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62ª BERLINALE

'Reggae', delatores y una sorpresa filipina

Kevin McDonald presenta a certamen un documental sobre Bob Marley El filipino Brillante Mendoza narra en 'Captured' el secuestro de un grupo de extranjeros por la guerrilla islamista James Marsh retrata al IRA a través del dilema moral de una madre

Toni García
Neville Garrick baila con Kevin Macdonald y Rohan Marley en la presentación de la película 'Marley', en la Berlinale.
Neville Garrick baila con Kevin Macdonald y Rohan Marley en la presentación de la película 'Marley', en la Berlinale.Andreas Rentz (Getty Images)

La primera auténtica sorpresa de la Berlinale ha llegado con el pase hoy de Captured, la última película del realizador filipino Brillante Mendoza. Mendoza, gurú de la cinefilia radical, estrenaba en la ciudad alemana Captured, una película muy esperada por sus fans y que –en parte- parece haberles decepcionado esta mañana a juzgar por la desapasionada reacción al filme por parte de la platea. Sin embargo no sería injusto decir que la historia (real) de un grupo de extranjeros secuestrados por una guerrilla islamista y arrastrados a un calvario sin final feliz es una de sus mejores películas: consistente, sólida, emotiva pero también apabullantemente terrenal. Algunos preferirán la textura de negro sobre negro de Kinatay, aquel terrorífico retrato de un tipo metido (sin comerlo ni beberlo) en una noche destinada. Un filme que con su factura rústica (y descuidada) despertó amores incondicionales y odios exacerbados a partes iguales en su presentación en 2008 en Cannes.

Kinatay no tiene nada que ver con Captured, una película mucho más convencional pero con un acabado exquisito y de una madurez desconcertante, pero está claro que para los que apreciaban en el director la figura del rebelde que –machete en mano- cambiaría la historia del celuloide van a tener que buscar otro gurú porque Mendoza se les ha torcido un pelin.

Otro experto muy distinto, más tirando a icono, es el que presenta Marley, una película de Kevin McDonald sobre el músico de reggae más famoso de la historia. Este documental de más de dos horas repasa la carrera de Bob Marley, desde sus inicios cantando entre amigos, a sus conciertos para decenas de miles de personas en todo el mundo. McDonald, director de la magnífica El último rey de Escocia, se pone tierno (sin perder nunca la batuta) para hablar de un hombre que según sus propias palabras: “Separaba a las hormigas cuando se peleaban” y parecía tocado por algo más que unas rastas. En Marley hay sitio para las risas, los conciertos, la camaradería y un montón de canciones de Bob (hasta 50), en un trabajo que obliga a torcer las comisuras de los labios para esbozar aquello tan poco habitual en los festivales de cine de primera división, siempre tan circunspectos: la sonrisa.

Por último pudo verse lo más nuevo de ese pequeño genio (con aspecto de villano bondiano) llamado James Marsh, firmante de obras maestras del documental como Man on wire o Project Nim y que entraba en el universo del largometraje con mayúsculas gracias a Shadow dancer. La película, con ecos de El delator, Agenda oculta o del capítulo de la miniserie Red Riding Trilogy (que dirigió el propio Marsh) cuenta la historia de una mujer irlandesa que debe escoger entre la lealtad a los suyos (el IRA) o la perdida de su hijo a manos de las autoridades que la chantajean para que delate a sus colegas republicanos. Todo en una cinta donde la trama cuece a fuego lento y la atmósfera huele a chamusquina: “Quería explorar una historia de supervivencia en un foco de tensión donde nadie puede confiar en nadie y esta historia me daba la oportunidad de hacerlo desde una perspectiva única”, contaba Marsh, nuevo niño prodigio del cine de autor con sello británico, a EL PAÍS. Su filme, que fue presentado en Sundance, es una pelea de géneros en la que acaba ganando el drama. Por KO.

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