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Toros | Feria de Abril

El Juli, un torero de fuste

El diestro madrileño sale a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza tras demostrar temple, oficio, seguridad, buen gusto y mando

El Juli salió a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza después de demostrar que es un torero de fuste; es decir, de entidad y sustancia. Atraviesa una etapa de gracia, de temple, de oficio, seguridad, buen gusto y mando. Tiene las ideas muy claras, derrocha ambición y entrega, y actúa como la ilusión de alguien que empieza, como si le quedara todo por hacer. El Juli es un maestro consagrado, porque parece que ha superado la técnica y torea con el alma, con solemnidad.

Salió a por todas; persiguió a su primero por toda la plaza, un manso corretón y huidizo de salida, y presentó sus cartas en un quite de tres verónicas y media dibujado con el corazón, capotazos hondos, y profundidad y empaque en su ejecución. El toro, noble y encastado, llegó a la muleta con la codicia suficiente para que el torero expresara su concepción el toreo, basada en el dominio absoluto y muletazos largos y ligados. Con un conocimiento exacto de los terrenos y de las condiciones de su oponente, lo embarcó en la muleta y los derechazos surgieron con tanta dimensión, que acabaron en circulares engarzados con pases de pecho henchidos de torería. Bajó el diapasón con la mano izquierda, pero algún natural meritorio consiguió tras doblegar el instinto del animal. La estocada cayó trasera, aunque la ejecutó a ley, volcándose en el morrillo como si en ello le fuera la vida. Y se ganó dos orejas justamente, sin discusión alguna.

Garcigrande/Ponce, El Juli, Cayetano

Toros de Garcigrande, muy justos de presentación -el primero, anovillado-mansos, sosos, descastados y nobles.

Enrique Ponce: pinchazo, metisaca _aviso_ y bajonazo (silencio); pinchazo, media y un descabello (silencio).

El Juli: estocada trasera (dos orejas); pinchazo y estocada trasera (oreja). Salió a hombros por la Puerta del Príncipe.

Cayetano: estocada (silencio); dos pinchazos y estocada muy tendida (silencio).

Plaza de la Maestranza. 29 de abril. Sexta corrida de feria. Casi lleno.

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No ocurrió lo mismo en el quinto, noble, también, pero más soso y menos colaborador. El mismo torero grande, pero en circunstancias diferentes. Y estuvo por encima del toro, y lo embebió en ocasiones y ligó alguna vez, pero su labor fue de tono menor porque no hubo ese entendimiento imprescindible entre toro y torero para que surja la emoción. Sufrió un corte en la mano izquierda al entrar a matar y recibió dos puntos de sutura. Sobró, pues, la oreja, que, a todas luces, fue un premio excesivo. Como excesivo es este público que lo aplaude todo, que carece del más mínimo sentido de la exigencia y comete errores de bulto como ese premio que no debió pasar de la vuelta al ruedo.

Quede constancia, no obstante, que el señor Juli demostró que es un torero de una pieza, aunque le sobrara la Puerta del Príncipe.

La otra cara de la moneda la protagonizaron Ponce, que parece que está de retirada, y Cayetano, porque aún no ha llegado.

El diestro valenciano goza del respeto y el prestigio de las figuras señeras, pero, precisamente por eso, no debe anunciarse en Sevilla si está preso de la desgana y la desconfianza, le asaltan las dudas y no está dispuesto a exponer ni un alamar. Un soso torete fue su primero, que brindó al que fue cirujano de esta plaza, Ramón Vila, y no consiguió un instante que mereciera la pena. Pesado como siempre, recibió un aviso antes de un bajonazo infamante. Peor aún ante el noblote cuarto, una mona de pascua, ante el que fue una caricatura de sí mismo. Ponce ha olvidado, quizá, que un signo de inteligencia es retirarse a tiempo.

Y Cayetano estuvo sin estar en él; su actitud es de una frialdad sorprendente. Torea como un académico, sin ángel, sin contenido, sin entusiasmo, sin sangre en las venas. Es elegante y lo hace bonito, pero no dice nada. No cree en lo que hace, le falta confianza y fe en sí mismo. Quizá, no está preparado para tan alta responsabilidad; quizá, Sevilla le viene grande después de que se mueve entre algodones desde que se enfundó el traje de luces; lo cierto es que se mostró muy por debajo del noble tercero, y no supo qué hacer ante el sexto, desordenado y destemplado, con mucha pose y escaso toreo.

Por cierto, se acabaron las corridas duras. Llegó la pastelería fina, corridas muy justas de presentación y de comportamiento borreguil. Como la de este viernes, por ejemplo, mansa y sosota, pero dulce como el almíbar.

El Juli sale a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza tras cortar tres orejas.
El Juli sale a hombros por la Puerta del Príncipe de la Maestranza tras cortar tres orejas.JULIO MUÑOZ / EFE
Los mansos y nobles toros de Garcigrande propiciaron el triunfo de un maestro en plenitud de facultades técnicas y artísticas; Enrique Ponce y Cayetano pasaron entre silencios por su falta de confianza y aparente desgana. <a href="http://www.elpais.com/toros/feria-de-abril/"><b>Vídeos de la Feria de Abril</b></a>

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