Arqueología razonable

El debate sobre los límites de lo retro puede alcanzar cotas insospechadas con la irrupción de Kitty, Daisy & Lewis. ¿Cómo es posible que tres jovencitos británicos se hayan convertido en la sensación del momento recreando el rock and roll de los cincuenta? ¿Cómo puede ser que, con tan escasa experiencia y bagaje vital, se otorguen con tanto descaro el rol de albaceas contemporáneos de Howlin' Wolf o Louis Jordan? ¿Por qué ellos, los más jóvenes del nutrido lote de revivalistas, se han atrevido a retroceder más lejos que nadie? Y aunque la respuesta puede residir en Ingrid Weiss y Graeme Durham (sus progenitores y educadores musicales, que les acompañan en directo al mando del contrabajo y guitarra) el hecho de que los tres hermanos consigan enhebrar un discurso vintage tan creíble, no deja de ser una sorpresa. Tiempo habrá para ver si su discurso, que hasta en sus señas estéticas sobre el escenario es irreprochablemente mimético (ya no sólo su instrumental militantemente analógico: sus peinados, vestimentas y maquillajes son dignos de la época) aguanta exigencias mayores o se queda limitado a un corsé que, de momento, no les da para mucho más de una hora. Eso sí, algo más de una hora de blues sulfúrico, swing sudoroso, rockabilly trotón y hasta efluvios de rocksteady jamaicano, con la aportación del veterano trompetista Eddie Thornton. Una prueba más de que la preservación de cualquier especie musical, por lejana o recóndita que pueda parecer, está asegurada cuando su pálpito se lleva en los genes.