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Springsteen muestra su lado más intimista y revive los clásicos en Badalona

El 'Jefe' actúa hoy en el Palacio de los Deportes de Madrid

Bruce Springsteen convirtió anoche el Pabellón Olímpico de Badalona en un gigantesco auditorio donde más de 8.000 personas, todas sentadas, han asistido a la presentación en España de su nuevo disco, Devils and dust, y a las nuevas versiones de viejos clásicos de su repertorio.

Un reducido número de personas a las que hoy se sumarán las 7.137 que consiguieron una entrada para el concierto del Palaci de Deportes de la Comunidad de Madrid, para lo cual tuvieron que plancharse la oreja comprando la localidad por teléfono y, luego, soportar largas colas para acceder al recinto, previa identificación individual con el carné de identidad.

Una vez en el recinto, prohibido beber, fumar y hacer ruido, y media hora de retraso hasta que entró todo el mundo, aunque cuando Springsteen apareció sobre el escenario, con americana negra y camisa de lunarcitos, el público dictó sentencia y se puso en pie. "Buenas noches. Es un placer estar aquí con vosotros. Esta noche me hará falta mucho silencio para poderos ofrecer lo mejor que tengo", ha dicho en catalán, idioma que ha alternado con el inglés para dirigirse a la audiencia.

Infancia, consejos y amor

Pero todo valía y se aguanta por ver a Springsteen sólo sobre un escenario decorado con unas amplias cortinas y dos pantallitas de video, más cerca del folk y el blues, e incluso del gospel, que del rock -pocos momentos para la tormenta eléctrica-, ya sea tocando la guitarra acústica, la eléctrica, el piano, la armónica o el armonio. El recital, como viene siendo norma general en toda la actual gira europea, iniciada el 24 de mayo en Dublín (Irlanda), ha empezado con My beautiful reward, pieza de su disco Lucky town, seguida de Reason to relieve y de la primera de las nuevas canciones, Devils and dust.

Introduciendo las canciones con parlamentos sobre su infancia, los consejos de su madre para escribir piezas de amor, los espaldas mojadas mexicanos o el significado de los temas, Springsteen se ha mostrado muy comunicativo y totalmente entregado a un formato, el acústico e íntimo, donde desmenuza y desnuda los temas, que le hace justicia como cronista social, contador de historias y narrador de unos tiempos contemplados con la experiencia de sus 55 años.

Lonesome day, Long time comin', Silver Palomino, The river, Real world, State trooper, Maria's bed, Nebraska, Reno, Paradise -la sorpresa de la noche-, Racing in the street, The rising, Further on (up the road), Jesus was an only son, Leah, The hitter y Matamoros bank, para finalizar tras una hora y 45 minutos.

En el bis, con el público puesto en pie o bailando en primera fila, Ramrod, The land of hope and dreams -dedicada a Tom Morello, de Audioslave-, The promised land y Dream baby dream. Veinticuatro canciones en dos horas y 20 minutos para recordar. Aullando como un lobo, percutiendo con las botas sobre una tarima, retorciéndose al piano o haciendo cantar y aplaudir a todo el pabellón, Springsteen dejó claro que lleva tanta música encima como la que le queda.

Springsteen durante su actuación en Badalona.
Springsteen durante su actuación en Badalona.EFE

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