Juan José Millás: "Pensé: ¡lo tengo! Y puse cara de póker"
El escritor responde a los lectores de EL PAÍS sobre su entrevista a Felipe González y su último libro, 'Lo que sé de los hombrecillos'
"Tuve que decidir si se volaba a la cúpula de ETA. Dije no. Y no sé si hice lo correcto", afirmó Felipe González ante el novelista Juan José Millás en el transcurso de una entrevista publicada el pasado domingo en EL PAÍS. Hoy, en un encuentro digital con los lectores dentro del ciclo Babelia, Millás ha sintetizado su reacción ante el titular que aún colea: "Pensé: ¡lo tengo! Y puse cara de póker". "En una entrevista el protagonista es el entrevistado", ha puntualizado el escritor que ante las más de 430 preguntas llegadas a este diario, respondió a los internautas sobre esta polémica.
En opinión del autor de Lo que sé de los hombrecillos (Seix Barral), novela por la que acudió a la redacción de este periódico, el ex presidente contestó conscientemente de la trascendencia de sus palabras pronunciadas y lo hizo delante de una taza de té. Dos citas en las que no se desdobló en periodista: "No tengo la sensación de no hacer literatura cuando hago periodismo ni de no hacer periodismo cuando hago literatura. Creo que la frontera entre una cosa y otra es más retórica que real".
Millás, que anteriormente entrevistó al ministro Alfredo Pérez Rubalcaba para El País Semanal, duda de que el jefe de la oposición, Mariano Rajoy, o el ex presidente José María Aznar se pusiesen delante de su grabadora y menos con franqueza: "Claro que me gustaría, pero no creo que se dejaran. Cuando el entrevistado no es sincero, el fracaso es del entrevistador". Las repercusiones políticas a sus dos encuentros con González, en especial en el bando del Partido Popular que revive al Señor X y el GAL, no parecen haberle quitado el sueño: "No lo estoy siguiendo con atención. Estoy ya en otras cosas".
Ante un texto de ficción dice no sentirse "más limitado que ante un reportaje en absoluto". "A veces, el peor límite es la ausencia total de límites", subraya el cronista que mantiene el contacto con la concejala Nevenka Fernández, acosada por el alcalde de Ponferrada y protagonista de uno de sus libros. "Está bien, en Dublín", le cuenta a un internauta.
Confiesa que disfruta trabajando en silencio. "Pero también puedo escribir en lugares ruidosos cuyos ruidos no me conciernan. En otras palabras, no me molesta que llore un niño si no es mi hijo". Y no ha dudado en desvelar su clave para pasar de la realidad a la ficción: "Me alimento de la zona del ensueño, cuando tienes un pie en cada sitio. Con un poco de práctica se puede conseguir. La mejor hora es la del amanecer". O el proceso: "Se trata de mirar la realidad como si fuera un sueño y el sueño como si fuera la realidad".
En Lo que sé de los hombrecillos unas réplicas de nosotros mismos -pero de minúsculas proporciones, "tienen algo de insectos" les describe- se afanan en cumplir los sueños de los humanos. "Si viéramos cumplidos nuestros deseos más inconfesables, moriríamos en el acto, como la mariposa al alcanzar la llama", alerta. Y, con su sorna habitual, ha quitado importancia a la posibilidad de toparse con un ser liliputiense: "No pasa nada. Hay gente que ve subsecretarios".
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