Clase con el profesor del nuevo folk
Damien Jurado, cantautor clave del rock estadounidense de la última decáda, recorre ocho ciudades en una gira española para presentar su nuevo disco
Cuando el cantautor de Seattle Damien Jurado publicó su primer disco, en 1999, el folk no era ni mucho menos lo que ahora es. Aquel año el Grammy a mejor nuevo artista que este febrero ganó un barbudo llamado Bon Iver se lo adjudicó Christina Aguilera y el disco más vendido fue Supernatural, de Santana. Quizás por eso, en su web, entre sus pinturas, las tristes letras de su nuevo disco Maraqopa y un blog repleto de imágenes vintage que mezclan lo freak con lo cristiano destaca una cita: “Recientemente le han llamado ‘el padrino del boom del folk en Seattle”. Algo que explica por teléfono desde de su casa en esa ciudad. “Cuando empecé a hacer música, jamás hubiera imaginado que hoy estaría dedicándome a esto. La otra noche lo pensaba. Di un concierto en la ciudad y en la sala había mil personas. Nunca había tenido tanto público aquí. Me ha costado tanto tiempo llegar... Hoy en día es muy distinto. Cualquier banda de Seattle publica un disco y de repente están haciendo giras mundiales, llenando estadios en cualquier ciudad remota”.
Soy un tipo casero. Sueño con dejar la vida en la carretera”
Es posible también que en aquel momento, hacer folk fuera algo más que una mera decisión estilística. Las guitarras acústicas no sonaban cristalinas, sino crudas. Los interpretes no eran considerados románticos incurables sino espíritus atormentados. “En aquel momento Elliott Smith o yo abrimos un camino, fuimos los pioneros”, dice recordando al desafortunado músico de la vecina Portland que fue nominado a un Oscar en 1998 por una canción de la banda sonora de El indomable Will Hunting y que terminó suicidándose en 2003. “Ahora por fin empieza a reconocérsenos nuestro mérito. Y para mí eso es más importante que ganar un Grammy. Miras tu carrera y ves que fuiste el primero en ponerse en pie”.
El dedo mágico del productor
La riqueza del sonido de Maraqopa tiene su origen en el productor Richard Swift. El californiano es uno de esos músicos que parecían destinados a reventar, pero que nunca han terminado de despuntar. Un multiinstrumentista, cantante y compositor con especial talento para las canciones elegantes. Un Rufus Wainwright menos histriónico que lleva desde 2003 sacando discos notables bajo su nombre, mientras toca para otros en vivo o en estudio. En 2009 una grave fractura del dedo anular de la mano izquierda, le dejó incapacitado para tocar y es entonces cuando se centra en la producción.
Recuperado ya de la lesión, las últimas noticias le sitúan como el nuevo teclista de The Shins, la banda de pop indie liderada por James Mercer que consiguió colocarse en el segundo puesto de las listas de EE UU en 2007 con su tercer disco Wincing the night away. Este mes se edita Port of Morrow, la continuación, ya en la multinacional Columbia. A juzgar por las reseñas, todo parece indicar que les espera un brillante futuro.
El Jurado que asoma en la conversación no tiene mucho que ver con la imagen de persona trágica y pesimista que dan sus canciones. “Hasta hace nada las tenía de dos tipos: melodías más o menos alegres con letras un poco tristes, las menos, o las que sonaba muy oscuras y tenían letras totalmente deprimentes, la mayoría”. Es una persona con ambos pies en la tierra, de profundas convicciones religiosas, casado y con un hijo de 11 años (“Una de las personas que más me apoyan del mundo. Me admira y me respeta”). Un profesional que toma sus decisiones valorando los aspectos prácticos. Durante años entre semana trabajaba de profesor en una guardería. “Lo dejé cuando vi que con la música podía ganar más dinero. No puedo inventarme una historia más glamurosa. Lo hice porque tengo hipotecas que pagar”. Las giras, la parte del león de sus ingresos durante 15 años, eran una maldición de la que no se podía librar. “Ahora está mejorando. Las cosas son más cómodas y más tranquilas y he aprendido a no sentir ansiedad antes de tocar. Pero no me gusta estar fuera de casa. Soy un tipo casero. Reconozco que siempre he soñado con poder dejarlo”.
De momento, el próximo viernes comienza su gira española en San Sebastián. Ocho conciertos, de Orense a Cádiz. Este país es uno de sus feudos tradicionales. “Es verdad, no sé porqué, pero aquí siempre he tenido público. Quizás por mi apellido. Me da vergüenza cuando la gente descubre que no hablo ni una palabra de español”.
Siempre he tenido público en su país. Quizá es el apellido. Pero no sé español”
Maraqopa, el álbum que presenta consagra el giro estilístico de su disco previo Saint Barlett. Sus nuevas canciones son mucho más luminosas. De hecho, el tema inicial tiene más en común con los Pink Floyd de los setenta que con sus ásperas y dolientes melodías ya conocidas. A él le recuerda a Santana.
Gran parte de la responsabilidad de esta apertura la tiene Richard Swift, el músico convertido en productor con el que lleva trabajando desde su álbum anterior. “Es valiente, quiere probar cosas nuevas, y me ha contagiado ese espíritu. Y creo que hemos acertado. Hemos corrido riesgos. Sino lo hubiera hecho, posiblemente no hubiera conseguido tanta atención. Hubiera sido solo otro disco más de Damien Jurado. Lo bueno es que tampoco lo he forzado. Es lo que me apetecía. El disco es un reflejo de mi vida actual”.
Babelia
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