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Juez y parte en el mercado del arte

Nacho Ruiz, de la galería murciana T20, presenta un novedoso estudio armado a partir de conferencias sobre el funcionamiento del negocio artístico

Una subasta de arte en Christie's
Una subasta de arte en Christie's

Un espacio único donde poder encontrar lo más granado de entre las más excelentes galerías españolas y algunas extranjeras, un punto de encuentro para grandes y pequeños coleccionistas y un lugar donde socializar y hacer los tan necesarios contactos en el intrincado mundo del arte contemporáneo. Aunque Arco es una plataforma edificada sobre esos puntales, también hubo cabida para más. Para muestra: la presentación del libro La obra de arte como objeto de intercambio (publicado por el Centro Cultural de España en Guatemala), una recopilación de las charlas impartidas en el país centroamericano por el galerista Nacho Ruiz en un taller organizado por la AECID sobre el mercado del arte. El tema, a pesar de la existencia de una gran base de creadores y de espacios de intercambio asentados y reconocidos como Arco, ha sido frecuentemente desdeñado a nivel académico en España. “En castellano hay muy pocas publicaciones y muy pocas traducciones, por lo que este libro se hacía necesario”, explicó Ruiz.

Junto con textos sobre los procesos y estructura del sistema del arte y la historia del mercado, la publicación incluye un apartado dedicado a la situación de la industria en Centroamérica, en la que Ruiz se introdujo durante su estancia en Guatemala. “Hablo de Centroamérica porque puede concebirse como un único país compuesto de países más pequeños”, apuntó el marchante durante la presentación, en la que le acompañaron la embajadora guatemalteca y la directora del centro cultural español en aquel país. De allí, Ruiz no solo se vino con una perspectiva de la situación: también se trajo a tres artistas locales a su galería, la murciana T20. Uno de ellos, Ángel Poyón, ha sido su nombre destacado en Arco, además de uno de las escasos ejemplos de artistas latinoamericanos expuestos sobre –o entre- las paredes de cartón piedra de los estands esparcidos por Ios pabellones de Ifema. “Estamos cometiendo un error muy grave”, previene Ruiz. “Por una cuestión de tendencias hemos puesto el foco en Asia, pero con quien tenemos un vínculo es con Latinoamérica. Nos unen muchas cosas, no solo el idioma, también una base cultural, en la que el catolicismo tiene un peso importante. El futuro del arte en España es Iberoamérica”.

España por sí misma también cuenta con sus propios resortes, aunque le falta el último empuje para encajar en el puzle del mercado internacional. “Somos una potencia cultural; somos el país de Picasso y de Paco de Lucía”, opina Ruiz. “El problema es que no existe una tradición de coleccionistas, especialmente porque en época de Franco el arte contemporáneo se consideraba subversivo. Aunque recuperamos mucho a partir del 82, cuando comenzó Arco, todavía no nos creemos que somos una potencia”. Y paralela a la falta de proyección exterior, una cierta incomprensión interior: “En España nos hemos apoyado en una idea romántica del arte, pero el arte es una industria”. Una que, además, no parece sentir el azote de la crisis, al menos si se mira a los récords en subasta. El último, los astronómicos 191,6 millones de euros que la familia real catarí pagó a principios de mes por Los jugadores de cartas de Cézanne. Una cantidad que a Ruiz le resulta "perfectamente lícita" en un mercado capitalista. "Es saludable, porque produce plusvalías y hace que la industria se mueva".

Si este año no se tuerce in extremis, Arco también probará su rentabilidad a pesar del mal trance económico: “Para mí hay cuatro razones de este éxito: la primera, el arte es un valor refugio muy seguro; la segunda, el coleccionista no solo es un inversor, sino que también disfruta de lo que compra; la tercera, Arco es un evento social importantísimo, y cuarta, las galerías traen a su artillería más pesada, y eso es muy atractivo”.

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