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"Perversión risueña" para una alegoría sobre la ambición y la culpa

Blanca Portillo cumple su sueño de dirigir y producir 'La avería' de Dürrenmatt, montaje que inicia una larga gira por España

Hace unos 17 años, una joven y ya triunfadora actriz, que estaba por primera y última vez en su vida en paro, aceptó hacer un pequeño papel de loquita en el Marat-Sade de Peter Weiss-Miguel Narros. Ella sabía que esa era una etapa de transición y leía y leía husmeando proyectos y fantasías. Cayó en sus manos un relato farsesco con aires de cuento, del suizo Friedrich Dürrenmatt, titulado La avería. Desde entonces esa actriz que hoy ha conseguido ser popular sin perder un ápice de su merecido prestigio entre consumidores de alta cultura, ha tenido un "come come y un rucurrucu" en su cabeza porque tenía claro que quería dirigir esa obra sí o sí.

Ella, Blanca Portillo, lo ha conseguido. El 21 de enero de 2011 en el Palacio de Festivales de Santander donde el público, que parecía salir entusiasmado, pudo ver una divertida y cruel historia con la que esta mujer, más conocida como actriz y muy poco como productora, y que de vez en cuando bucea en la dirección escénica, ha conseguido un espectáculo luminoso, lleno de ingenio, sin privarlo en ningún momento de la mordacidad que en él derrocha Dürrenmatt, tan inclinado siempre a abordar la crítica social desde la farsa y, como decía él, con "perversión risueña". A ello ha contribuido la obra de Fernando Sansegundo, responsable de la versión, pero que en realidad ha reescrito este cuento de Dürrenmatt recogiendo su historia íntegramente, pero aportándola numerosos elementos con los que ha enriquecido el texto, como si se tratara de una de esas abuelas contadoras de cuentos de la narrativa oral tradicional cuyo virtuosismo a la hora de afrontar el relato hace que éste se muestre más atractivo.

Portillo ha abordado la dramatización de esta narración, que en Latinoamérica, gusta poner en escena, pero no así en España, y lo ha hecho no sólo con su carácter tenaz y firme. También ha necesitado dinero. Mucho y privado. Y aunque no desvela la cantidad, a la que también ha contribuido la productora Entrecajas y gentes varias, se percibe claramente que se trata de una ambiciosa producción en la que se ha contado con profesionales de primer nivel, como Andrea D'Odorico, responsable de una brillante escenografía, iluminación de Pedro Yagüe, vestuario de Elisa Sanz, música original de Pablo Salinas y caracterización de Javier Hernández. Y un equipo de conocidos actores que derrochan talento a lo largo de todo el espectáculo, compuesto por Emma Suárez, Asier Etxeandia, Daniel Grao, Fernando Soto, José Luis Torrijos y José Luis García-Pérez. Todos, menos éste último, convertidos en octogenarios con una caracterización en sus rostros, que no obstante mantiene, la expresión de sus facciones y con un envejecimiento en sus cuerpos conseguido por cuatro meses de duros ensayos. "Pero ha sido un proceso muy hermoso, el compromiso de todos ha sido total", señala Portillo quien es consciente de que se ha metido en una aventura a la que es muy difícil acceder sin el soporte de un teatro público. "Pero me he dado ese gusto y estoy muy orgullosa porque hemos conseguido un equipo humano importantísimo"

La historia es la de cinco ancianos que pasan una velada en la mansión de uno de ellos, a la que llega un joven ejecutivo que ha tenido una avería en su coche. Es invitado a pasar la noche y participar de una suculenta cena que prepara la única mujer que hay, una especie de nutridora mágica, a la manera de Babette preparando su festín, que en algún momento deviene en un híbrido entre hada y bruja. Los ancianos proponen a su invitado participar en un juego que les devuelve por unos momentos a las profesiones que ejercían antes de ser jubilados: juez, fiscal, abogado defensor y algún que otro oficio ya en desuso. Él tendrá que ser el acusado. Y como si hubieran pactado con el diablo, los ancianos, mientras juegan, rejuvenecen y están llenos de energía. Pero por encima de todo es una bellísima alegoría sobre la ambición y la culpa. "Pero aquí no se habla de la culpa judeocristiana, si no de la responsabilidad de nuestros propios actos", sostiene Portillo.

Sansegundo mantiene esa influencia que el expresionismo y Bertolt Brecht ejercieron sobre Dürrenmatt, y que ponía de manifiesto especialmente cuando se entregaba a dos de sus pasiones: profundizar en las raíces del mal y en el papel del azar en la vida de las personas. Portillo además incide en el elemento estrambótico y mantiene esa tensión que presentan los cuentos que quitan el aliento de Dürrenmatt.

Esta obra, que nace como un guión radiofónico en 1956 y que en español también se conoce por El desperfecto, tiene para Portillo elementos de thriller: "A veces me parece una novela negra, cercana a un cuento gótico y con una carga de profundidad ideológica importante". Y psicoanalítica, ya que son muchos los profesionales del mundo de la psiquiatría que han tomado La avería como referente para hablar de conductas maniacas y otros anómalos comportamientos humanos.

Portillo se ha nutrido como actriz de muchas escuelas y tendencias, pero para este trabajo reconoce que hay tres fuentes de las que ha bebido que están muy presentes: "Aparte de José Estruch, que me dio mi primera formación humana y profesional, he de reconocer que como directora bebo de tres directores que han influido mucho en mí: el español José Luis Gómez , el argentino Jorge Lavelli y el yugoeslavo [él quiere que se le considere así, porque allí nació] Tomaz Pandur. En esta función hay muchos homenajes a ellos, que me han enseñado lo que me gusta y, por tanto, lo que no", apunta Portillo quien sabe que los tres son muy distintos pero comparten una misma forma de entender su oficio: "Todos tienen la idea de que el teatro no es como la vida, sino una lectura de la vida, y los tres piensan que el actor ha de ser un atleta del alma y del cuerpo y hay que sacar el máximo de él, explotar todas sus capacidades, son directores que engrandecen al actor y lo ponen al límite". Eso sí, también gracias a ellos tiene claro que hay límites que no se deben traspasar: "Cuando entras en la agresión, en el daño.... Los actores somos muy vulnerables y si a un actor se le cuida, se entrega y va a tumba abierta", dice.

Lo cierto es que Portillo ha conseguido que su espectáculo parezca emanado de una compañía estable que lleva años trabajando en común. Un espectáculo que a la directora le encanta "porque tiene muchas capas, muchos mensajes". En primer lugar habla de esa diferencia que existe entre la ley y la justicia: "La ley nos iguala como elemento objetivo, decide que es bueno y malo, unifica. La justicia es más subjetiva, te convierte en un ser especial".

La directora, a partir de ahora, se entrega a otros proyectos para ella también apasionantes: dirigir el Festival de Teatro de Mérida, rodar una película con el director Álex de la Iglesia, que la ha llamado, hacer una serie televisiva y volver a subirse a un escenario dirigida por Lavelli con un texto de Juan Mayorga.

La avería, también a partir de ahora, inicia una gira por toda España que la llevará a Logroño (28 y 29 de enero), en febrero el 3 y 4 aVitoria , el 5 Avilés, día 10 Gijón, Pamplona el 11 y 12, Alcalá de Henares el 19 y 20, en marzo el día 4 y 5 Córdoba, Madrid (del 14 de marzo al 16 de abril), Barcelona (del 21 de abril al 15 de mayo), y después otras ciudades como Bilbao y otras muchas que están cerrando fechas con la productora Entrecajas.

De izquierda a derecha Fernando Soto,  Daniel Grao, Asier Etxeandia, José Luis García-Pérez. José Luis Torrijos y Emma Suárez en un momento de la representación de 'La avería' de Friedrich Dürrenmatt.
De izquierda a derecha Fernando Soto, Daniel Grao, Asier Etxeandia, José Luis García-Pérez. José Luis Torrijos y Emma Suárez en un momento de la representación de 'La avería' de Friedrich Dürrenmatt.

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