Luces y sueños de Man Ray
Una exposición recorre la obra del fotógrafo en Madrid
La Fundación Carlos de Amberes, de Madrid, acoge desde hoy la exposición Man Ray. Luces y Sueños, en la que queda bien patente el papel que desempeñó este artista surrealista y dadaísta norteamericano para crear un nuevo arte de la recién nacida fotografía. La muestra, que estará abierta hasta el 25 de febrero, hace un recorrido por la obra de Man Ray mediante 85 piezas que proceden de la colección Goldberg D'Aflitto, de Nueva York, y que consisten en su mayoría en "vintages", es decir, tiradas originales realizadas por el propio artista, de un tamaño reducido.
"No soy un fotógrafo de la naturaleza, sino de mi propia imaginación", decía Ray, también dibujante, escultor y pintor cuyo verdadero nombre era Emmanuel Ranitzky y a quien siempre se vincula con los demás grandes artistas de la vanguardia del siglo XX, como Picasso, Marchel Duchamp, Juan Gris o Paul Eluard, con los que compartió búsqueda artística y de los que fue amigo.
Después de haber estudiado pintura en Nueva York, Man Ray descubrió el arte europeo de vanguardia en una exposición del Armory Show. Casi a la par, descubrió la fotografía a través de su amigo Alfred Stieglitz, y se lanzó a practicarla hacia 1915, el mismo año en que trabó una amistad que duraría toda la vida con el dadaísta francés Marcel Duchamp, con quien fundaría el movimiento dadá neoyorquino.
Seis años después se trasladó a París y se incorporó al grupo dadá europeo, primero, y al movimiento surrealista, después. A esa época pertenecen películas suyas como La vuelta a la razón (1923), La estrella de mar (1928) y Los misterios del Chateau e Dés (1929), de las que pueden verse fragmentos en esta exposición cuya comisaria es Pilar Parcerisas.
En 1940, Man Ray, que era de origen judío, regresó a América huyendo de los nazis y se estableció en Hollywood hasta que en 1950 volvió a París. Preocupado por la investigación de las posibilidades que encierra cada expresión artística, Man Ray, que moriría en la capital francesa en 1976, fue una de las figuras más destacadas de la vanguardia y, como señala la comisaria de esta muestra, "uno de los grandes legitimadores de la fotografía como un arte autónomo".
Introdujo algunas técnicas que supusieron una auténtica revolución para la época, como el rayograma -fotografía sin cámara, realizada colocando objetos sobre papel sensible y exponiéndolos a la luz-; la solarización, por la que invertía los márgenes de luz y sombra de la fotografía, o la pintura con aerógrafo o pistola de aire, que a veces fotografió después.
Amigos, retratos, autorretratos...
La exposición de la Fundación Carlos de Amberes, producida por Caixa de Girona, se divide en diferentes apartados que coinciden con los temas más recurrentes en la obra de Ray, y que arrancan con las fotografías de amigos, los retratos y los autorretratos, con figuras centrales de la cultura del XX como Erik Satie, Paul Eluard, André Derain, Tristan Tzara, Duchamp, Juan Gris o Picasso.
Totalmente inéditas son las fotografías del apartado dedicado a Ady Fidelin, una joven bailarina de la colonia francesa de Guadalupe que fue su compañera entre 1936 y 1940. Con sus desnudos, de una gran gracilidad y delicadeza, se inauguraba, según Parcerisas, la "Venus naturalis", de carne y hueso, opuesta a la "Venus celeste" y a las "Venus surrealistas" inspiradas en la belleza artificial de los maniquís.
Vienen después las fotografías de objetos cotidianos, carentes en principio de interés artístico, pero que Man Ray sabía mirar de otra manera, otorgándoles esa nueva dimensión o categoría; también, las que realizó a partir de objetos rituales de la cultura africana; o las instantáneas de moda que realizó en los años 30 y 40 para revistas como Harper's Bazaar.
Babelia
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