"Si los directores quieren ser creativos que escriban sus propios espectáculos"
Jordi Galcerán vuelve a Madrid con 'Carnaval', un 'thriller' en tiempo real
Es el autor de El método Grönholm, que se convirtió en un fenómeno teatral cuando se estrenó hace cuatro años en Madrid y Barcelona. "Un juguete que hacía reír a todo el mundo", según sus propias palabras, que se ha mantenido más tres años en cartel en España y que se ha adaptado en más de treinta países, todo un éxito para un autor español vivo. Mañana Jordi Galcerán estrena en el teatro Bellas Artes de Madrid su última obra, Carnaval, un thriller que se representó, en catalán, en el teatro Romea de Barcelona la temporada pasada. Un cambio radical de registro para Galcerán, a quien le gusta jugar con los géneros cinematográficos y sigue buscando la forma de llevar al teatro las películas de terror o, incluso, las road movies.
Pregunta. Después de haber firmado una de las comedias españolas de mayor éxito en los últimos años, cambia por completo de género y aborda la tragedia de la desaparición de un hijo.
Respuesta. Es lo peor que le puede pasar a nadie y aún más cuando lo pierdes delante de tus ojos y no puedes hacer nada. Con eso juega la obra: 'en esa pantalla tienes a tu hijo, vas a verle morir y no vas a poder hacer nada'.
P. Es un tema duro y complicado de escribir, está en el filo de la navaja entre lo grotesco y lo sentimental. ¿Cómo ha manejado eso?
R. Lo complicado de esta función era no caer en lo que llamo 'pornografía sentimental', sacar a los personajes a sufrir y sufrir porque sí. Intenté que la función estuviera en el límite de lo tolerable. No busco nunca la truculencia ni poner el dedo en la llaga.
P. ¿Qué tal fue la acogida del público en Barcelona? Porque usted tenía miedo de que la gente la rechazara al ser demasiado dura.
R. Funcionó bien. No tuvo el éxito comercial de El método Grönholm, pero tampoco lo pretendía. Es cierto que el argumento de la obra puede generar dudas al espectador sobre si ver este tipo de historia o una comedia, pasarlo bien y volverse para casa contento. Aquí la gente va a sufrir, se va a angustiar, porque es lo que buscamos, pero también se sentirá satisfecha de haber pasado una buena noche de teatro.
P. Es un género que se ve poco en teatro pero que usted ya había trabajado en el cine, por ejemplo en Frágiles [de Jaume Balagueró con guión de Galcerán]. ¿Se administra igual la tensión en los dos medios?
R. Sí, pero en el teatro tienes muy pocos recursos y cuando intentas emular los del cine generalmente te equivocas, no puedes enseñar los pies del asesino sin que se vea la cara.
P. Por otro lado los actores están mucho más cerca, se comparte la tensión.
R. Esa es la intención. Si la propuesta funciona, el espectador sentirá incluso más angustia y tensión que en el cine. Yo le pongo una silla en la comisaría y si entra en la historia, disfrutará mucho.
P. Además Carnaval transcurre en tiempo real.
R. Es una forma de escribir que me gusta muchísimo. El método Grönholm era así, Palabras encadenadas también. Cuando juegas con eso en teatro es muy satisfactorio para el público porque sabe que no estás utilizando ninguna trampa, puede haber sorpresas pero no trucos. No hay un salto en el tiempo en el que pasan 20 minutos que no se han visto.
P. Y en este caso el reloj va hacia atrás.
R. La cuenta atrás es un recurso clásico de los thrillers y lo que hago es jugar con ello. Se pone un gran reloj en escena cuando quedan 30 minutos y el público puede seguirlos segundo a segundo. Eso requiere un gran esfuerzo de montaje y de interpretación, porque los actores no pueden saltarse nada y deben mantener el ritmo para que se ajuste a ese tiempo.
P. En Barcelona la obra la dirigió Sergi Belbel, aquí Tamzin Townsend. Repite con los dos. ¿Es más fácil estrenar con un dramaturgo, como es Belbel, o con alguien que sólo se dedica a dirigir, como Townsend?
R. En ambos casos, por motivos distintos, es muy cómodo, porque los dos saben dirigir muy bien. Sergi es autor y con eso ya satisface su vena creativa. Así, cuando dirige, tiene un gran respeto por el texto. En el caso de Tamzin debe ser porque es inglesa y en Inglaterra tienen una gran veneración por el texto que ella comparte. Nunca inventa cosas que puedan alejar al espectador de la trama. Sabes que si te dirige una obra no vas a encontrar inventos extraños, que en ningún momento aparecerá un hawaiano en medio de la comisaría. A veces, cuando lo dirige otro, sí que te puede pasar. Es difícil para un autor ver cómo un director utiliza su texto para poner en escena ideas distintas. Siempre he defendido, sin ningún rubor, que si los directores quieren ser creativos se escriban sus propios espectáculos.
P. ¿Encuentra alguna diferencia entre los dos montajes?
R. La dirección de Tamzin ha llevado la obra por un camino muy distinto al de Sergi. Si él intentaba tranquilizar al público en muchos momentos, buscando la comedia para aligerar la tensión, ella ha hecho todo lo contrario, la mantiene todo el tiempo. Y, además, el texto es ligeramente distinto al de Barcelona. El final está un poco retocado porque esta función acaba de una forma desconcertante, pero quizá en la versión catalana lo era en exceso. Así que la versión en castellano es más conclusiva y busco que cuando el espectador salga tenga la sensación de haber visto una historia cerrada.
P. Carnaval es muy cinematográfica
R. Había un proyecto cinematográfico muy avanzado con Filmax, pero hace poco más de un mes se estrenó en Estados Unidos un thriller llamado Untraceable, que cuenta exactamente la misma historia. Cuando vi el trailer por Internet me quedé patidifuso. No sé si viajaron a Barcelona y vieron la obra, encontraron el argumento por la Red o si se les ocurrió de manera independiente, pero el hecho es que han hecho una película exactamente igual y va a ser difícil rodarla si ya se ha hecho una vez.
P. ¿Iba a repetir con el cine, después de que con ninguna de las dos adaptaciones anteriores (Palabras encadenadas y El método) quedó muy contento?
R. A mí me encanta el cine, como espectador quizá más que el teatro, y si alguien quiere adaptar mis obras a la pantalla grande estaré encantado. Aunque me vuelva a equivocar seguiré pensando que mis obras tiene que adaptarlas otro. Espero, con el tiempo, tener más suerte y que las coja un guionista que tenga un poco más de respeto.
P. No se plantea la opción de adaptarlas personalmente.
R. No, porque para adaptar, y yo adapto obras de otros, tienes que ser muy infiel al texto original y para un autor es difícil renunciar a las cosas que ha escrito. Por eso creo que es mejor que lo haga otro. Lo que escribo para el teatro lo imagino sólo para que funcione en un escenario. Si alguien cree que puede funcionar en cine, adelante.
P. Se podría decir que una de las constantes en sus obras es el poder. En cierta forma el juego que establecían en Palabras encadenadas era un juego de poder, en El método, el conflicto entre los psicólogos y los trabajadores y aquí entre el secuestrador, que tiene el control, y los policías
R. Sí, en el fondo todas las historias hablan de lo mismo, del poder, pero, sobre todo, de la vida y la muerte, de qué hacer con nuestra vida. ¿Qué queremos? Conseguir estatus, poder, prestigio, a la más guapa. Ese afán por hacer algo con nuestras vidas, sea lo que sea, es de lo que hablan, no sólo mis obras, sino casi todas. La inspectora de policía de Carnaval se enfrenta a que, por muchos criminales que encierre, el mal va a continuar existiendo; al sentido de su trabajo y hasta qué punto merece sufrir, ver tanta atrocidad, si nunca va a ganar.
P. Suele trabajar con géneros muy determinados. La comedia, el thriller ¿va a seguir jugando con ellos?
R. Hay muchas cosas que quiero hacer pero son muy difíciles. Me gustaría hacer teatro de terror o de ciencia ficción. O escribir una road movie para representarla en un escenario Pero todavía no sé cómo, cuando se me ocurra lo haré.
P. Escribe teatro para vivir otras vidas, ¿qué le queda por vivir?
R. El teatro sólo sirve para eso. Para experimentar cosas que en tu día a día difícilmente vas a vivir. Los humanos aprendemos a través de la ficción, de los cuentos, de las historias, por eso la necesitamos como el alimento y nos gusta tanto ir al cine. Si no, ¿por qué lo haríamos? A mí aún me quedan un montón de vidas. Tengo pendiente de estreno una comedia llamada Cancún, sobre dos matrimonios cincuentones que hacen un intercambio de parejas buscando, precisamente, vivir otras vidas dentro de su mundo sentimental y no sé que escribiré después.
'Carnaval' estará en cartel en el Teatro Bellas Artes de Madrid desde el miércoles 25 de marzo
Babelia
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