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'Periodismo DOC', sin etiquetas

Los cronistas sudamericanos Leila Guerriero, Cristian Alarcón y Gabriela Wiener difunden optimismo sobre el futuro de la profesión en una charla en Casa América

El apocalipsis no es para tanto. O más bien, ni siquiera es un apocalipsis. Con esta inyección de optimismo llenaron ayer los periodistas sudamericanos Leila Guerriero, Cristian Alarcón y Gabriela Wiener un vaso que cada día más redactores ven vacío: el del futuro de la profesión. El porvenir del género periodístico, y en particular de la crónica literaria, era justamente el tema central del encuentro ¿Cómos se renueva el viejo Nuevo Periodismo? La literatura en el Periodismo, celebrado anoche en la madrileña Casa de América.

"No creo que nos encontremos ante el fin del mundo. El Nuevo Periodismo [el que hace suyos los recursos literarios de la narrativa] nunca se dirigió a una cantidad masiva de lectores", arrancó la charla la cronista argentina Guerriero. La misma percepción tenía Alarcón, además de una suerte de deja vú: "Cuando nació Crítica [un periódico argentino fundado en 2008 y que cerró el año pasado] se dijo que era el último diario de papel que se abría en Argentina y no ha sido cierto. Se sigue necesitando buen periodismo".

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Más que nuevo y viejo, justamente bueno parece ser la contraseña para acceder al futuro del oficio. "Cuando empecé a trabajar de periodista no tenía la menor idea de qué estaba haciendo. No lo llamaba ni periodismo narrativo, ni crónica. Solo intentaba escribir, a partir de cosas que había leído y me habían gustado", recordaba Guerriero.

Como muchos de sus compañeros, la argentina acabó en esa olla cuya etiqueta ponía Nuevo Periodismo. Décadas después, ese papelito aparece amarillento y obsoleto, tanto que ha llegado el momento de cambiarlo. Es lo que sostenía poco antes de la conferencia Martín Caparrós, también periodista argentino: "Habría que retomar el procedimiento que dio vida hace 55 años al Nuevo Periodismo, buscar una renovación constante. Se podría hablar de Nuevo Periodismo permanente, el mismo concepto que usaba León Trotsky para la revolución soviética".

Como toda revuelta, esta también conllevaría sus riesgos. Y ese debería ser para Guerriero uno de los puntos de partida para despertar quienes se estén durmiendo en los laureles. "Hoy en día se toman pocos riesgos en el formato, en la manera de redactar. Una cosa es tener un estilo propio, pero otra totalmente distinta es caer en el autoplagio", aseguraba la periodista.

El moderador, el periodista de EL PAÍS Guillermo Altares, echaba entonces a calentar en la sartén de Casa América otro asunto central: la importancia de un buen tema para el éxito de un reportaje. Cada chef estaba llamado a explicar qué receta seduce al lector. Según Wiener se trata de asar todo artículo durante un tiempo. "A medida que convives con una historia te das cuenta de que el tema era más complejo de lo que pensabas", afirmaba la cronista peruana. Alarcón en cambio busca darle a su plato un sabor humano: "Cuando encuentro un personaje tengo la certeza de que hay algo que contar". Y Caparrós intervenía desde el público para añadir otra especia: lo inesperado. "Suelo pensar que una crónica es buena cuando a la media hora me doy cuenta de que estoy leyendo algo del que no me importaba lo más mínimo", defendía el argentino.

"No creo que haya temas, hay autores. El punto central es la mirada de quien esté contando esa historia", terciaba Guerriero. Lo que llevaba de nuevo a la casilla de salida, a la supervivencia de esa mirada. Altares hacía hincapié en la importancia de una empresa periodística fuerte para acompañar la andadura del redactor. "El Watergate estalló sobre todo gracias a que la propiedad del Washington Post de entonces quiso ir hasta el fondo del asunto pese a las presiones y las amenazas de denuncias", sostuvo. "En AméricaLlatina estamos acostumbrados a trabajar contra las empresas y no gracias a ellas", le respondió Caparrós. Y Alarcón reivindicó: "No tengo que agradecerle nada a ninguna empresa periodística". Al fin y al cabo, si se puede afrontar en solitario y hasta sacando pecho, este apocalipsis no será para tanto.

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