El grito rock de Bruce Springsteen
EL PAÍS ofrece en primicia una canción por día de 'Wrecking ball', el nuevo disco de 'El Jefe'
La incógnita se despeja. Wrecking Ball, el nuevo disco de Bruce Springsteen que se publicará el 6 de marzo, ya está sonando a través de EL PAÍS a razón de una canción por día (y solo durante ese día). De esta forma, se resuelven los misterios y las dudas que han rodeado al último trabajo del músico de Nueva Jersey.
Como de costumbre, su entorno, controlado por su inteligente mánager Jon Landau, ha ofrecido la información a cuentagotas para levantar más expectación entre su legión de seguidores. Pero esta vez la información era más confusa que nunca. A diferencia de lo que se especuló en un primer momento, Wrecking Ball no es un trabajo de Springsteen con la E Street Band. Es un disco, realmente, de Springsteen acompañado de muchos músicos. A las puntuales aportaciones de los miembros de la E Street Band y algunos de la Seeger Sessions Band, con los que publicó el disco de versiones de Pete Seeger, se incluyen las de otros nombres como Tom Morello –Rage Against The Machine-, Matt Chamberlain –Pearl Jam- o Greg Leisz, a la pedal steel, entre otros. A los mandos de la producción está además Ron Aniello, que nunca había colaborado con el autor de Born to run en un disco. Aniello, quien ha producido obras en la carrera en solitario de la mujer del cantante Patti Scialfa, parece resumir, con todos sus pros y sus contras, la sonoridad de última década del artista.
Su mánager ha ofrecido la información a cuentagotas para levantar más expectación
Landau había hablado de una “obra experimental” que combina “elementos clásicos del sonido de Bruce”. Es decir, había dicho la nada, abriendo más interrogantes si cabían, mientras se había filtrado que el folk y el rock compartían espacio hasta con momentos dedicados al rap. Todo un misterio. Pero, desde ya mismo, adiós a las especulaciones. Wrecking Ball ya está sonando, cada día un poco más, en EL PAÍS.
11. We Are Alive
Sin contar los bonus tracks, el broche final del disco es una canción que se podría incluir en la parte más emocionante de Devil & Dust, un trabajo muy irregular entre descartes y rarezas pero con buenos momentos de folk. We are Alive se presenta como una gran composición, donde brilla el Springsteen más rastreador de sensaciones humanas, con referencias al pasado norteamericano tanto a la lucha obrera, la de los derechos civiles o la más reciente de los inmigrantes indocumentados. "Estamos vivos / y aunque nuestros cuerpos yacen abandonados / aquí en la oscuridad / nuestros espíritus se elevan / para llevar fuego y encender la chispa / para pelear hombro con hombro / y corazón con corazón", reza el estribillo.
Con ese vistazo a la aspereza que esconde la tierra americana, la letra recuerda a This Hard Land, una de sus grandes composiciones folk, recogida en su disco Greatest Hits, donde se acerca con atino al espíritu de su querido Woody Guthrie. Musicalmente, sin embargo, hay una evidente referencia sonora al Ring of Fire (el característico "boom-chicka-boom" de guitarras y contrabajo) que, al parecer, Springsteen reconoce en el interior del libreto del disco. Ya hubo polémica en su anterior trabajo, Working on a Dream, cuando en la canción Outlaw Pete se le acusó de plagiar I was made for lovin' you de los Kiss. De cualquier manera, nos encontramos ante una muy buena canción, donde el folk pierde fuelle coral para basarse en su aspecto más rural, apoyado en unas rítmicas palmas, con, de nuevo, un toque fronterizo en los vientos. Es el final del álbum. Toda una declaración de intenciones tras la rabia, desazón y crítica de todo el disco: "Permanecer hombro con hombro / Y corazón con corazón / Estamos vivos". Y un silbido que queda en la lejanía, como una de esas historias abiertas del Oeste, donde cada uno es dueño de sus actos y marca su destino con ellos.
10. Land of hope and dreams
Canción de sobra conocida para el aficionado a Springsteen, estrenada en la de gira de reunión de 1999. Es una de las tres composiciones que se incluyen en el álbum que ya se conocía por haber sido tocada en directo, como Wrecking Ball (gira de 2009) y American Land (uno de los dos bonus track del disco y que se dio a conocer en el tour de 2006). Vista por algunos como la última gran composición del cantante de Nueva Jersey (a la altura de sus mejores clásicos), vilipendiada por otros al convertirse en un tema recurrente de las giras, tal vez demasiado alargado en su interpretación, lo cierto es que Land of Hope and Dreams, guste más o menos, guarda todas las señas de identidad del Springsteen más querido y aplaudido. Sonido reconocible de la E Street Band, con la batería contundente de Max Weinberg o el saxo del fallecido Clarence Clemons (también lo pone en Wrecking Ball), letra en la línea de su época más ensoñadora desde Born to run hasta Born in the USA, capaz de despertar los mejores propósitos y captar de forma muy sencilla los sentimientos del hombre de la calle con su lucha diaria por sobrevivir en un mundo incómodo y lleno de obstáculos.
“Grandes ruedas corren por los campos / donde la luz del sol se derrama / Reúnete conmigo en una tierra de sueños y esperanzas… Este tren lleva santos y pecadores / este tren lleva perdedores y ganadores / este tren lleva putas y tahúres / este tren lleva almas perdidas”, dice la canción, que recuerda al imperecedero Chimes of Freedom de Bob Dylan, con ese verso en el que se lee que “suenan las campanas de la libertad” y lo hacen a través de esas guitarras circulares acompañadas de la batería tañendo con intensidad a modo de campana. El corte del disco guarda todo el poder evocador de la interpretación en vivo e incluso, si cabe, más fuerza con ese comienzo a capella, en forma de gospel rural. Luego, se meten unas bases electrónicas que recrean el latido de un corazón y se rompe con la instrumentación (batería, guitarras, órgano) para que Springsteen cante, de un modo muy soul: “Coge tu billete y la maleta / el trueno estalla en este camino”. Los coros, como en anteriores canciones, elevan el conjunto sonoro, como lo hace el característico y cálido saxo de Clemons, cuyo testamento no puede ser mejor.
9. Rocky Ground
El comentado (¿y temido?) rap que se marcaría Springsteen en este nuevo disco está aquí y, al final, no es para tanto. Desde hace años, venía el músico hablando en alguna entrevista de su interés por este tipo de sonidos, que tienen mucha más resonancia en Estados Unidos que en Europa. Pero, realmente, no tiene nada de rap ni hip-hop. Es una balada con sus loops, caja de ritmos y ese ambiente candente más propio del R&B dulcificado y comercial de hoy en día. Vamos, los espadas del rap norteamericano no verán nada de rap en este corte que rastrea la parte más religiosa de todo el álbum. Por ambientación y lírica, no desentonaría en el cuarto disco de Tracks, dentro de esas composiciones lentas, cantadas en primera persona, o se podría asociar al espíritu de corazón herido en pistas dispersas del artista como Missing, incluida en el disco Essential.
El lado más místico de Springsteen, ese “cristiano huidizo” como él mismo se califica a sí mismo, se manifiesta sin yugos con numerosas referencias bíblicas al “Señor”, “cuarenta días de y noches lluviosas”, “el rebaño” o “el Juicio Final”. “Te quitan lo esencial / donde una vez tuviste fe / ahora solo hay duda / rezas buscando orientación / solo el silencio acoge ahora tus plegarias”, se recoge en la letra. La canción habla sobre pisar en terreno rocoso en la vida. En lo artístico, el músico pisa sobre esta clase de terreno adentrándose en un estilo alejado del rock, que no domina. La Victorious Gospel Choir vuelve a poner los coros y tiñen el corte en su parte final de un extraño canto gospel con ritmo machacón. Un experimento, que abre otras vías de escucha en el disco, del que no sale tan mal parado pero tampoco supone algo muy reseñable. Curioso simplemente. Tal vez, si tanto interés hay por parte del músico en explorar, se agradecería que se lanzase a experimentar de verdad con el rap, el hip-hop o el soul en un trabajo dedicado a ello y no fuese tan precavido para con el gran público. Tal vez.
8. You've got it
¡Cuidado! Nos encontramos ante una canción que parece una medianía, de esas composiciones que puede pasar por perezosa y facilona, como inconsistente, que además casi no pega con el folk coral que domina el álbum. Pero estamos ante la gran sorpresa. ¡Una más que agradable y maravillosa sorpresa! Este redactor se descubre ante este soul blanco, creciente, rebosante. Springsteen enamora. Porque destapa su pasión por el soul y demuestra que sabe lo que se hace. ¡Juega a ser Marvin Gaye, el Marvin Gaye del álbum Let’s Get It On! De hecho, el título de la canción remite a ello. Y qué maravilla porque suena a Springsteen por los cuatro costados mientras te acuerdas del maestro Gaye, de Smokey Robinson o Al Green.
No es nuevo el amor declarado del músico de Nueva Jersey por el soul afroamericano desde sus días en Asbury Park, obsesionado con el sonido perfecto. Tampoco lo es que, recientemente, haya coqueteado con él, en su cara más amable, como en el disco The Rising cuando compuso Let’s Be Friends. Tampoco lo es que lo haya hecho en directo en la última década, como cuando se recreaba vocalmente en la interpretación de Mary's Place en la gira del 2002. En este You’ve Got It, Springsteen canta pletórico, entre vacilante y rendido, siguiendo una letra sencilla y directa, al más puro estilo soul, con guiños indudables a Gaye y tantos otros. “Nena, tú lo tienes, venga dámelo”, dice buscando refugio y redención en el amor. ¿De nuevo, Marvin Gaye? Desde los simples acordes y la voz del músico en primer plano, la canción va creciendo mientras asoman intensas guitarras y palmas, y todo (el saxofón también) se conjunta al poco de alcanzar los dos minutos. Una pequeña joya de un rockero que siempre guardó espacio para el soul, entendido como un brochazo impresionista de ritmo y sentimiento.
7. Wrecking Ball
Una de las composiciones más conseguidas del álbum. Potente, emotiva y sugerente. Es el Springsteen lírico del disco The Ghost of Tom Joad con la fuerza sonora de las Seeger Sessions y la novedad del característico muro instrumental de este disco. Es Youngstown con cuerdas y vientos. Es Springsteen en estado puro y el más certero de las dos últimas décadas con enorme capacidad para relatar y crear imágenes concisas asociadas a sentimientos de rabia y pérdida. “Ahora, cuando todo este acero y estas instalaciones / se amontonen para oxidarse / y toda nuestra juventud y belleza / se haya convertido en polvo / y se haya decidido su suerte y estés ardiendo en la cuenta atrás / y todas nuestras pequeñas victorias y glorias / hayan acabado en los aparcamientos / cuando tus mayores esperanzas y deseos / se hayan dispersado en el viento / y los momentos difíciles se vayan / los momentos difíciles lleguen… trae tu bola de demolición”.
Tras el estribillo, las cuerdas proponen intensidad mientras la batería hace latir el sentimiento de rabia con más fuerza y, pasado el minuto y medio, las guitarras ensamblan con contundencia. Los vientos, hermanados a las cuerdas, no solo dan un aire fronterizo, de viaje y pérdida, sino que además consiguen más que en ningún otro momento en el álbum aportar dramatismo, impulsado por los coros finales. Todo suena real y transcendente. Se antoja como una de las canciones que mejor sonarán en directo y que pueden dar la medida de lo que pueden ser las actuaciones de la próxima gira, marcada por la E Street Band acompañada por una novedosa sección de vientos. Conciertos con la electricidad de Youngstown de anteriores giras con la banda de la calle E más vientos y cuerdas acopladas en las canciones.
6. This Depression
La canción más floja de todo el disco. Un tema que recuerda a las peores producciones de los ochenta con esa batería que domina todo el tempo y esa guitarra insustancial, decorativa pero sin gracia, en mitad de la composición. Pero incluso la forma de cantar de Springsteen tiene una dejadez que se presenta como una rareza llamativa con respecto a la intensidad y la estupenda presencia vocal que hay en otros cortes.
Springsteen habla en primera persona de un hombre deprimido que busca consuelo en el amor, pero lo hace con una letra muy simplona, que podría ser algo más emocionante si la atmósfera musical fuese más potente. “He estado deprimido, pero nunca tanto. He estado perdido, pero nunca tanto. Esta es mi confesión. Necesito tu corazón en esta depresión”, canta el músico. Es una confesión desesperada. “Todas mis plegarias han sido en vano”, señala en un verso. Mientras la fuerza del álbum se halla en ese folk-rock, impulsado por el condimento góspel, esta composición diluye la escucha y hace bajar el nivel del disco.
5. Death To My Hometown
El canto folk resurge otra vez pero ofrecido en esta ocasión como una verdadera marcha, que se inicia con palmas y se abre paso con los coros y acordeones. Es una marcha por una ciudad fantasma que no fue destrozada por “bombas ni cañones ni dictadores”, sino por “buitres avariciosos” que hicieron el trabajo sucio de acabar con ella, dejándola en la ruina. Springsteen quiere hablar de esas ciudades o pueblos norteamericanos donde la tormenta económica, motivada por los hombres con corbata de Wall Street que “vinieron a devorar la carne de todo lo que encontraban", ha dejado miles de desempleados, servicios públicos paupérrimos y una miseria impropia de la primera potencia mundial.
Y, mientras tanto, sus “delitos han quedado impunes”, reza la letra. Como Schackled and Drawn, se antoja otra de las canciones más propicias para ser tocadas en directo y convertirse en un pequeño clásico de la gira. Con un ritmo marcado por las palmas, muestra un alma celta portentosa, donde el violín dibuja ligeras filigranas en el muro instrumental. Es difícil no sentirse atraído por su paso firme y su brillante latido de folk tradicional.
4. Jack Of All Trades
Es la primera composición lenta del álbum. A medio camino entre la balada rock y el lamento folk, Springsteen abandona el entusiasmo anterior para relatar los problemas a los que se tienen que enfrentar los parados. La alienación y la falta de perspectivas vuelven a ser temas recurrentes en su cancionero. La idea es transmitir la sensación de abandono que hay en el trabajador, el obrero, que vale para todo y al mismo tiempo no vale para nada, dominado y a la suerte de los caprichos e intereses de capataces y hombres más poderosos que él. “El banquero crece más gordo, el trabajador crece más delgado, todo ocurrió antes, todo ocurrirá otra vez, soy un multiusos”, canta.
Musicalmente, hay una austeridad de arreglos, que no tienen por qué ser un problema, pero lo más interesante se halla en la incursión de esa trompeta solitaria que recuerda al folk fronterizo, ese aire de balada tex-mex, que incide en la sensación desoladora mucho más profundamente que el simple ritmo lento de todo el tema. Lleva el nombre de Ed Manion, miembro de los Miami Horns que giraron con la E Street Band en 1988 durante el tour de Tunnel of Love. También conviene destacar la guitarra final, un rugido intenso y poético, obra de Tom Morello, que refleja las contradicciones existenciales que revolotean en este Jack Of All Trades.
3. Schackled and Drawn
El espíritu de las Seeger Sessions se guarda en esta canción de menos de cuatro minutos, donde el absorbente folk cuenta, de nuevo, con un Springsteen que canta contundente y entusiasta. Hay una entrada de guitarras que parece rememorar, tímidamente, a Bastards of Young de los siempre reivindicables The Replacements, lo que le otorga ya un extraño carácter solemne. La efusividad vuelve a ser la bandera de la música del autor de The River, que confía otra vez toda su fuerza a su garganta y la instrumentación arropada de coros. Lo consigue con mejores resultados que con anterioridad.
Con su aplaudido homenaje al cancionero de Pete Seeger, Springsteen ya mostró a corazón abierto que es un amante del folk jubiloso, cantado con fervor comunitario, con una voz principal impulsada por un potente coro de voces. Fue el modo como, de sencillas composiciones, el maestro Seeger hizo verdaderos cantos contagiosos. Con ese método pero bajo el prisma moderno, Springsteen rompe la canción a partir del minuto transcurrido para repetir un estribillo pegadizo: “Me levanté esta mañana fastidiado y demacrado”. En una estrofa llega a afirmar: “La libertad, hijo, es una sucia camiseta”. Por la fuerza coral e instrumental, más conseguida que en Easy Money, esta canción se antoja una especie de pequeño himno sobre el escenario.
2. Easy Money
“Vamos a la ciudad esta noche para hacer dinero fácil”, dice el estribillo de la canción. La letra se refiere a dos estafadores que harán cualquier cosa por sacarse dinero a costa de lo que sea. Es la primera referencia concreta a la crisis económica. De la toma de conciencia que se pide anteriormente a la simple descripción de una historia de un par de sinvergüenzas, intentando enlazar con la idea de pérdida de valores que busca transmitir el álbum.
Para tal temática, lo extraño es que el tema suena jovial, dando un aire facilón y demasiado amable, como de himno de obligado optimismo. La canción, de alma folk pero pasada por el filtro del pop, se abre con un conjunto de palmas y un Springsteen que canta muy bien -aunque descolocan hasta la saciedad esos gritos en pleno desarrollo-, para luego desplegarse una precipitada y abultada instrumentación de cuerdas y guitarras acústicas, a la que sigue una bocanada de coros, a cargo de la Victorious Gospel Choir de Asbury Park, el grupo de gospel dirigido por Lilly Brown con quien Bruce tocó en los conciertos navideños de 2001 y 2003. En el momento final se deja oír en primer plano, bajo la compañía de los coros y las palmas, el violín, ya característico desde The Rising, de Soozie Tyrell. Como demostró con conciencia en The Rising, Magic o Working On A Dream, el músico de Nueva Jersey gusta del uso de pasajes sinfónicos para recrear los momentos álgidos de determinadas composiciones.
1. We Take Care Of Our Own
Es el single y la canción que abre el álbum. Se dio a conocer el 19 de enero. Muestra un rock dócil en la línea de The Rising, donde se mezclan las palmas e incluso una caja de ritmos. “Cuidamos de los nuestros, allá donde ondee la bandera”, reza el estribillo. Una letra que ilustra a la perfección la actual situación de Springsteen, dispuesto a cuidar con todas las consecuencias de los suyos, su inseparable The E Street Band, al tiempo que sigue ondeando la bandera de su rock y se lanza a la conquista de los grandes pabellones y estadios con una gran gira, que le traerá por cinco ciudades españolas.
Muchos creen que Springsteen debería haber puesto punto y final a la E Street Band tras las muertes de Clarence Clemons y Danny Federici, recuperando, por ejemplo, la fabulosa propuesta en solitario de la gira de Devil & Dust, pero el músico quiere, como dice su nueva canción, cuidar de los suyos. La E Street Band sigue viva y defenderá su espíritu comunitario de rock, se defiende el cantante, mientras suma más miembros para el escenario con una novedosa sección de vientos.
We Take Care Of Our Own es un clamor, un grito al aire, que vuelve a demostrar que Springsteen sabe ser ambiguo como pocos, a pesar de que en años anteriores había mostrado un compromiso bastante firme con sus dardos contra las políticas de George W. Bush. En esta ocasión, no llega a mojarse a la hora de hacer una crítica ni señala con nombre y apellidos cuando se trata de hablar de los responsables de las promesas rotas. Dejando caer referencias al Katrina, el cantante habla de tomar conciencia. “Todos nosotros debemos cuidar lo nuestro, defender lo nuestro, estar orgullosos de lo nuestro”, canta. “De Chicago a Nueva Orleans”. “El camino de las buenas intenciones se ha quedado completamente seco”, afirma. Springsteen deja la interpretación abierta. Y le puede pasar como en 1984 le sucedió con Born in the U.S.A., cuando el presidente republicano Ronald Regan hizo suya esa canción para defender en plena campaña electoral su idea de los valores estadounidenses y el músico tuvo que desmarcarse de eso. Unos verán en esta canción una protesta política y otros una reafirmación patriótica, pero, contrarios al actual Gobierno o no, todos lo tomarán a su manera, como ya se está viendo en algunos blogs y medios norteamericanos. El problema, una vez más, es que Springsteen navega en una recurrente ambigüedad, más allá de lo plano de la letra y la falta de una lírica profunda, descriptiva y realista como la que se espera de sus mejores composiciones. Con todo, como él siempre afirma, son las canciones las que hablan por sí solas, sin necesidad de que su autor tenga que explicarse después.
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