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La caja de música de San Telmo

El recién ampliado y remodelado Museo de la ciudad acoge en la misma noche tres de las propuetas más atractivas del Festival de Jazz de San Sebastián

Anoche fue la noche de los experimentos. En la segunda jornada del Festival de Jazz de San Sebastián, el recién remodelado Museo de San Telmo en la parte vieja de la capital donostiarra, se estrenó como un punto más en el que organizar conciertos dentro de esta cita musical del verano que es capaz de implicar a toda una ciudad durante cinco días.

Y fue un experimento importante el de anoche porque la intención de los organizadores de la 46 edición del Heineken Jazzaldia era realizar tres conciertos simultáneamente en tres espacios distintos del mismo edificio, con la particularidad, ademas, de que el poseedor de la entrada pudiera pasearse de uno a otro con total libertad. Es decir, sobre el papel, un lío.

Para darle más emoción a este estreno, Miguel Martín, director del festival, decidió ponerse el listón altísimo he hizo coincidir a tres de los artistas más solicitados por el público en festivales musicales de todo el mundo. El cantante y compositor inglés Lloyd Cole, la voz prodigiosa de la noruega Kristin Asbjornsen y el cuarteto neoyorquino de jazz experimental Mostly other people do the killing

San Telmo se inauguró en 1902 como Museo Municipal de la ciudad de San Sebastián en un edificio de un antiguo convento de frailes dominicos, construido en la falda del monte Urgull a mediados del siglo XVI. La remodelación y ampliación del museo es obra de los arquitectos Nieto y Sobejano y fue inaugurada el pasado 2 de abril después de varios años de obras. La voluntad de los organizadores del festival ha sido integrarlo como uno de los puntos clave en lo que han denominado 'las noche del San Telmo' y que ha sido recibido con gran éxito por el público que ha agotado todas las localidades.

A Lloyd Cole, que anda en gira presentando su último disco Bronken Record, se le reservó el espacio con mayor aforo del edificio, el claustro, en el que se instalaron 400 sillas. Los 230 asientos del patio contiguo, también al aire libre y separado del claustro por un alto muro, se reservaron para la actuación de Asbjornsen y los neoyorquinos se quedaron con las 120 localidades del salón de actos situado a la entrada del edificio. La incógnita principal residía en si el sonido de los conciertos de Cole y Asbjornsen no se solaparían.

Antes de que comenzaran los tres espectáculos, Miguel Martín explicó a las puertas del museo, cómo había previsto la noche. "Cada uno de los conciertos comenzará con un lapso de tiempo de un cuarto de hora entre uno y otro de tal forma que en un momento de la noche los tres estarán en marcha simultáneamente. Se trata de darle al público la oportunidad de poder disfrutar de tres estilos muy diferenciados, si quiere, o de decidirse por uno solo". Es decir, San Telmo se convertiría en una especie de caja de música en la que se generaría, cada noche, un micro festival dentro del Festival de jazz.

Así, cuando pasaba media hora de la media noche, Lloyd Cole se subió al escenario del claustro iluminado por una tenue luz azul, para comenzar un intimista y preciosista concierto lleno de canciones de su nuevo disco Broken Record y de algunos de los temas rescatados de su etapa ochentera con The Commotions. Acompañado de otros dos músicos, la propuesta de Cole fue de voz y tres guitarras acústicas, nada más. Tan delicado como efectivo. No resultó una buena idea, desde luego, situar una barra de bar y un puesto de perritos calientes en el claustro ante un concierto de aquellas características y calidad.

Transcurrido un cuarto de hora del concierto de Cole, la dirección del Festival, se dio cuenta de que la batería, el bajo, y las dos guitarras que acompañan a Kristin Asbjornsen, montarían demasiado ruido como para no solaparse con lo que ocurría en el claustro, así que decidió posponer la actuación de la noruega hasta que hubiera terminado Cole. Mientras los componentes de Mostly other people do the killing daban rienda suelta a su vanguardismo sin molestar a nadie en un salón de actos perfectamente insonorizado.

Finalmente no pudo ser lo de la simultaneidad y la velada terminó pasadas las tres de la madrugada, pero el intento fue valiente y desde luego, por 15 euros, se pudo disfrutar de una de las noches más intensas y memorables que probablemente dé esta edición del festival.

Lloyd Cole y su banda, en San Sebastián.
Lloyd Cole y su banda, en San Sebastián.JESÚS URIARTE

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