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Colgados del cielo riojano

La Regata Internacional de globos crianza de Rioja concluye hoy en Haro

"¡No hay como un globo! Se anda sin sentir, y la naturaleza se toma la molestia de pasar ante tus ojos". Uno de los protagonistas de Cinco semanas en globo, la primera novela de Julio Verne (1863), describía así sus primeras impresiones al sobrevolar África desde un aerostato. Y eso es exactamente lo que se siente al navegar los cielos riojanos, mientras el paisaje va regalando imágenes de viñas alineadas cargadas de uvas, que salpican de un verde brillante los campos ocres de cereal recién segado. La 10ª Regata internacional Crianza de Rioja ha reunido 22 globos desde el 12 de agosto hasta hoy en la localidad de Haro, conocida por las bodegas de las que salen algunos de los caldos más preciados del país. Para celebrar el décimo aniversario, a la habilidad de los pilotos se ha unido la pericia de siete paracaidistas que se han lanzado, por primera vez en España, desde los aerostatos cuando estaban a unos 3.500 metros de altitud. Iván Ayala ha ganado la competición de globos, que califica para el campeonato nacional.

El aeronauta "es un aventurero nato", como dice Eduardo Losada, de 40 años, gerente de un hotel y miembro del Club Riojano de Aerostación. Su mejor andanza, cuenta, fue la que le valió el récord de España de longitud cuando recorrió junto al veterano piloto Óscar Ayala, presidente del club, los más de 600 kilómetros que separan Haro de Don Benito (Badajoz) en siete horas. "El vuelo por España es lo máximo. Fue un sueño ver el paisaje salpicado de montes. Lo mejor fue sobrevolar la sierra de Gredos", rememora emocionado. Llegaron a estar a más de 5.000 metros de altura, con 19 grados bajo cero.

El viento manda

El piloto sabe de qué lugar se eleva, pero no en cuál descenderá. Lo único que está en su mano para gobernar la nave es hacerla subir o bajar a base de calentar o enfriar el aire que la mantiene a flote. Los globos viajan a merced de los vientos que recorren las capas de la atmósfera en distintas direcciones, según la altura. La habilidad del aeronauta consiste en encontrar los más propicios para la dirección que quiere emprender y cabalgarlos con destreza. En competiciones como las de Haro se realizan una serie de pruebas que retan al participante a afinar su puntería y su precisión lanzando testigos a dianas marcadas en tierra, persiguiendo a otro globo o tratando de recorrer la distancia más larga posible dentro del perímetro de vuelo establecido.

"Paz, tranquilidad y libertad" es lo que experimenta Blai Carbonell, un treintañero valenciano, cuando toma los mandos de su globo. Como muchos, empezó en esto de casualidad hace 13 años y después se metió en la competición. Javier Tarno, de 54 años, seis veces campeón de España, hace 28 que se inició de la misma manera. "Jesús González Grim, el primer piloto de aerostatos español, vivía en mi barrio en Madrid y un grupo de amigos empezamos a acompañarle y ayudarle", recuerda. Se compró su primer globo en el 82, de segunda mano, que le costó un millón de pesetas de entonces. El precio hoy está entre los 50.000 y 60.000 euros. Por eso, quien se compra uno por afición, además de competir y buscar patrocinadores, suele crear una empresa de trabajos aéreos, es decir, para vuelos de paseo.

Tarno tiene la suya en Madrid y suele volar con pasajeros en Segovia. En estos viajes de una hora que cuestan 150 euros, se ha encontrado con no pocas peticiones de mano y algún que otro desmayo. El vértigo en un globo no existe sin embargo, porque no hay una línea de unión con el suelo, que es lo que lo provoca, y porque la barquilla supera los 1,10 metros, según explica otro aficionado.

Son ya muchas las horas de vuelo que acumula Tarno, en las que ha tenido algún que otro susto: "Vas al azar, y te puedes quedar sin gas, o irte mar adentro si estás en la costa, o que caiga la noche y no encuentres un sitio para aterrizar". Pero está entero porque al final, aseguran, "el globo es la aeronave más segura: es un gran paracaídas". Sus únicos enemigos son las corrientes térmicas que lo elevan fuera de control, los tendidos eléctricos y los vientos fuertes.

Expectación en tierra, calma en las alturas

A las 7.30 de la mañana de hoy -los momentos más propicios para volar son el amanecer y atardecer- una reunión congregaba a los participantes de la regata para darles las instrucciones de las pruebas finales e informarles del estado del viento. Cientos de curiosos se suelen arremolinar en la zona de despegue para ver el espectáculo en el que las enormes velas (de hasta 33 metros de largo), tendidas en el terreno, van tomando cuerpo y se levantan a medida que el gas propano calienta el aire del interior.

La ascensión y el momento de tomar tierra son los más complicados, sobre todo si hay viento a ras del suelo. En el despegue, la cesta oscila violentamente como una barca navegando en un mar encrespado. El movimiento parece estancarse cuando la nave toma altura y todo es tranquilidad. Un balanceo inquietante agita la barquilla de nuevo en el aterrizaje, en el que se recorren unos metros saltando a trompicones hasta que frena, a veces cayendo dulcemente hasta quedar, ella y los pasajeros, posados en posición horizontal. Sin viento, el globo se desprende de la tierra y se deja caer en ella como si la gravedad dejara de afectarle durante la hora o dos horas de media que dura una ascensión aerostática.

Competición de globos aerostáticos en La Rioja. Ascensión en el último día de la competición.
Competición de globos aerostáticos en La Rioja. Ascensión en el último día de la competición.G. R.-P.
Un paracaidista cae desde un globo aerostático.
Un paracaidista cae desde un globo aerostático.G. R.-P.
Dar un paseo en un globo es toda una experiencia para poder disfrutar de las vistas y sentir la emoción de viajar por las alturas. Se ha celebrado este domingo la X Regata Internacional en globo de La Rioja que ha reunido a treinta pilotos. Además, han saltado 8 paracaidistas desde los globos para poner más color a un cielo que ha contado con la visita de los mayores expertos en regatas de globos aerostáticos. Los globos han ascendido rápidamente y puede llegar a 7500 pies.Vídeo: AGENCIA ATLAS

Cuando el hombre aprendió a volar

Elevarse del suelo, conquistar el cielo y navegar en él con la ligereza de un ave ha sido uno de los sueños más antiguos del hombre. Como los mitológicos Ícaro y Dédalo, la historia registra los intentos de aventureros pertrechados de ingenios de madera que imitan las alas de los pájaros y que consiguen mantenerse en el aire unos metros antes de estrepitosos aterrizajes. Fue el caso del rondeño de origen bereber, Abbas Ibn Firnas, que se voló durante 10 segundos antes de romperse las piernas al tocar tierra en el año 875. Firmas es considerado el primer paracaidista por lanzarse dos décadas antes con una enorme lona desde una torre en Córdoba.

El genio renacentista Leonardo Da Vinci estudió y diseñó varios inventos voladores que han pasado a un lugar privilegiado de la historia de la aviación, pero la quimera de volar libremente no se haría realidad hasta el 21 de noviembre de 1783, gracias a un globo de aire caliente diseñado por los hermanos franceses Joseph y Etienne Montgolfier. Los afortunados aeronautas fueron Pilâtre de Rozier y el Marqués de Arlandes. Volaron durante 25 minutos a unos 1000 metros de altura a merced de los vientos de París, que les transportaron unos 9 kilómetros. Antes de ellos, el 19 de septiembre, un gallo, un pato y un cordero habían servido de conejillos de indias en un vuelo de prueba exitoso presenciado en Versalles por el rey Luis XVI de Francia.

La mongolfiera el globo de los hermanos Montgolfier, funcionaba con un horno de leña instalado en la cesta, que calentaba el aire del globo y lo hacía subir al pesar menos que el de fuera. Otro francés, el físico Jacques Charles, con ayuda de los hermanos Robert, construyó un globo inflado con hidrógeno. París fue de nuevo el escenario de un vuelo pionero el 1 de diciembre del mismo año, solo diez días después de la hazaña del globo de aire caliente. Su competidor de hidrógeno consiguió alcanzar una altura récord de 3500 metros y se mantuvo en el cielo 56 minutos.

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