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Crónica:
Crónica
Texto informativo con interpretación

Enciclopedia de Cueto

Llega 'Cuando Madrid hizo pop' del pensador y escritor asturiano

Durante años, Juan Cueto ha convivido con la enciclopedia y con las nuevas tecnologías; como dijo su colega Manuel Vicent anoche en el Museo Evaristo Valle de Gijón, siempre estuvo Cueto un rato por delante de todos los clarines de la modernidad. Y ha sido por eso, porque ha combinado la enciclopedia y las nuevas tecnologías con una inteligencia vivaz y rapidísima. Desde 1990, cuando creó Canal+, dedicó ese esfuerzo de modernización de la vida española sobre todo a sus tareas profesionales relacionadas con la televisión. Y se corría el riesgo de que a Cueto se le reconociera esto y no aquello, es decir, su lúcida interpretación de por dónde va el mundo en función de los aparatos que este crea.

Un joven de 30 años, Miguel Barrero, escritor y periodista, discípulo de Cueto, ha impedido que ese torrente de conocimiento y diatriba del pensador descendiente de Leopoldo Alas se quedara en la hojas volanderas de los periódicos o las revistas (EL PAÍS, sobre todo, entre ellos ) y lo ha reunido lo más granado, aquello que considera que puede dar una idea de "la mirada distraída" de Juan Cueto, en un libro que publica Trea y que se presentó anoche en el citado museo gijonés, a dos pasos de donde vive el autor. El libro se titula Cuando Madrid hizo pop y es una compilación que se lee como si uno estuviera siguiendo una carrera de motos extraordinarias, el vehículo, por otra parte, preferido de Juan Cueto.

Para esta salida el escritor ha tenido un padrino excepcional, que ha sido, además, compañero suyo en muchas lides periodísticas o públicas. Manuel Vicent, que fue quien introdujo a Cueto en esta aparición rara, pues Juan nunca se ha prodigado en este tipo de celebraciones. Vicent dijo que hasta que no llegó Cueto a Madrid, en la ciudad no se sabía lo que era la modernidad; él introdujo los términos que permitieron explicar cómo había dejado este país de ser una barriada tristona para convertirse, en los años de la llamada movida, en una especie de espejo refulgente de las noticias modernas que pasaban en otros sitios y que Juan desplegaba aquí (en Boccacio, por ejemplo) para que nos enteráramos de lo que valía un peine.

Juan Cueto, claro, le quitó importancia a esa intervención suya en la historia de la modernidad, e incluso explicó que no había ido tanto a Bocaccio como decía Vicent; pero sí afirmó que esta ciudad que tuvo boina y taxis oscuros le pareció cuando llegó (en avión, como Vicent, pero más tarde)"una ciudad interesante".

El auditorio del Museo Evaristo Valle estaba lleno de gente agradecida a Cueto, porque no sólo en Madrid fue adalid de lo moderno; su trabajo al frente de la histórica revista Cuadernos del Norte, su magisterio ante jóvenes (de los que ahora es símbolo Miguel Barrero, su antólogo) son algunos de los aspectos del inmenso trabajo que este enciclopedista equipado para la vida moderna ha hecho por esta región y por este país.

Vicent dice que Cueto adivina el futuro antes de que amanezca, y ya lo deja tendido ahí, para que los demás lo diseccionen. Ahora que estamos marcando el treinta aniversario del golpe, explicó el escritor de Tranvía a la Malvarrosa y Aguirre, el magnífico, conviene saber que hasta dos días después de aquella intervención militar zarrapastrosa no nos visitó la modernidad, y Cueto fue el clarín que la proclamó, para consolidarla luego con las invenciones que imaginó en sus artículos sobre la televisión, sobre las pantallas que venían arrasando y en su propia creación televisiva, Canal+, aquí, en Francia y en Italia.

El progreso como fracaso

El libro recoge muchos de los artículos en los que se sustancia esa intervención modernizadora de Cueto en la química cultural española. Barrero, el compilador, dice al principio de su prólogo lo que le sorprendió primero que nada de lo que le escuchó a su maestro. Cueto le dijo, como si sumara así la perplejidad en que vivimos: "El progreso fue un fracaso, porque el progreso no es solo lo que está delante; el progreso es bueno porque acumula memoria, pero el problema viene cuando salta por encima de la memoria y lo liquida todo, y yo ahora mismo me encuentro en un estado de perplejidad tremendo porque creo que se ha tratado el progreso muy aceleradamente".

Es un clarín de advertencia, una noticia de la perplejidad de Cueto.Cuando Madrid hizo pop es un antecedente de esa perplejidad, y es una explicación de por qué aquella combinación (enciclopedia, nuevas tecnologías) han mantenido alerta la lucidez con la que el pensador atlántico (él prefiere atlántico a cántabro, suma más) no se ha dejado engañar por las luces llenas de impostura de una modernidad sin discurso, basada más en la cultura que en la cultura, es decir, en la memoria.

Esta última reflexión de Cueto refleja su estado de alerta, esa sensación de que, como dice Vicent, llega siempre un minuto antes a aquello que luego es asunto de la conversación: "Para simplificar, la España joven pero muy vieja que solo utiliza los blogs como extensión y amplificación de las retóricas literarias políticas de la galaxia Gutenberg y se niegan, o no saben, utilizar las enormes posibilidades narrativas de esas nuevas imágenes que colonizan el ciberespacio, ensimismados como están en sus textos puros y broncos, y la otra España joven eminentemente audiovisual que no solo sabe producir y subir con desparpajo cortometrajes a la Red, sino que nos ha colocado como líderes mundiales de las descargas por Internet".

El texto procede de un artículo en el que analizaba el debate electoral entre Rajoy y Zapatero y se publicó el 3 de febrero de 2008. Alertas así hay centenares (sobre la violencia, sobre la moda, sobre la patria, sobre la política, sobre los medios) en Cuando Madrid hizo pop, una verdadera enciclopedia de Juan Cueto.

Juan Cueto en una imagen de archivo
Juan Cueto en una imagen de archivoPACO PAREDES

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