Cositas dignas y exotismos prescindibles
Jornada de nombres desconocidos en una Berlinale que empezó con Polanski y Scorsese
Ofrecieron al principio de la cena los platos fuertes que representan Polanski y Scorsese y lo que nos está llegando después sólo es, en el mejor de los casos, digno, curioso y digestivo. Si comparo el material que está exhibiendo la Berlinale con la pretenciosa basura y la nadería satisfecha de las últimas e insoportables ediciones de la Mostra veneciana, siento agradecimiento, pero esto tampoco invita a dar cabriolas de alegría.
Sospecho que no les suenan los nombres de los directores que voy a citar. No se preocupen. A mí tampoco, que me dedico a esto. Y no he descubierto a ningún genio aunque no sean películas desdeñables. Es sólo que no despiertan excesivo calor. Please give la dirige Nicole Holofcener. Es una mirada comprensiva y amable a personajes que andan de bajón en sus vidas, pero la autora les tiene cariño y te lo contagia. Se trata de una anciana áspera que depende del cuidado de sus traumadas nietas, un matrimonio que descubre que ya sólo son colegas cuando durante mucho tiempo fueron amantes, la hija adolescente y masacrada por el persistente acné juvenil, una experta en mamografías y hambrienta de amor, una barbie amargada por no saber retener a sus amantes. Todo ello está rodado con el tono y la esforzada naturalidad del cine independiente.
La noruega A somewhat gentle man, dirigida por Hans Peter Moland, es deudora consciente o inconsciente del mundo de Aki Kaurismaki. Personajes entre tragicómicos y pintorescos que exhiben gestos mínimos, parcos en su lenguaje, con reacciones sorprendentes. El argumento está centrado en la problemática supervivencia de un matón de segunda fila que acaba de salir de la cárcel y su reencuentro con una familia que le ha olvidado y los viejos compinches exigiéndole que vuelva a asesinar para ajustar cuentas pendientes.
Es probable que el director turco Semih Kaplanoglu haya visto y admirado El espíritu de la colmena. En Honey narra con sentido del intimismo, cierta poesía y demasiada morosidad la relación entre un hombre que vive de cazar abejas en medio de los árboles y su pequeño e hipersensible hijo.
Los títulos anteriores no tienen la virtud de entusiasmar, pero son visibles y audibles. Algo que no me ocurre con la iraní The hunter, dirigida por Rafi Pitts. Aporta la novedad de que es la primera vez que veo en el cine iraní persecuciones de coches y tiros. En plan cutre, al servicio de una historia incoherentemente narrada sobre un taciturno señor que se convierte en francotirador y mata a un policía después de que su mujer y su hija fueran víctimas del fuego cruzado en una manifestación. Como cine de acción es muy pobre. Como estudio psicológico todavía es peor.
La japonesa Caterpillar, dirigida por Koji Wakamatsu, que describe la relación sadomasoquista entre un soldado que ha vuelto hemipléjico de la guerra y su sufrida esposa, sólo es profundamente desagradable. La alemana Der rauber, dirigida por Benjamin Heisenberg, intenta infructuosamente encontrar lirismo y complejidad en la figura de un atracador que compagina ese arriesgado oficio con participar en las carreras urbanas de maratón. ¿Que todo podía ser peor? Por supuesto, pero eso no evita mi notable pereza ante un cine que intuyo sólo va a interesar a sus autores. Exagero. Hay espectadores para todo.
Babelia
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