Samuel Aranda: "Lo importante es mostrar lo que está ocurriendo"
El fotógrafo español ganador del World Press Photo explica la imagen galardonada
La voz del fotógrafo catalán Samuel Aranda (Santa Coloma de Gramanet, 1979), ganador del premio World Press Photo en la categoría Photo of the Year de 2011, suena tranquila por teléfono. Desde que supo la noticia, su teléfono tunecino no ha parado de sonar, y la cobertura es tan deficiente que hasta que no sale a la terraza resulta imposible entender una palabra. Antes de que se corte la llamada y sea imposible retomar la conexión, tiene tiempo de contestar a unas preguntas para EL PAÍS.
Quizá es una metáfora de que, para comunicarse, hay que intentar salir siempre de la zona de confort. Como ha hecho este fotógrafo independiente que ha retratado buena parte de las revoluciones árabes en Túnez, Yemen, Libia y Egipto. Su trayectoria está asociada a la denuncia de las disonancias, las víctimas de conflictos bélicos y la supervivencia de los desposeídos. Entre otros tema, su cámara ha captado el influjo de inmigrantes africanos en España, el entorno de la Camorra napolitana, los menores inmigrantes en España, los niños que malviven en las calles en Bucarest, la Franja de Gaza, la memoria histórica de los represaliados del franquismo…
Aranda piensa que existe el riesgo de poner la autoría por encima del periodismo
Aranda comenzó a colaborar, a los 19 años, con EL PAÍS y El Periódico de Catalunya, y ha trabajado también para la Agence France-Presse y la agencia Efe. Su inquietud le ha llevado a fotografiar en Colombia, Kosovo, Sudáfrica, Moldavia, Uzbekistán. Pero ha sido Yemen el país cuya realidad –la de un pueblo que se levantó para reclamar libertad y justicia al presidente Ali Abdullah Saleh— ha salido a la palestra por la imagen que tomó el 15 de octubre de 2011.
La foto premiada muestra a una madre cubierta por un velo integral de la que apenas vemos su nariz y las manos, enfundadas en guantes de látex, que sostienen a un familiar herido durante la represión de las manifestaciones en Yemen. “Esa imagen está tomada en las puertas de una mezquita en Saná, tras una manifestación en la que francotiradores del Gobierno mataron a 10 personas e hirieron a otras tantas", relata Aranda. "La mujer que aparece en la imagen está esperando a recibir asistencia sanitaria. Allí estuvo sentada durante unos segundos antes de poder entrar. Instantes después, se llevaron al herido. Pertenece a una serie de cuatro o cinco fotogramas. Recuerdo el caos del momento, todo el mundo estaba gritando…".
Un instante de piedad, de ternura y de recogimiento, pero en el que la mujer aparece "con una entereza brutal", según Aranda. Lo cual contrasta con la imagen habitual de la mujer en esos países. "Estamos acostumbrados a ver a mujeres llorando en las imágenes que nos llegan del mundo árabe. Esta foto muestra algo diferente", afirma.
"Ella no llora ni grita, sostiene al familiar entre sus brazos mientras espera a ser atendida. Refleja la fortaleza de la mujer. No es tan raro. Creo que la imagen que tenemos en los países de Occidente de la mujer del mundo árabe como una persona oprimida no es del todo cierta. En Yemen, en la plaza donde se sucedieron las grandes manifestaciones, las líderes de la revolución son mujeres. En la sociedad yemení, son ellas las que realmente llevan el peso".
Aranda no elude en la conversación —breve por la pésima calidad de la línea telefónica— el debate, constante en la profesión, sobre el significado de la intervención del fotógrafo como persona que documenta una realidad. "Hoy recibiré no sé cuántas llamadas para felicitarme por el premio", dice. "Pero lo fundamental", recalca, "es que seamos conscientes de que lo importante no soy yo como fotógrafo. Es la mujer que fotografié, que muestra lo que está pasando en Yemen. Llevan un año de revolución, están machacados y nadie se acuerda de ellos".
Con humildad, Aranda piensa que existe el riesgo de poner la autoría por encima del periodismo. "Nosotros documentamos lo que pasa. No somos artistas ni creadores. Para mí, el fotoperiodismo es un oficio. Y creo que a veces nos olvidamos de ello, los fotógrafos corremos el riesgo de ser muy egocéntricos".
En España, nunca, ningún medio le ha dado la suficiente importancia a la fotografía
El fotógrafo catalán también ha declarado que espera que "esos editores gráficos que antes no te cogían el teléfono, ahora cojan las llamadas". Ningún medio español ha ofrecido un contrato estable para que cubra las revoluciones árabes, a pesar de haber sido portada en múltiples ocasiones en el periódico The New York Times. "Soy freelance", afirma. "Desde que empezó la primavera árabe, el 90% de mis ingresos han provenido del New York Times. En los últimos cuatro meses, tengo unas condiciones estables: me han hecho seguro médico y tengo exclusividad con el periódico a nivel de prensa diaria. Actualmente sólo trabajo con el NYT y el Magazine de La Vanguardia".
Mientras el ganador de la imagen del año del World Press Photo vende sus trabajos a la prensa estadounidense y es representado por la agencia Corbis, como fotógrafo ha sufrido en muchas ocasiones el desinterés de los medios españoles. ¿Qué está pasando?
"Es un problema, está muy viciada la situación", se lamenta. "Es como una espiral. En España, nunca, ningún medio le ha dado la suficiente importancia a la fotografía".
La conversación se corta y el operador tunecino ofrece todo el rango posible de mensajes de error que indican que Samuel Aranda, y su número de teléfono, están al límite. Como la cuenta bancaria de un fotógrafo independiente, premiado con el más prestigioso galardón del fotoperiodismo mundial, que hasta hace poco tenía grandes dificultades para pagar sus facturas.
Babelia
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