Detalles y naturaleza para un cine en español
Las pequeñas cosas de Juan Carlos Rulfo
Acaba de aterrizar del largo vuelo que le trae desde México DF y ya está Juan Carlos Rulfo atendiendo a periodistas. Una cervecita le trae algo de consuelo en este largo trajinar en los salones y pasillos de la Casa de América. Rulfo (México DF, México, 1964) lo tiene más que claro. Ha elegido para intervenir en el Festival VivaAmérica un tema bien sugerente: Las pequeñas cosas. "El proceso creativo está en mirar, el alimento es ver la realidad. Son las pequeñas cosas las que sirven de pretexto creativo para contar las grandes historias. Ahí está la auténtica verdad. Ahí está la vida. La sorpresa está en el día a día. ¿Qué imagen elegimos para involucrar al espectador, para sorprenderle?". Todo eso se pregunta el realizador de títulos como El abuelo Cheno y otras historias, Del olvido al no me acuerdo o En el hoyo.
"Es verdad que mi cine parte de cosas muy pequeñas, de los recuerdos y la memoria, de esa primera mirada donde viven los pequeños detalles". Fue el olor a la tortilla quemada la que le llevó, por ejemplo, a realizar Los que se quedan, un documental en torno a las familias de aquellos que han tenido que emigrar a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Es un retrato de nostalgia, identidad y memoria, pero también de sueños y de amores. Los que se quedan, que ganó el premio al mejor documental en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México), se lanzará en breve en Estados Unidos, aprovechando la polémica ley aprobada por el Estado de Arizona contra los inmigrantes considerados "ilegales".
Rulfo cree que para hacer cine hay que tener sobre todo paciencia para mirar, dejar hablar a la gente, estar más cerca de ella. Así lo hará con el documental que está en fase de montaje. Se titula Siete cartas y ha consistido en seguir muy de cerca al guionista y colaborador de Buñuel, Jean-Claude Carriere. El documental nace en el recorrido de siete países o regiones que han marcado la vida de Carriere que cumplirá 80 años el próximo año.
Viene Rulfo de un país en el que se producen en la actualidad una media de 70 títulos al año, frente a las 15 0 20 películas en el año 2.000, gracias a la llamada ley 226, por la que el 10% del impuesto sobre la renta puede invertirse en cine para conseguir desgravaciones fiscales. Esta ley, que ha entrado en vigor hace unos tres años, verá sus frutos, en opinión del director, en un plazo breve. "Lo que nos falta es la calidad", asegura Rulfo, que explica que México es la segunda pantalla en número de cines del mundo, aunque está absolutamente copado por los filmes norteamericanos.
Filmar en la periferia, por Óscar Ruiz Navia
Ha sido llegar y tocar el cielo. Con su primer largometraje, El vuelco del cangrejo, Óscar Ruiz Navia (Colombia 1982) ha conseguido ser elegido por la Academia para representar a su país en los Oscar de Hollywood, después de alzarse con el premio Fipresci en el Festival de Cine de Berlín en 2010. "No es muy probable la selección. Para ello se requiere mucho dinero y nuestra película es muy modesta para llegar a los Oscar. Solo llegan las que tienen plata de una maquinaria grande", asegura Navia desde Biarritz (Francia), donde trabaja en un proyecto seleccionado para el Cinefondation del certamen de Cannes con el título de Los hongos, que intentará comenzar a rodar en 2012. Está un poco molesto porque, tras el anuncio de la Academia de Colombia, ya todo el mundo cree que la selección ya está hecha. "Se creen que estamos llenos de dinero y me ha generado muchos problemas", explica el cineasta. El vuelco del cangrejo, rodada en una zona muy selvática de la costa del Pacífico, cerca de Cali, con un clima muy lluvioso y de difícil acceso, es una película "libre". "Cuando la hice no tenía nada que perder. Era un completo desconocido. Eso es lo más bonito que tiene la creación. La película es lo que es porque es muy libre, sin patrocinadores. Mi idea es intentar seguir trabajando de esta forma".
Filmar en la periferia es el título que propone el director colombiano para su intervención en el festival VivAmérica. "La idea es explorar el término desde el punto de vista no solo geográfico, sino una ideología frente al cine, qué posición quieres hacer en el cine, más allá de entretener a la gente", asegura Navia, para quien el grave problema es la distribución. "La mayoría del buen cine no tiene distribución. Está claro que el hoyo negro del cine latinoamericano está en la distribución y exhibición. El cine está en sus manos y si no estás dentro de las fórmulas que ellos dictan tienes pocas posibilidades de llegar al público. Eso no quiere decir que nuestro cine no sea comercial, deja de ser comercial porque no lo comercian los que manejan el negocio. Hay que acostumbrar a la gente a ver este tipo de cine".
Sobre el panorama del cine en español, Navia cree que está viviendo un buen momento, con muchos autores interesantes. "Compartimos muchas experiencias a nivel histórico y social y eso se refleja en el cine. Creo que lo mejor del cine latinoamericano está en su singularidad, en que cada realizador busca su propio y único lenguaje".
Cuentos de angustias y paisajes, de Paz Fábrega
Paz Fábrega (San José, Costa Rica, 1979) ha recalado en Panamá unos días antes de emprender su viaje a Madrid. La alegría y energía panameña contrasta, dice en conversación telefónica, con la timidez de su país. Y todo eso, viene de la influencia del paisaje y el clima. "Yo nací en una ciudad donde la montaña y la lluvia están bien presentes. En San José llueve nueve meses al año todos los días y de manera implacable durante cerca de tres horas. ¿Cómo no va influir eso en los que vivimos allí? Es por eso que vivimos para dentro", asegura Fábrega que con su primera película, Agua fría de mar, ha viajado y participado en diferentes festivales internacionales (Rótterdam, Guadalajra, Toulouse, Río de Janeiro, Londres o San Sebastián). Agua fría de mar nace de la inspiración de un libro de cuentos de Carlos Salazar Herrero, en el que a través de 24 relatos, se analiza la relación entre los paisajes y los estados de ánimo de los personajes. "No es un truco. Es el reflejo de cómo a la gente de mi país le ha influido esa naturaleza tan brutal e inmensa".
Agua fria de mar es una de las cinco películas que se realizan cada año en Costa Rica, un país que hasta el año 2.000 solo contaba con 17 filmes realizados en toda su historia. Desde esa fecha, se ha ido aumentando la producción (un título por año), hasta alcanzar los cinco de 2010. Todo un milagro.
Fábrega trabaja en su próximo proyecto Todos nosotros. "Hacer una segunda película es lo más difícil. Mi intención es interesar a la gente con las cosas y las propuestas que a mí me interesan, que son muy personales y radicales. La conexión que se ha establecido con Agua fría de mar me ha dado confianza para seguir por este camino. Creo que con este nuevo proyecto buscaré menos la aceptación exterior".
La directora costarricense cree que el cine latinoamericano tiene un punto de atrevimiento y libertad, difícil de encontrar en las estructuras más complejas de Europa o Estados Unidos. "Hay gente que sencillamente sale a la calle y se pone a filmar".
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