes decidieran que la corrida se celebrase en condiciones tan infernales.

Brindó a la concurrencia ese último toro y se tuvo que retirar al callejón, demacrado e impotente, cuando sonó el tercer aviso. Taurodelta, la empresa de las Ventas, en un gesto que le honra, anunció antes de terminar el festejo que le ofrece al torero la posibilidad de despedirse en la Feria de Otoño. Uceda Leal, muy decidido, valiente y lucido en las verónicas con las que recibió al quinto. Se justificó con la muleta y manejó mal, inexplicablemente mal, la espada en sus dos toros.

Muy entregado toda la tarde Rubén Pinar y con muchas ganas de agradar. Serio y técnico con el primero, al que enseñó a embestir, y muy despegado y sin brillo con el último.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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