La censura china dicta las notas de Bob Dylan
El cantante estadounidense celebra medio siglo sobre los escenarios sin sus principales canciones en un Pekín que lo ovaciona pero que no llena el Estadio de los Trabajadores
"Lo sentimos, pero Bob Dylan no dará ninguna rueda de prensa y no concederá entrevistas personales. Tampoco está permitida la toma de vídeo, y las acreditaciones de prensa están muy restringidas". Así de cortante explicó un promotor a este periodista las reglas del primer concierto que ayer ofreció el cantante estadounidense en territorio chino.
Y así fue, porque, a sus 69 años, Dylan sólo abrió la boca para entonar sus creaciones frente a los 9.000 entusiastas, en su mayoría jóvenes chinos y expatriados occidentales, que llenaron más del 80% del Estadio de los Trabajadores a pesar del elevado precio de las entradas. Claro que no todos eran fans. Según medios locales, en torno a 2.000 localidades fueron a parar a funcionarios del Ministerio de Cultura, una institución que sólo le concedió el permiso para tocar hace un mes y tras escrutar minuciosamente la traducción de las letras que iba a recitar.
Así, del repertorio llamado a celebrar medio siglo sobre los escenarios del abanderado de la canción-protesta se cayeron líricas como las de The times they are A-changing y Blowing in the wind, un alegato contra la guerra quizá excesivamente rebelde para la censura china, y que Dylan sí entonó en Taipei, la capital de Taiwán, al inicio de esta gira asiática.
Pero está claro que la fuerza económica del gigante asiático es capaz de doblegar al más correoso de los defensores de los Derechos Humanos. Aunque el año pasado diferencias económicas y la negativa a plegarse al autoritarismo de Pekín resultaron en la cancelación de su tour por China, ayer todo fue según lo planeado y el Gobierno incluso ha aprovechado la actuación para hacer gala de su aperturismo. "Hay que entender que (el Ejecutivo chino) siempre está tratando de buscar el equilibrio entre su necesidad de mostrarse liberal y la de mantener el control", aseguró al diario The Guardian un antiguo funcionario del Ministerio de Cultura, Shi Baojun.
No obstante, flotó en el aire el nombre de Ai Weiwei, el artista multidisciplinar chino que las Autoridades han detenido esta semana, y se sintió cierta tensión ante la posibilidad de que el artista americano mandase a la porra lo políticamente correcto para seguir el ejemplo de Björk, que en 2008 gritó "¡Tíbet!" al finalizar la interpretación de su canción Independencia en un concierto en Shanghai y se convirtió así en enemiga del Estado. Claro que, según declaraciones al diario británico The Telegraph del promotor taiwanés del concierto, Jeffrey Wu, Dylan ha firmado una cláusula en su contrato en la que promete "no herir los sentimientos de la población china" durante sus conciertos.
"Ni palabra entre canción y canción"
Así que los incondicionales chinos de Baobo Dilun, como se conoce al cantautor en las entrañas del Gran Dragón, pudieron asistir al concierto sin preocuparse porque fuese a magullar el nacionalismo del país. Y salieron relativamente satisfechos. "Casi no ha dicho ni palabra entre canción y canción. Ni siquiera ha dado las gracias", se quejaba ayer uno de los asistentes a través de la red social Sina. "Es una pena que no le hayan dado más libertad. Se le notaba cortado", se lamentaba uno de los seguidores estadounidenses que sí vibro con Like a rolling stone, cuya interpretación provocó una larga ovación. Sin duda, aunque el comienzo fue frío, los acordes de Dylan fueron encendiendo a un público que terminó de pie, todo un logro en un país acostumbrado a vivir el rock sentado y con manos de plástico para aplaudir sin hacerse daño.
Hoy el cantante repetirá actuación en Shanghai ante un público más liberal y acostumbrado a su música, y viajará después a ciudad Ho Chi Minh. La antigua Saigón será el escenario de su primera actuación en Vietnam, un país en el que sí concederá entrevistas. Sin duda, no hacerlo sería incomprensible, ya que la guerra de Estados Unidos contra ese país encendió la mecha de algunos de sus mejores, y más reconocidos, poemas musicales.
Babelia
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