La canción del 'antiverano'
Un repaso a temas de inspiración estival que jamás sonarán en las discotecas de playa
En el imaginario popular existe una serie de canciones que han acompañado momentos de playa, verbena y sangría. Los músicos han sabido captar ese sentimiento y se han inspirado en el periodo estival para componer letras eternas. Muchos de ellos han convertido sus piezas -y hasta su forma de vida- en una oda al verano. Sin embargo hay otros que, lejos de alabarlo, mantienen una relación de melancolía o hastío hacia esta época del año.
Arrepentimiento. Esto fue lo que debió de sentir el vocalista de Los Nikis, uno de los grupos más destacados de la movida madrileña, cuando bajó del autocar que le llevó de Madrid a Benidorm. Guiados por un anuncio que ofrecía gozar del descanso en uno de los destinos vacacionales por excelencia, los Nikis retratan a las claras lo que, al contrario de lo que puedas pensar, te encuentras en la costa levantina: "el tanga del de al lado es como el de Tarzán", "¡esta playa es la peor!" o "señora, baje un poco a Georgie Dann" son algunas de las perlas que el grupo madrileño le dedica al Manhattan español bajo el explícito título de No vuelvo a ir a Benidorm.
Los Refrescos tenían la costa algo más lejos cuando en 1989 escribieron Aquí no hay playa. Canción canalla que reparte una de cal y otra de arena a Madrid. Por un lado, enumera alguno de los lugares emblemáticos que posee la capital de España, pero por otro y de manera compulsiva le recrimina lo más grave: la ausencia de playa. Un himno generacional que, a qué negarlo, también tararean los madrileños.
Aunque el núcleo duro del verano se centre en julio y agosto, septiembre empieza a ganar fuerza para aquellos que buscan menos tumulto. Por eso también es necesario incluirlo en este cancionero nacional. Toca volver a la rutina, regresar a la residencia fija, despedirse de la pandilla hasta el año siguiente y empezar la cuenta atrás desde el puesto de trabajo (si eres afortunado). Iván Ferreiro, líder de Los Piratas, parece conocerlo bien. Para él, septiembre es un momento ideal para pasar página y olvidarse de los despechos, decepciones y confesiones dolorosas, como nos propone en Años 80.
El noveno mes del calendario también está estrechamente relacionado con las obligaciones estudiantiles. Academias, libros de texto, la vuelta al cole de supermercados y la presión de los exámenes de recuperación. Josele Santiago se basó en una historia real de un chico que se suicidó después de conocer que había suspendido los exámenes para componer Septiembre, todo un alegato a la insumisión y, por qué no, a la vida epicúrea. La canción pertenece al tercer álbum de la banda, La vida mata, de 1990.
Lo que queda claro es que las canciones que hablan del verano no entienden de géneros. Sí, existe toda una industria dedicada exclusivamente a colocar sus productos en los altavoces de las discotecas playeras, pero ¿quién recuerda ahora a Sonia y Selena o a las Ketchup? ¿Aprendimos realmente a bailar country con Coyote Dax?
Por eso, más allá del pop que logra mantener sus propuestas durante la cuesta de enero y afianzar alguno de sus estribillos pegadizos en las tarimas del chiringuito (véase Shakira o Maná), Los Planetas lanzaron en 1997 La Playa. Incluida en el famoso disco que casi acaba con ellos, Una semana en el motor de un autobús, esta canción maldice a aquel afortunado que se va dejando al resto encajado en medio de la ciudad. O el cantautor Quique González, que tiró de una tormentosa mañana de verano y de las horas pastosas de los meses de canícula para componer Pájaros mojados.
Nada mejor para los estados anímicos dolorosos que buscar un lugar seguro y, si se pone feo, mirar para otro lado: canciones urbanas que sirven de consuelo para quienes les ha tocado quedarse oliendo a alquitrán. Como el punk-rock de Siniestro Total en Viene el verano. Bastan estos dos minutos para condensar el agobio que puede suponer todo el día entre arena, niños chillones, crema protectora o sol a destajo para el que vive de noche. El resumen es, nada menos, así: "Oh, nena, ¿qué puedo hacer? Ya viene el verano: no me sienta nada bien / A ningún vampiro nos gusta el sol: nos pone muy malo / Yo no soy una excepción".
El encuentro fortuito que deriva en un Verano fatal y provoca el comienzo de una relación amorosa (musical y real) le sirvió a Christina Rosenvinge y Nacho Vegas para dar título al disco conjunto que grabaron en 2007 y para recordarnos que "a una primavera en calma siempre le sucederá un verano fatal".
Pero no sólo el repertorio patrio ha dado cabida a este tipo de impresiones. El grupo femenino Bananarama sintetizaba, en 1983, los sonidos y olores dela ciudaden Cruel Summer: asfalto ardiendo, aire seco y la metrópoli en ebullición mientras los amigos están fuera. Una verdadera crueldad. Joe Cocker, no obstante, critica las horas de luz pero se deja embriagar por las nocturnas para buscar una mujer y poder bailar, sin horarios, hasta el amanecer en Summer in the city. Moraleja: El verano es único, aunque (como se ve) tenga sus detractores. En la ciudad, en la playa, en el pueblo, en mitad de un atasco... hay que aprovecharlo. Porque, cuando quieres darte cuenta, se ha evaporado.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.