Habitación con vistas (al interior)
Para los aficionados al cine de terror, Hammer es más -de hecho, mucho más- que el nombre de una productora: es, también, la evocación de toda una sensibilidad a la hora de abordar lo fantástico y de un capítulo de oro en la evolución del género, que no sólo tuvo que ver con la demolición de ciertos tabúes de representación -las películas de la Hammer eran más sangrientas que sus precedentes y erotizaban la herencia gótica de la Universal-, sino también con la voluntad de adensar los claroscuros morales de un imaginario heredado. La Hammer tuvo a un indiscutible orfebre en sus filas -Terence Fisher-, propició la popularidad universal de un icono esencialmente british -el dr. Quatermass, creado por el guionista Nigel Kneale- y consolidó un sólido star system propio, encabezado por Christopher Lee y Peter Cushing, que dotaba a los arquetipos de una convicción interpretativa propia del actor de primera división.
La víctima perfecta
Dirección: Antti Jokinen. Intérpretes: Hilary Swank, Christopher Lee, Jeffrey Dean Morgan, Lee Pace, Sean Rosales. Género: Terror. Estados Unidos-Gran Bretaña, 2011. Duración: 91 minutos.
Con todo, la Hammer parecía condenada a identificar una parcela del pasado en la memoria cinéfila hasta que, con el cambio de milenio, aparecieron las primeras noticias que hablaban de un regreso de la firma... de entre los muertos (como correspondería a la naturaleza de su catálogo) con el apoyo del mogul televisivo John De Mol. Por el momento, el resurrecto logotipo Hammer ha llegado a las pantallas españolas encabezando el remake americano de "Déjame entrar" (2008) de Thomas Alfredson -la notable "Déjame entrar (Let Me In)" (2010) de Matt Reeves-, película que daba un estimulante baño de contemporaneidad al mito vampírico, y la presente -y, lamentablemente, mucho más rutinaria- "La víctima perfecta", que podría entroncar con otro interesante apartado en el catálogo de la productora: esa línea de thrillers psicológicos con giro final, nacidos bajo el influjo de "Psicosis" (1961), que se abrió con "El sabor del miedo" (1951) de Seth Holt y prosiguió con títulos como "Maniac" (1963), "El alucinante mundo de los Ashby" (1963) o "Hysteria" (1965), entre otro.
La víctima perfecta", que en el mercado americano tuvo un estreno limitado antes de su inmediato lanzamiento en dvd -una decisión que a este crítico no le parece precisamente escandalosa-, contiene a Christopher Lee como gratificante presencia crepuscular, dispuesta al relevo generacional de la inquietud, y aporta la heterodoxa decisión de aportar su gran giro a mitad de metraje. La revelación aporta un rebobinado del relato que coloca todas las cartas sobre la mesa ante un dilatado clímax manejado con cierta eficacia, pero sin genio. Sin duda, la presencia de Hillary Swank en cabeza de reparto es lo que explica que aquí la película no haya corrido la misma suerte que en Estados Unidos, pero, a pesar de la intensidad que la actriz aporta a su papel, su desubicación traspasa la pantalla. No es una mala película, pero, lejos de la capacidad de la productora para reformular arquetipos y lugares comunes, aquí el nombre de la Hammer está asociado a un producto del montón.
Babelia
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