Vino, lechazo y rock and roll

A partir de las ocho de la mañana, cuando en cualquier otro festival la fiesta solo puede seguir de campin para dentro, Sonorama cierra su recinto ferial y abre Aranda para que continúe el baile. Esta localidad burgalesa aumenta en 10.000 personas diarias su población durante los cuatro días de una cita que desde el pasado jueves agita la Ribera del Duero con lo mejor del pop-rock español.

La riada hace parada en las calles aledañas a la plaza del Trigo a la espera de que el sol del mediodía vuelva a encender guitarras y sintetizadores. La mañana de ayer, Hola a todo el mundo se subió al pequeño escenario de la plaza con sus pinturas y plumas de guerra para ponerle un poco de folk a los valientes que siempre quieren más. El sol empezó a apretar y los comercios de Aranda a despachar el aperitivo a base de Riberas de Duero, morcillas, chorizo y demás exquisiteces gastronómicas propias de esta orilla del río. Dinero se aprovechó de un público ya abastecido y abarrotó la plaza del Trigo con 4.000 personas bailando su rock a las 14.30 de la tarde de ayer.

El sol empezó a apretar y los comercios de Aranda a despachar el aperitivo a base de Riberas de Duero, morcillas, chorizo y demás exquisiteces gastronómicas propias de esta orilla del río.

El concierto de los ganadores de la última Batalla de las Bandas de Hard Rock Café fue tan sonado que horas después, Juan Aguirre, la mitad de Amaral, preguntaba a los asistentes a su rueda de prensa por las consecuencias del directo del trío madrileño. Aguirre no pudo asistir al recital porque practicaba otra de las actividades propias del Sonorama, la ingesta del lechazo. La perspectiva cambia con este plato sobre la mesa y la idea de volver al campin pinta más lejana cuando las charangas enfilan por las calles del centro de la ciudad. En la plaza de San Antonio, la batucada ayudó a hacer la digestión con ABBA y Lady Gaga.

La noche de Xoel y El columpio asesino

Xoel López, ex Deluxe, inauguró la tercera jornada con un público muy encendido pese a los 40 grados que cayeron ayer sobre Aranda y que aún se dejaban sentir cuando el gallego se subió a uno de los escenarios del recinto del Sonorama. El foso estaba tan entregado que cuando López trató de despedirse, el grito de la gente para impedírselo, a falta de hit, recordó uno de sus éxitos, 'Que no'. La Orquesta Poligonera supo aprovechar la efervescencia y contraatacó con su repertorio de banda sonora de pueblo pop. El proyecto ideado por Iván Ferreiro, en el que participan Coque Malla, Annie B. Sweet y algunos miembros de la banda granadina Lori Meyers, entre otros, calentó el festival con sus particulares versiones de temas de Radio Futura y Alaska.

Entrada la noche, el pop mediterráneo de La habitación roja hizo patria de festival en español, mientras que Dos bandas y un destino, la fusión temporal de Coronas y Arizona Baby, puso a la gente "en almibar" por orden del cantante con su espectáculo, una mezcla entre una película del oeste, un pasodoble de pueblo y rock and roll. Supersubmarina y Shout Out Louds fueron los últimos en explotar el recurso de los estribillos perfectos antes de que el Sonorama se empezara a retorcer con los ritmos discotequeros de Rinôcèrôse.

Descontracturados brazos y espaldas, el final de la noche se acercaba y El columpio asesino disparó su oscuridad electrónica con temas como Perlas y Toro. Después, el camino se bifurcó entre aquellos que se dejaron hechizar por los ritmos africanoides de El Guincho y los que se metieron en la carpa a esperar la sesión de The Zombie Kids con la psicodelia de Lüger.