Centenares de personas despiden al poeta de la abstracción
El artista y escritos Ràfols-Casamada falleció ayer a los 86 años
Emoción y lágrimas contenidas en gentes de generaciones muy distantes, de profesiones dispares y procedencias variadas. La despedida, en el tanatorio de Sant Gervarsi, de Albert Ràfols-Casamada, fallecido el jueves en Barcelona a los 86 años, ha tenido a la poesía como gran protagonista y sus versos, junto a los de Elliot y de Machado, han servido para recordar a un artista y escritor que supo convertirse en referente de varias generaciones. Pintor de abstracciones poéticas, poeta de paleta vigorosa y profesor de varias generaciones de diseñadores y artistas que le han tenido como referente e intelectual comprometido y sereno, lo que todos recordaban esta mañana era su carácter afable y su gran generosidad intelectual y humana.
Ràfols-Casamada nació en Barcelona en 1923 y su padre también era pintor, por lo que descubrió joven el arte de vanguardia, que le impresionó especialmente en sus vertientes cubista y futurista. También la poesía le interesó muy pronto y estas dos facetas de su personalidad fueron entrelazándose a lo largo de toda su vida. Con todo, al principio iba para arquitecto. Comenzó la carrera en 1942, pero la abandonó al cuarto año para dedicarse por completo a la pintura. En la Academia Tárrega conoció a Maria Girona, también pintora, que sería su esposa y cómplice durante toda su vida.
Marcharon juntos a París, gracias a una beca, en los años cincuenta, a descubrir de primera mano la modernidad. "Fue un momento de tanteo en el que hacía un tipo de figuración emparentada con el cubismo y el fauvismo, los dos movimientos que me impulsaron a ser pintor y que han recorrido toda mi obra", explicaba el artista en 2001 con motivo de la gran retrospectiva que le dedicó el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona.
Fue en París donde vio por primera vez la obra de Dubuffet y comenzó su interés por la pintura matérica y el informalismo, que se mantuvo paralelo al que sentía por el collage, una técnica que siempre le atrajo y aplicó en muchas de sus obras. Permeable a las corrientes de su época, desde el expresionismo abstracto americano hasta el pop art con el tiempo su obra fue depurándose hasta alcanzar una manera propia en la que la abstracción colorista se organizaba en el lienzo de manera construida y compartimentada.
En los sesenta sus energías se diversifican y se convierte en uno de los principales impulsores del diseño en Barcelona, primero en Elisava, de la que fue director desde 1962 hasta que en 1967 funda Eina, que también dirige hasta 1984. Involucrado tanto en la renovación pedagógica como en la difusión del diseño, fue miembro activo de la junta directiva del FAD entre 1964 y 1972.
Siempre de forma paralela a su pintura, que iba cosechando reconocimientos, en los setenta se desvela su faceta como poeta con libros como Notes nocturnes Angle de llum (1984) y El color de le pedres (1989), al tiempo que también publica sus dietarios: L'escorça dels dies: fulls de dietari (1975-1977 y D'un mateix traç: fulls de dietari (1978-1982).
Participó en 1966 en el famoso encierro de los Capuchinos de Sarrià y mantuvo el compromiso político con la izquierda y con Cataluña hasta el final. Actualmente era militante del PSC. Entre los muchos premios que ha recibido figuran el Nacional de Artes Plásticas del Ministerio de Cultura (1980) y de la Generalitat (2003), la Creu de Sant Jordi (1983) y la Legión de Honor del Gobierno de Francia (1991).
Despedidas sentidas
José Corredor-Matheos: "Albert Ràfols Casamada es uno de los grandes nombres del arte catalán y español de la posguerra. Reconocido primero como creador plástico, se ha ido afirmando más tarde como poeta. Y tanto en uno como en otro arte reconocemos al mismo creador extremadamente sensible, que sabe captar la esencia de las situaciones y los ambientes reales. En su pintura vemos ingrávidas formas de una flexible geometría y colores que vibran líricamente. Otro tanto podemos decir de su poesía, donde predomina una sensación de silencio de donde emergen y flotan las palabras. Albert Ràfols nos ha dado, nos da, el arte como un hecho natural y necesario. Y todo ello, al igual que veíamos en su manera de ser y comportarse personalmente, con elegante discreción, impecable, exigente consigo mismo y con su arte, pero abierto, cálido y comprensivo".
Daniel Giralt-Miracle: Para el crítico y amigo personal del artista, con su desaparición "se acaba también una estética en la línea de Marià Manent, es decir, un noucentisme internacionalista, abierto a las corrientes más novedosas". Tras elogiar su elegancia personal ?"tenía un espíritu de señor de Barcelona, pero discreto, nada vanidoso"?, destaca "su mirada grecolatina", que, en su opinión, se traduce en sus formas. "Era un gran constructor de paisajes" y tenía un dominio especial de los colores azules y marrones, "muy boticcellianos", cuya mezcolanza marcó su esencia pictórica y definía también su poesía, "homónima de su pintura". Giralt Miracle lamentaría que se olvidara su vertiente didáctica, expresada en la presencia del pintor y poeta en la fundación de las dos grandes escuelas de diseño de Barcelona, la más tradicional Elisava y la más rupturista Eina y su "decisiva contribución al diseño industrial" desde ADIFAD, a cuya junta perteneció entre 1964 y 1972.
José Montilla: "Nos ha dejado, pero nos deja a la vez también su luz y la fuerza de su obra", subrayó el presidente de la Generalitat, quien añadió que su muerte es "una gran pérdida para Cataluña y nuestra cultura"
Jordi Hereu: "Nos ha dicho adiós uno de los creadores más universales, cultos y reflexivos de este país. Ràfols-Casamada, que consideraba los poemas instantes de luz, nos ha dejado huérfanos de luz precisa, como el verso de su poema". El alcalde de Barcelona recordó que Ràfols-Casamada pensaba que el arte más que gustar debía conmover, y ha señalado que "conmueve hoy la perfección que la lógica del tiempo ha dado al conjunto de su obra pictórica y poética".
Àngeles González-Sinde: La ministra de Cultura recordó que era un pintor que "gustaba mucho" al también recientemente fallecido Jordi Solé Tura, que fue ministro de Cultura, por lo que hay dos "magníficos cuadros" del artista en su despacho "que acompañan todos los días" a los que ocupan el cargo.
Oriol Pibernat: Para el actual director de la escuela Eina, su huella sigue presente porque "impregnó el paisaje moral y sentimental de Eina. Era un radical en sus ideas, pero muy moderado y contemporizador en las formas".
Babelia
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