Tony Oursler: “Quiero crear un puente entre el mundo virtual y el físico”
Oursler, un creador de clave en el arte internacional, lleva a Madrid sus False-Color Actions Pionero del videoarte, formó con el difunto Mike Kelley la banda punk The Poetics
Mientras los artistas descubrían el video como soporte artístico en los años setenta y lo usaban como un lienzo en movimiento, Tony Oursler (Nueva York 1957) vio el potencial del medio proyectado sobre formas tridimensionales. Sus ensamblajes de ‘objetos encontrados’ forman mágicas composiciones escenográficas donde hay personajes moviéndose dentro de botellas, reptando por las paredes, hablando al espectador. Ahora estrena mundialmente en Madrid un nuevo conjunto de obras bajo el título de False-Color Actions, en la galería Soledad Lorenzo. Oursler, un creador de clave en el arte internacional, recuerda también a Mike Kelley –que se quitó la vida el pasado 31 de enero—con quien formó la banda punk experimental The Poetics.
Pregunta. ¿Se pueden esbozar o planificar estas esculturas o las va armando en base a los objetos que elige para ensamblar?
Respuesta. Es un proceso que puede empezar con una idea general, una morfología y después la construyo en base a mi archivo, algunos apuntes y haciendo pruebas de composición en el ordenador a la vez que empiezo a hacer las primeras proyecciones. Construyo las piezas de una forma orgánica. Pero parece como si no pudieran planificarse de antemano. Cosa que me gusta, porque el azar es un elemento muy importante en lo que hago. Creo que hay una especie de fuerza del asombro en la vida que nos ayuda a adentrarnos en áreas nuevas.
P. Usted parece tener una relación especial con los objetos usados. Los elige, colecciona y le busca un significado para utilizarlos quizá, como palabras en una frase.
R. Me gusta esa idea. Es cierto, hay una sintaxis que intento desarrollar. El objeto encontrado me permite incorporar diferentes personalidades e ideas que puedan cohesionar entre sí. En el arte de hoy está todo ese asunto sobre el estilo, las superficies homogéneas. Me interesa romper con eso. Poner en relación diferentes energías que buscan un equilibrio unas con otras, crear un marco de referencia distinto y propiciar cierto tipo de poesía. Suelo buscar en internet y en tiendas de antigüedades objetos anteriores a esta época nuestra de distribución masiva. Parece que con la disminución de la artesanía hay cada vez menos cosas distintivas hechas hoy.
Nunca creí que la forma en que se presenta la tecnología sea la mejor manera de utilizarla
P. Estas esculturas son muy escenográficas. Pero la puesta en escena parece provenir del universo de la televisión, de sus primeros tiempos particularmente.
R. Hay una historia de la tecnología que está en la propia estructura de estas piezas. Los niños de hoy tienen internet y las generaciones anteriores tuvieron el teatro, el cine o la televisión. Cuando eres niño encuentras en la imagen mediática, en la imagen construida por los medios, una personificación extraña a veces inexplicable. De pequeño crees que hay personajes que viven dentro del televisor. En mi caso yo creía que los actores que morían en la televisión lo hacían realmente. Que quienes iban a morir eran quizá condenados a muerte que se ofrecían a los programas de televisión para tener una muerte más heroica, como vaqueros, soldados o algo así. Pero esa habilidad de proyectar cosas en ese espacio y permitir que entren en nuestro inconsciente y creen un flujo de ida y vuelta, es muy excitante. Y es lo que quiero desvelar con este trabajo. Crear un puente entre el mundo virtual y el físico.
P. ¿Lo plantea como una especie de collage tridimensional?
R. Hay un elemento gráfico, físico, que mezcla también algo de poesía y animación. Se mezclan y colisionan. He estado leyendo últimamente un libro sobre la forma en que recordamos las cosas. Nuevas investigaciones sobre la actividad cerebral que me interesan mucho. Una aproximación prismática a lo que es la percepción. Nunca he creído en la narrativa lineal. Por eso trabajo con operaciones que involucran el azar, la sincronicidad, e intento que el espectador sea el que finalmente completa la propuesta. Para entenderlo podemos tomar por ejemplo, este lápiz. El cerebro capta a la vez en distintos sectores elementos separados. La punta, que es afilada. El sonido que hace al escribir sobre el papel. El olor de la goma de borrar. El hecho de que te remita al lenguaje escrito. Todo eso son percepciones fragmentadas en el cerebro, algo así como cubismo sintético. Esa es la clave de estas nuevas piezas. Es separar piezas pero no deconstruirlas, es unirlas en una percepción como hace el cerebro. Luego viene un espectador y la contempla de otra forma como un aparato narrativo.
P. Utiliza distintos medios tecnológicos pero parece haberse mantenido siempre muy cercano al dibujo, la pintura, la escultura, casi en sus formas más clásicas. ¿Por qué no ha querido proyectar sus videos sobre superficies planas sino sobre formas tridimensionales? No ha utilizado la tecnología por sí misma.
R. Nunca creí que la forma en que se presenta la tecnología sea la mejor manera de utilizarla. Me gusta cómo los artistas toman las cosas y les dan otro orden. Algunos de mis artistas preferidos lo han hecho, los surrealistas, por ejemplo. Tomaban una película, la cortaban, la juntaban con otra y la convertían en una tercera.
Muy pronto, de adolescente, comprendí que la imagen que la gente quiere mirar se mueve
P. No pensé que admirar a los surrealistas. Su formación es la de un artista conceptual. Son como el agua y el aceite.
R. Si, sé que son dos tendencias que se repelen. Creo que a muchos artistas conceptuales no les gusta lo que hago. No creo que el arte deba ser necesariamente limpio y didáctico. No me interesa ese tipo de producción. Me gustan las cosas que provocan preguntas sin respuesta. Abiertas a todo tipo de interpretación. Pero la cuestión de qué hacer con la tecnología me fascina cada día más. Detesto ser un portavoz a favor de la tecnología pero me sorprende mucho que la gente no haga más cosas con ella. Me interesa mucho ver cómo esto va a modelar nuevas formas de percepción, como conversaciones simultáneas en capas distintas. En estas nuevas esculturas hay personajes que surgen de la memoria, o de webs, de películas, de gente que has visto a través de skype. Se ven los mismos personajes en unas y otras, están relacionadas. Sea una interiorización psicológica que te da perspectivas sobre tus amigos, gente que quieres conocer, tus amantes o situaciones con las que tienes que lidiar. Es muy ambicioso y no sé si se va a captar la intención.
P. Usted usa la tecnología para evocar emociones. El tipo de emociones que producen los recuerdos al tomar forma ante tus ojos. Es como ver lo que sucede en el interior de tu cerebro en fragmentos y en una composición a la vez.
R. Ese es mi objetivo.
P. La tecnología no es tan fría como parece.
R. Debe ser cálida y abierta.
P. Parece que en su vida ha tenido la capacidad o la suerte de estar en el lugar y el momento correcto. En los 70 en estudiando arte en el California Institute for the Arts. A partir de los ochenta de vuelta en Nueva York...
R. Si, tuve un profesor en el bachillerato que me insistió en que debería ir a California a estudiar arte. Yo no quería, no le veía sentido. Pero le hice caso. Yo ya pintaba mucho y al final acepté el desafío. Era un gran momento para estar ahí. Los profesores eran los artistas conceptuales de primera generación. Y otros como Jonathan Borofsky abanderado del nuevo movimiento en la pintura. Se hacían instalaciones, performances, media art, video, etc. Un ambiente muy rico, todo era posible. Lo grande del arte conceptual era que todo el mundo podía hacer de todo. Había una gran fe en la tecnología en esa época. Para mi generación fue algo importante. Yo llevaba desde pequeño pintando de forma bastante seria, estudiando técnicas y eso. Pero también me había dado cuenta de que la pintura era algo relacionado con el pasado. Y me preguntaba cómo traerla hacia el presente.
Mi padre trabajó muchos años para Reader’s Digest y le interesaban mucho los medios de comunicación popular. Me crie muy alejado de la idea del artista en la torre de marfil. Siempre quise comunicarme con la gente. La tensión entre crecer en una cultura mediática y trabajar con estructuras arcaicas que no respondían a lo que la gente buscaba me hicieron pensar en cómo había sido esta relación a través de la historia. En lo que pasó tras la invención de la imprenta, la fotografía y luego el cine, la televisión. Muy pronto, de adolescente, comprendí que la imagen que la gente quiere mirar se mueve. También miran una pintura, una fotografía o una escultura, pero lo más atractivo era el movimiento. Me di cuenta que quería desarrollar mi trabajo en ese territorio.
P. Usted ha trabajado con grupos musicales como Sonic Youth. En California formó la banda The Poetics, con Mike Kelley. Trabajó con él y fue un amigo cercano durante muchos años. Supongo que su pérdida ha sido algo muy duro....
R. Fue uno de mis más íntimos amigos durante muchos años. Nos conocimos cuando yo tenía como 19 años. Quería mucho a ese tío. Exploramos junto muchos caminos en el arte, primero basado en el lenguaje, que él llevó al terreno de la performance y yo al video. Y luego intercambiamos esos medios. Nos íbamos superponiendo en muchos momentos. En cuanto a la banda, era más bien un grupo experimental. Hicimos programas de radio, bandas sonoras, performances, danza, instalaciones, de todo. Era una actitud bastante punk, aunque todavía el punk no era una moda. No éramos un reflejo del punk, éramos punks. Mike y yo colaboramos en muchas ocasiones y montamos una exposición en 1997 con todo lo que produjo The Poetics, que se expuso en varias ciudades, incluida Barcelona. No solo éramos almas gemelas sino que nos gustaba trabajar juntos. Eran experiencias fabulosas. Nunca terminamos nuestro último disco. Tendré que recuperarlo del estudio.
P. ¿Un disco nuevo de canciones?
R. Si, el tipo de canciones que hacen un par de amigos que se juntan. Rimábamos de una forma perversa. Me encantaba. Él era de alguna manera un perfeccionista, un idealista, un ser descontento que terminó suicidándose. Es algo en lo que sigo pensando. Aunque yo siempre lo admiré, pienso que era un genio, ahora me pregunto en qué se equivocó. Era un artista muy famoso, pero hay algunas cosas que obviamente no hizo bien. Y eso es interesante porque cuando pierdes a una figura tan grande e importante hay que ver todas las cosas buenas pero también preguntarse qué fue lo que pasó. Es como una parábola para otros artistas. Algo negativa, porque un suicidio siempre es un final triste. No solo tiñe todo su trabajo a partir de ahora, sino que lleva a interpretarlo todo bajo ese final. Yo siempre he pensado que el arte refuerza la vida. Yo toco asuntos muy oscuros en mi obra, pero no soy una persona oscura. La gente que va a ver películas de terror no son asesinos de masa en potencia. En el mundo actual cambias a diferentes tipos de estímulos y aprendes de ellos. A medida que me hago mayor pienso que el arte es algo para dar vida a la gente, una inspiración. Para eso vivo, lo creo. De otra manera no sería capaz de crear arte. Me gusta dar pie a que otros hagan algo también. Es el mensaje que quiero hacer llegar. Y eso es lo triste sobre Mike. No pudo ver esa luz. Sea por una situación existencial o por lo que sea. Él solía bromear citando a menudo esa canción de Paul McCartney: I don’t want to live in a world without love. Después de su muerte lo he recordado y me he dado cuenta de que, en realidad, esa canción trata sobre el suicidio. De alguna manera lo llevó a apagar la luz.
Tony Oursler. False-Color Actions. Galería Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid.
Hasta el 14 de abril.
Babelia
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