Valencia reúne el arte fascinado por las fronteras

El Institut Valencià d'Art Modern (IVAM) ha confinado, ha puesto en cuarentena hasta el 15 de noviembre, a todas las fronteras, las reales y las imaginarias, las físicas y las conceptuales, para que los pensadores del arte y los artesanos del pensamiento las estudien, las transgredan, las diseccionen y hasta las pisoteen si hace falta. Hoy se inauguran cuatro exposiciones bajo el epígrafe 'Confines. Pasajes de las artes contemporáneas', en las que distintos comisarios fantasean con el concepto de frontera, de límite, de horizonte, de barrera.

Bajo la dirección general de Vincenzo Trione y Consuelo Ciscar, la directora del IVAM, el museo ofrece cuatro puntos de vista del concepto confín. Los propios Trione y Ciscar lo analizan desde una cronología historicista en un montaje de obras emblemáticas, desde el horizonte de Untitled (black and grey), de Mark Rothko, las telas rasgadas de Lucio Fontana, y las figuras geométricas de Sean Scully, hasta los 'Labios' de Miquel Navarro o la extraordinaria cicatriz de Santo Tomás de Anish Kapoor.

Por su parte, Robert Storr y Francesca Pietropaolo abordan en Geografía del confín un recorrido por los vídeos recientes de 11 artistas de tres continentes en los que investigan tanto la ruptura de las fronteras como el hundimiento de la linealidad temporal.

En la tercera muestra, Visiones del confín, comisariada por el transgresor Robert Wilson, se muestran las obras más rompedoras. Instalaciones ideadas por artistas emergentes que ofrecen nuevos contextos utópicos.

Por último, junto a la enorme esfera acrílica Senza titolo (2009) de Roberto Pietrosanti que da la bienvenida en el hall del museo, la galería 1 del IVAM franquea la exposición más espectacular, Los confines del tiempo, inventada por Aaron Betsky, comisario de la Bienal de Arquitectura de Venecia. Betsky está fascinado por la película Powers of ten (1977), de los diseñadores Charles y Ray Eames. "Es una película sobre perspectivas (...) Hace plantearse si el mundo solo depende de la perspectiva con la que se mira, o desde la magnitud desde la que se consideran las cosas", explica. "En la exposición es lo mismo pero algunos de los proyectos que he catalogado en la perspectiva más grande o en la más pequeña ahora creo que encajarían en la contraria". Y efectivamente, la escala queda rota con la inmensa obra de Esther Stocker, que parece sometida a la tiranía ínfima de los píxeles de un ordenador.