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Marañón: “La continuidad de Gerard Mortier está garantizada”

Daniel Verdú
El presidente del Patronato del Teatro Real, Gregorio Marañón.
El presidente del Patronato del Teatro Real, Gregorio Marañón.

Los cambios políticos suelen traer —a veces casi al día siguiente de las elecciones— bruscos movimientos de sillas en las instituciones culturales. Pero en algunos casos, como ha sucedido en el Teatro Real, el nuevo Ministerio de Cultura y Educación opta por no hacer experimentos con algo que funciona. El coliseo madrileño dio ayer un paso adelante para mantener la estabilidad de su proyecto artístico e institucional y renovó los asientos clave en la mesa de su patronato. De este modo, se amplió por unanimidad y por cinco años más la confianza al presidente del Patronato, Gregorio Marañón, y al escritor Mario Vargas Llosa. Además, entrarán como patronos de honor el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón (que abandonaba el patronato al dejar la alcaldía de Madrid), Esperanza Aguirre y la exministra de Cultura Carmen Alborch.

“Puse mi cargo a disposición del ministro de Cultura. Quien sea presidente del Real en estos tiempos difíciles tiene que contar con el pleno respaldo de Patronato y ministerio. Y el ministro ha tenido a bien no aceptar mi dimisión”, explica Gregorio Marañón.

El presidente del Patronato asegura que con esta renovación queda “consolidada la autonomía de la institución” y “garantizada clarísimamente” la continuidad del actual director artístico, Gerard Mortier. “Supone de facto un respaldo a lo que está siendo el proyecto del Real que, en gran medida, representa Mortier. En su proyección internacional, en la búsqueda de la excelencia musical o en el acercamiento a nuevos públicos. Su continuidad está absolutamente asegurada”.

Pero la dirección del teatro debe ahora pensar ahora también en términos de recortes y ahorro (el Teatro está sumido en plena negociación con el comité de empresa para revisar las condiciones laborales de la plantilla). “No conocemos todavía el alcance de los posibles recortes. En nuestro presupuesto, de momento, se ha incluido lo anunciado desde hacía tres años (una bajada del 10%). Supongo y espero que será similar a la que se apliquen a otras instituciones”, señala Marañón.

Y esas instituciones “parecidas” unos problemas cuya mejor ilustración es la sombra del ERE temporal que amenaza al Liceo de Barcelona. ¿Puede suceder algo así en Madrid? “El Real se encuentra en relación con instituciones parecidas en una situación excepcionalmente favorable. El peso de la financiación pública es solo del 42%. Además, contamos con un mecenazgo privado que funciona admirablemente bien. La sociedad civil respalda nuestro proyecto. Pero ciertamente la situación general es muy difícil. Seguiremos haciendo un esfuerzo de adaptación inmediata con todas las medidas necesarias para lograr que el proyecto siga funcionando con la mayor normalidad. Pero no podemos sentirnos ajenos a las circunstancias que nos rodean. Ninguna medida es descartable”, apunta el presidente del Patronato.

Una de las bazas con las que cuenta y ha cuidado mucho el teatro es el aumento de ingresos por patrocinio. “La nueva ley de Mecenazgo [que presumiblemente aprobará el PP] contribuiría a que se fomente más allá de las cotas que hoy tiene. No creo que sea un proceso automático, pero ayudará a que mejore la cultura de mecenazgo privado. Además, hay que ver si en esta situación se pueden mantener los precios de las entradas de estos espectáculos. Y eso va unido al propósito de aumentar los nuevos públicos.

Al frente de la dirección general, de momento, seguirá Miguel Muñiz. La idea del presidente del Patronato es que permanezca, al menos, hasta el mes de julio, cuando finaliza la temporada operística. “Tiene toda mi confianza. No se ha cuestionado el que siga. Pero su mandato dependerá de sí mismo, de su propia proyección”.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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