70 años sin Azaña
Una exposición con un centenar de documentos y fotografías y un ciclo de conferencias recuerdan en Madrid al presidente de la República
Exiliado y enfermo, Manuel Azaña murió el 3 de noviembre de 1940 en Montauban (Francia). Las fotos de su cortejo fúnebre son pavorosas: un cajón sobrio y desnudo sobre un carro de dos ruedas. Le arropó una bandera mexicana porque las autoridades francesas prohibieron que se enterrase con la enseña de la República española. Le acompañaron algunos exiliados españoles. Antes de morir dejó clara su voluntad: "Que me dejen donde caiga y si alguien cree que mis ideas pueden ser útiles que las difunda". Sus restos siguen allí, donde "cayeron". Y, tras largas décadas de ostracismo y censura, sus ideas son elogiadas ahora por muchos.
Buena parte de quienes le consideran un referente intelectual participarán en el ciclo de conferencias que arranca hoy en la universidad de Alcalá de Henares y continuará hasta el próximo martes 9. "Si con alguien se siente identificada hoy la sociedad española es con personajes como Azaña", sostiene el escritor Andrés Trapiello. "Se dice que fracasa como político por la Guerra Civil y se olvida que tuvo que hacer frente a Hitler y Stalin. El supuesto fracaso de Azaña será el fracaso de toda Europa", señala José María Ridao.
Junto a las conferencias se abre también una curiosa exposición en el Archivo General de la Administración (AGA) con un centenar de documentos y fotografías. Se pueden ver imágenes poco difundidas del niño Azaña rodeado de otros escolares, del joven Azaña que hacía sus pinitos periodísticos o del Azaña literario acompañado de Margarita Xirgu. "Hemos querido superar la imagen del Azaña político y abordar otras imágenes más diluidas", explica una de las comisarias de la muestra, Elena Cortés.
La exposición incluye aspectos que delatan como se trató la imagen del presidente de la República tras su muerte. Hay informes de censura literaria sobre su obra y escritos de funcionarios del régimen franquista donde revelan que invaden su casa en el exilio para hacerse con obras y papeles.
Babelia
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