Tom Harrell y Avishai Cohen

Existía expectación por volver a escuchar a Tom Harrell, a la cabeza de su quinteto. El trompetista americano, nacido en 1946 y con colaborador de Stan Kenton, Woody Herman y Horace Silver en los setenta, había causado una honda impresión a finales de los ochenta en los aficionados españoles como miembro del quinteto del saxo alto Phil Woods. Desde entonces se afirmó como líder de sus grupos y la cita del viernes en el festival de Jazz de Peñíscola era una ocasión inmejorable para apreciar su actual itinerario. Vino con sus acompañantes de este último quinquenio e interpretó composiciones propias de su reciente registro Roman Nights. Continúa siendo un trompetista blanco que combina energía y delicado lirismo, con una sonoridad muy pura. Pero sus compañeros afroamericanos son bastante anodinos. Y sus temas se ven lastrados por el reiterado recurso a pesados ritmos funky. Lo mejor fue un dueto del pianista Danny Grissett con el fiscorno de Harrell.

De muy otro cariz resultó el concierto de Avishai Cohen, que clausuró el sábado el festival del Palau de la Música de Valencia. Nacido en 1971, el contrabajista israelita se dio a conocer junto a los pianistas Danilo Pérez y Chick Corea. Desde hace más de un lustro se ha entregado con sus grupos a explorar sus raíces judías. Como en su disco Aurora presentó al laúd y guitarra Amos Hoffman, el pianista Shai Maestro, los percusionistas Itmar Doan y Amir Bressier. Junto a la vocalista Karen Malka, canta en hebreo, ladino e inglés temas que exploran la herencia sefardí, árabe-andaluza y hebraica. El resultado está más próximo al world music y músicas étnicas que al jazz. El balance es bastante desolador: la crisis económica ha condicionado algunas ofertas; y se ha acentuado la confusión al incluir artistas que poco o nada tienen que ver con el jazz, lo que no ocurre en otros géneros musicales.