Cerebus
La gran novedad del Salón del Cómic es 'Alta Sociedad', una saga de 500 páginas del inclasificable Dave Sim
Pocas veces aquello de "genio y figura" tiene mejor acomodo que aplicado a Dave Sim, el creador de uno de los cómics más importantes e inclasificables de la historia del tebeo americano, Cerebus, cuya publicación inicia en español la editorial Ponent Mon. Una serie de 300 números que durante sus veintiséis años de singladura ha sido el centro absoluto del trabajo de Sim y vehículo de opiniones que le han llevado a ser considerado como uno de los autores más polémicos y controvertidos.
Creada en 1977, la serie se iniciaba como una parodia de la entonces exitosa Conan el Bárbaro protagonizada por un cerdo hormiguero antropomorfo, sin más ambiciones aparentes que la sátira de los superhéroes pero, apenas un par de años después, Sim anunciaba sorprendentemente que Cerebus se prolongaría durante 300 números, en un proyecto casi increíble que más parecía pasión de autor debutante que realidad tangible.
Sin embargo, Cerebus. Alta Sociedad, una saga de más de 500 páginas desarrollada durante 25 números, no sólo acallaba las voces de los escépticos, sino que presentaba a un autor de talento que había sabido evolucionar combinando tanto el interés por los aspectos formales como por realizar argumentos elaborados que le permitiesen plasmar sus reflexiones. Su primera gran saga era un demoledor y ácido análisis de la política y los mecanismos del poder, sobre los intereses económicos y fácticos que realmente subyacen tras las campañas electorales.
Una obra de gran calidad que sería certificado con la monumental Iglesia y Estado, donde en casi un millar de páginas Sim desarrollaría una corrosiva reflexión sobre las interacciones entre la religión y el poder y que le proporcionaría el reconocimiento unánime de la crítica y público. Un éxito que Sim labró desde la independencia absoluta de la autoedición, hasta el punto de desarrollar en paralelo una incansable labor de defensa y promoción de esta forma de publicación.
Sus giras bajo el nombre de Espíritu de Independencia fueron pronto un movimiento al que se unieron autores como Jeff Smith (creador de Bone) o Peter Laird y Kevin Eastman (responsables de las famosas Tortugas Ninja), pero también el inicio de la vertiente más polémica del dibujante. Sus opiniones, muchas veces radicales, le granjearon no pocos enemigos, en una lista que iría aumentando a medida que el autor comenzaba un sorprendente giro ideológico durante la década de los 90 y que tendría su máximo exponente en el número 186 de la serie, donde empezaría a dar salida a una filosofía que atacaba directamente el feminismo, el progresismo político y la homosexualidad y que terminaría con una conversión religiosa en la que el autor abrazaba de forma ortodoxa y simultánea el judaísmo, el cristianismo y el islamismo.
Un cambio que se plasmó también en la serie y que se tradujo en una progresiva pérdida de ventas y en el cada vez mayor aislamiento de un autor que, aun manteniendo un increíble nivel gráfico y alcanzando sorprendentes logros narrativos, ahuyentaba con su ideas a cualquiera que se acercara a su obra.
Tras 300 números y más de un cuarto de siglo de trabajo, Cerebus se alza como un titánico esfuerzo al que es difícil encontrar análogos en la historia del comic-book americano, cuya trayectoria y valores han sido completamente eclipsados por la controvertida y combativa personalidad de su creador, pero que no debe hacer olvidar que sus sagas iniciales son por derecho propio obras maestras del noveno arte.
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