La Maura
Carmen Maura acaba de obtener el César a la mejor actriz de reparto por una película francesa que aún no hemos visto por estos lares pero que ya ansiamos conocer. La Maura ha recibido en España todo tipo de galardones, ha trabajado en todos los medios con ahínco y talento, pero es en el país vecino donde parece estar mejor acogida y valorada. Cosas de este país nuestro. Los espectadores mayores aún la recordamos en sus inicios haciendo pequeños papeles en el teatro madrileño, o en el llamado café teatro de los años setenta en los que con estupendo humor destacaba en todo lo que hiciera; especialmente en el espectáculo El último tango de Rodolfo Valentino y Marilyn en el que no sólo daba vida a la Monroe, sino que se atrevía incluso a referenciar a Marlene Dietrich, Ginger Rogers, Judy Garland o Rita Hayworth. La Maura podía con todas ellas gracias a esa agudeza y simpatía que la han acompañado a lo largo de su carrera, talentos que por otra parte no la han llevado a eludir papeles dramáticos, ahí están para demostrarlo sus películas con Almodóvar, entre otras, con memorables personajes como aquella travesti entrañable de La ley del deseo o la sufrida ama de casa de ¿Qué he hecho yo para merecer esto?
Marilyn Monroe vuelve a estar de moda gracias al cartel oficial del próximo festival de Cannes y a la estimable película, ahora en cartelera, Mi semana con Marilyn, que más que un tributo nostálgico a la que fuera la estrella más popular de su momento es el retrato de una mujer desamparada, frágil y tierna en un ambiente que le es hostil. Muy lejos está de ser su caso comparable a la vida profesional de Carmen Maura, que no obstante, en la ficción sí que ha dejado huella de otros personajes desabrigados con los que ha logrado conmover. Si en Francia la quieren más que aquí será en buena parte por culpa nuestra, ya que a su paso por el cine español, en el que afortunadamente aún tiene su sitio, ha impregnado de brío a mujeres oscuras o brillantes, a chicas alocadas o a señoras mal casadas, a monjas que sufren o que disfrutan locamente haciendo música afro, a folclóricas ingenuas y amenazadas, siempre, en fin, seres no por ambiguos menos fascinantes a los que ha dado vida a lo largo de un puñado de años la Maura.
Babelia
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