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Reportaje:

La mirada mexicana

El Zinemaldia programa 11 películas producidas o coproducidas por el país norteamericano - Horizontes Latinos acoge cuatro de los filmes

México celebró el pasado miércoles el bicentenario de su independencia con un ojo puesto en los festejos y el otro en la violencia del narcotráfico, que se ha cobrado desde diciembre de 2006 más de 23.000 personas. El país norteamericano conmemora también este año el centenario de su revolución y lo hace de distinta manera y más allá de sus fronteras, tan en primera plana durante estas últimas semanas.

El Festival Internacional de Cine de San Sebastián tiene este año cierto acento mexicano. La película encargada de abrir el certamen el pasado viernes fue Chicogrande, de Felipe Cazals, una de las obras que concursan en la Sección Oficial, que narra la lucha de Chicogrande, un villista, contra el Ejército estadounidense para conseguir ayuda para su general, Pancho Villa, que, tras intentar invadir Columbus, resulta herido y se refugia en una cueva.

Felipe Cazals: "El cine mexicano actual es eminentemente urbano"
'Chicogrande' se proyecta esta tarde por última vez en el certamen

Un total de 11 producciones o coproducciones mexicanas tienen un sitio en el Zinemaldia. Junto a Chicogrande, en la Sección Oficial, cuatro filmes pasan por Horizontes Latinos: Abel, de Diego Luna, que abrió anteayer esta sección; A tiro de piedra, de Sebastián Hiriart; Agua fría de mar, de Paz Fábrega, y Post mortem, de Pablo Larraín, estas dos últimas sendas coproducciones.

Otras tres cintas mexicanas se podrán ver en Cine en Construcción: Asalto al cine, de Iria Gómez Concheiro; Entre la noche y el día, dirigida por Bernardo Arellano, y El lenguaje de los machetes, que ha tenido a Kyzza Terrazas tras la cámara. La retrospectiva documental .doc-Nuevos caminos de la no ficción ha includo entre sus 40 títulos seleccionados En el hoyo, de Juan Carlos Rulfo. Y cierran la relación sendas coproducciones: Las marimbas del infierno, de Julio Hernández Cordón, en Zabaltegi-Nuevos Directores, y Rabia, de Sebastián Cordero, en Made in Spain.

En ocasiones, la producción artística de algunos países puede quedar empañada por hechos que nada tienen que ver con la cultura. Felipe Cazals, director de Chicogrande, que se proyecta hoy por última vez (20.30, Antiguo Berri 2),se queja en declaraciones a EL PAÍS de que las noticias más relevantes sobre su país siempre hablen del narcotráfico, y no del "fascismo de los norteamericanos con los mexicanos en Arizona".

Cazals, quien asegura que para su filme le han interesado "las causas de la lealtad a cualquier movimiento", cree que, pese a que el cine mexicano "está en una buena situación y creciendo en términos de producción, el espacio para exhibirse es otro asunto". El director muestra su decepción por que "el 97% de las pantallas del mundo entero pertenecen al cine norteamericano, y México no es la excepción".

"El cine mexicano actual es eminentemente urbano; los cineastas jóvenes están interesados en la sobrevivencia en las ciudades", concluye.

El cineasta mexicano Felipe Cazals (con gorra), en la rueda de prensa que dio el viernes en el Zinemaldia. Junto a él, dos de los intérpretes de Chicogrande: Damián Alcazar (a la izquierda) y Daniel Martínez.
El cineasta mexicano Felipe Cazals (con gorra), en la rueda de prensa que dio el viernes en el Zinemaldia. Junto a él, dos de los intérpretes de Chicogrande: Damián Alcazar (a la izquierda) y Daniel Martínez.JESÚS URIARTE
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