La voz poética de Sabina encandila Gijón

El cantautor Joaquin Sabina recuperó su estilo, la poesía y su voz, en el concierto que dio esta noche en Gijón, punto de partida de la gira española e iberoamericana Carretera y top Manta. En el Palacio de los Deportes de Gijón y ante 8.500 personas que cayeron cautivadas por lo "mejor de sí mismo y de su historia", Sabina encandiló al público durante dos horas y cuarto de puesta en escena en las que recordó lo mas destacado de su obra.

Seis meses después de que "diera un gatillazo" en el Teatro Jovellanos de Gijón retirándose del escenario con la voz quebrada, el cantautor de Úbeda ha conseguido que la ciudad le perdonara el agravio y se rindiera ante un espectáculo nuevo basado en sus mejores canciones en ritmo de rock para, como ha dicho, "sentirse joven". El sonado "gatillazo" de Sabina en Gijón dio origen a un soneto y a múltiples referencias del cantautor jienense en la primera mitad del concierto en el que se tomó revancha y demostró que todavía tiene cuerda para rato. Acompañado por su inseparable amigo Pancho Varona en el bajo, por Jaime Asúa y Antonio García de Diego en las guitarras y Olga Román como apoyo vocalista, Sabina desplegó un repertorio cargado de historia y melancolía que recupera sus éxitos de ventas.

Sabina cantó, dio saltos en el escenario y esbozó casi un rezo cuando le pidió a "la Santina" Virgen de Covadonga que "no deje que Sabina se vaya de Gijón ronco o muerto de sed", y poco después volvió al escenario con una copa que le acompañó hasta el final. En medio había dejado Ahora que, Esta noche contigo, Calle Melancolía, entre otras, para finalizar con cinco bises y una traca final con Noche de bodas y Nos dieron las diez.

Gijón recuperó a Sabina y el jienense se recuperó a sí mismo en una noche en la que las 8.500 personas que colmaron el Palacio de los Deportes cantaron, bailaron y se entregaron a la pasión y al perdón como si de un acto de religión se tratara.