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"No me gusta ser el centro de atención"

Maria João Pires, considerada por muchos como la mejor pianista del mundo, vuelve a visitar España

Maria João Pires (Lisboa, 1944) empezó a tocar el piano de oído. Un profesor iba a su casa a dar clases a su hermana y cuando se marchaba, Pires se dirigía al piano y reproducía las partituras mentalmente. Tenía tres años. A los cinco se estrenó en el escenario, y a los seis tuvo su primer piano. Pero Pires, considerada por muchos como la mejor pianista del mundo, se niega a que la tilden de niña prodigio. "Eran piezas muy fáciles: la Sonata Fácil de Mozart (KV 545), una cosa de Albéniz que no me acuerdo... Todavía hay gente que conserva los programas. Yo no. No me gusta conservar nada del pasado", comenta con la sonrisa de quien se siente incómodo hablando de sus logros. Maria João Pires visitó la semana pasada España para su último recital en el Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial junto con la Orquesta de Cadaqués.

"Trabajé limpiando casas para poder pagarme los estudios, porque la beca no era suficiente"
"La clave de una interpretación está en combinar ligereza con temperamento"
"Mi agente y yo tenemos una fecha de retirada: 2014, que es cuando cumplo 70 años"
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En el conservatorio de Lisboa, donde empezó a dar clases, le dieron una beca para estudiar en Alemania con el pianista Karl Engel. "La posguerra en Alemania fue una época muy dura. Trabajé limpiando casas para poder pagarme los estudios, porque la beca no era suficiente".

Maria João Pires está por debajo del metro y medio de estatura, pero toca casi con la punta de los dedos, sin piedad con el pedal y con los ojos cerrados el Concierto Nº 4 de Beethoven, incluido en el programa de su último recital en San Lorenzo de El Escorial. "La clave de una interpretación está en combinar ligereza con temperamento. No hay que tocar pensando en el público ni en lo que sientes. Hay que dejarse llevar por la música".

Su voz también es suave pero enérgica, y como si interpretara a Chopin, está llena de silencios. Piensa las respuestas con exactitud y se disculpa porque el español, dice, no está entre las lenguas que domina, aunque no se le da mal. "Todos los libros que leo son en francés o en alemán, porque son los idiomas que mejor hablo". ¿Qué libro tiene ahora entre manos? Rompe el silencio con risa, y responde: "no sé decirte. Estoy leyendo varias cosas a la vez... un libro científico, una novela, un manual... en cada momento del día me gusta una cosa diferente". Lo que sí parece tener claro es su director de cine favorito: Akira Kurosawa. Aunque, de nuevo, vuelve la duda: "En realidad es difícil decir que es mi preferido. Woody Allen también me gusta a veces".

Pero hay un campo en el que ni se arriesga a dar nombres ni duda. Compositores y piezas predilectas. "Hay que tocar cada obra como si fuera la única. No me gusta pensar que una obra o un compositor es más importante que otro. Cada obra es la importante cuando la estás tocando". El cetro de poder en la cumbre de los pianistas que hacen historia lo comparte con Zimerman, Pollini y Sokolov. Hombres. "Las mujeres lo tenemos más difícil porque tenemos que compaginar el trabajo con la vida privada. Para ser igual que un hombre no deberíamos tener hijos". Cuando tenía 30 años, tuvo que elegir entre las salas de concierto y sus hijas pequeñas. Eligió lo segundo. "Estuve cuatro años y medio sin tocar. Pero sin tocar nada, porque no teníamos piano en casa. Cuando volví, solo tardé un mes en recuperarlo". Y hasta ahora. "Al día estudio tres horas, dos, una, nada..." ¿No ha pensado en retirarse? Respira. "Espero que sea pronto. Estoy cansada. Mi agente y yo teníamos una fecha: 2014, que es cuando cumplo 70 años", y sonríe a sabiendas de que antes de que llegue ese momento, muchos escenarios en el mundo reclaman su presencia.

El pianista, el solista por excelencia, parece condenado a la más absoluta soledad en el escenario. Maria João Pires se rebela. "Liszt fue el precursor del lucimiento del solista. La música está para compartir, y el pianista es un músico más. A mí no me gusta ser el centro de atención y siempre quiero tocar acompañada". Así, ha compartido tablas con las principales filarmónicas y solistas del mundo, y protagonizó el pasado jueves, junto con la orquesta de Cadaqués, el concierto estrella de esta edición del Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial. "Nunca había tocado con la orquesta en conjunto, pero ya conocía a algunos músicos, y a su director, Jaime Martín". El programa lo llenaban Beethoven y Mozart, dos de los compositores en los que está especializada.

Pires tiene residencia en los dos lados del Atlántico. Una en Brasil y otra en Suiza. Antes era propietaria de una granja en Castelo Branco, Portugal. Belgais, una escuela de música donde "vivía", "aprendía", "ensayaba" y donde puso en práctica su gran apuesta: el aprendizaje. "Apostar por la educación no siempre es sencillo, porque tienes que luchar contra el poder, que no pone las cosas fáciles. Hay mucha manipulación", sentencia con dolor. Tuvo que cerrar la escuela por disputas con las autoridades portuguesas. De allí se fue a Brasil y ya nunca volvió a la finca. Aun así, el interés por la educación le corre por las venas, pero en su familia el piano solo lo toca ella. "Ni mis hijos, ni mis nietos. Y me parece bien". Los consejos le brotan con las palabras. "No hay que competir. No hay que intentar diferenciarse del resto. Simplemente hay que dejarse llevar por las notas y tener claro si lo que uno quiere en la vida es dedicarse a la música o querer hacer carrera con ella. Son dos cosas diferentes".

La pianista portuguesa Maria João Pires
La pianista portuguesa Maria João PiresRICARDO GUTIÉRREZ

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