Amores que matan y amores en tiempos revueltos
Presentan en la sección oficial la francesa 'Mi hijo' y la coreana 'El viejo jardín'
El amor en dos variantes ha ocupado hoy la Sección Oficial del Festival de Cine de San Sebastián. Uno, el obsesivo y destructor de una madre sobre un hijo que acaba en maltrato psicológico y físico, contado en la cinta francesa Mi hijo. Y otro, el amor imposible que transcurre en tiempos de represión, del filme coreano El viejo jardín.
Martial Fougeron, nacido en Estrasburgo pero residente en París, debuta en el largometraje con Mi hijo, protagonizada por una de las estrellas del cine galo, Nathalie Baye, en el papel de una madre posesiva hasta la destrucción, que acorrala a su hijo hasta convertirlo en un ser aislado del mundo, un prisionero dentro y fuera de su hogar, incapaz de reaccionar hasta el final. La cinta arranca con una casa acordonada por la policía de la que se llevan un cuerpo en camilla. No se ve quien ocupa esa camilla, pero parece un cadáver. Sin embargo, en la escena final, que es la misma, descubrimos que no se trata de un muerto sino de un herido.
De hecho, como ha confesado Fougeron en la rueda de prensa posterior a la proyección del filme, rodó dos finales y eligió aquel en el que no hay una víctima mortal por parecerle más dramático, dejando abierto el camino a un futuro más terrible e incierto. El título en francés Mon fils a moi puede dar una idea más concreta del argumento, Mi hijo es mío vendría a decir la frase que resume la idea de esa madre que muestra hacia el joven adolescente una ambivalencia entre escenas de ternura y amor; y otras, que se irán acumulando y agravando, en la que pasa de la presión al maltrato psicológico y físico.
"El infierno está lleno de buenos sentimientos", dice un proverbio que la coguionista de la película, Florence Eliakim, ha recordado para ilustrar ese amor neurótico, obsesivo y posesivo de una madre frustrada que se niega a ver que su hijo crece y que así, se alejará de ella. El cineasta, quien ha insistido en que a la hora de elegir si contaba la película desde el punto de vista de la madre o el hijo escogió a la madre, va elevando la cuota de terror a medida que avanza el metraje, desde escenas que parecen inocuas hasta el drama. Pero lo hace sin dar explicación alguna de las causas del comportamiento de esa mujer, y mucho menos, de la postura de la familia.
Un padre dominado por su mujer que se niega a ver lo que ocurre, ciego, que parece formar parte del mobiliario hasta tal extremo que en el único momento que reacciona, propinándole una bofetada a su mujer, el público ha estallado en un sonoro aplauso. Y una hermana cobarde, consciente de la situación pero que no actúa, sólo intenta, vanamente, explicar a esos padres que sabe enfermos, que su hijo no es feliz. Hasta que, finalmente, abandona a la víctima a su suerte. "Hay pocas madres así, pero para escribir el guión nos documentamos y vimos que las había incluso peores. Sin embargo en el cine no se puede plasmar esa realidad porque no resultaría creíble", ha apuntado un Fougeron nervioso, que se escuda en un probable pasado traumático para explicar el enfermizo y brutal comportamiento de esa madre.
Un director que se ha mantenido a la defensiva, hasta llegar a escudarse en frases como: "Es mi primera película". Que, en ocasiones, ha respondido preguntando él a su vez a los periodistas y que ha llegado a decir: "En mi filme no quiero juzgar a nadie". Por su parte, en la otra película a competición, El viejo jardín, el coreano Im Sang-soo lleva al cine la novela homónima de un conocido escritor de su país, en la que se remonta a los años 80, cuando Corea vivía inmersa en una segunda dictadura. Un estudiante perseguido encuentra refugio en la casa de una joven y se enamoran. Pero él lo deja todo para seguir con su lucha política, hasta caer prisionero.
Im Sang-soo construye la trama a base de continuos flash back que arrancan desde el momento en que el joven sale, diecisiete años después de prisión, y recuerda aquellos tiempos. "Yo ya hablé de la primera dictadura en otra película, El último estallido contra el presidente", ha comentado el cineasta durante la rueda de prensa. "El viejo jardín se sitúa tiempo después, en unos años que yo viví siendo estudiante y que marcaron mi vida. Por eso, al leer la novela, decidí plasmar en la pantalla esa historia de amor imposible en tiempos tumultuosos", ha dicho.
Babelia
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