Mil años de historia turca en Londres
La Real Academia de Artes reúne 350 piezas de los sucesivos imperios turcos procedentes de 11 países
Los guerreros turcos conquistaron a lo largo de los siglos un inmenso territorio que llegaba desde Asia Central y China hasta el Mediterráneo y dejaron en su estela un riquísimo legado artístico y cultural, como documenta una exposición que se inaugura este sábado en la capital británica. La muestra, en la Real Academia de Artes, abarca un período de mil años, desde 600 hasta 1600, y reúne 350 piezas procedentes de 11 países, que incluyen esculturas, frescos, alfombras, manuscritos, armaduras, candelabros, incensarios, pergaminos, piezas de cerámica, trabajos en madera y en metal.
De oscuros orígenes, los turcos y los numerosos grupos nómadas, comenzando por los uigures, que coexistieron o se sucedieron en aquel vasto espacio geográfico, integraron diferentes culturas y religiones y asimilaron ideas de los pueblos conquistados en su cultura, predominantemente islámica. La visita de la exposición comienza por la China occidental y Asia central con interesante frescos encontrados en las paredes de templos en forma de cuevas con imágenes que reflejan la multiplicidad de los cultos a lo largo de la ruta de la seda, desde el budismo hasta el cristianismo, pasando por el maniqueísmo.
Otro grupo nómada, el de los selyúcidas, sentó las bases dinásticas de las culturas turcas que enlazaron el Asia central, de donde procedía, con el Mediterráneo: tras la ocupación de Bagdad en 1055 establecieron un gran imperio que llegaba desde Arabia hasta la frontera india. Musulmanes suníes, adoptaron las instituciones burocráticas tradicionales de gobierno persas al tiempo que se convirtieron en grandes mecenas de las artes y la arquitectura. Como a otros imperios, también al fundado por Selyuk le llegó su fin con la invasión de los mongoles.
Auténticos tesoros de los sucesivos imperios
Los sultanes selyúcidas de Rum, llamados así porque ocuparon el territorio del Imperio romano oriental, edificaron magníficas mezquitas y escuelas y durante su reinado se produjo un renacimiento cultural en el que brillaron las obras místicas de los poetas sufíes, como Rumi y Yunus Emre. Tras una sala dedicada a un único artista, conocido como Muhammad Siyah Qalam (Mohamed el de la Pluma Negra), por sus enigmáticos dibujos a la tinta que se conservan en el museo Topkapi, la exposición nos presenta al gran Tamerlán (c.1330-1405), que trató de emular al mongol Gengis Jan.
Timur o Tamerlán, que estableció un enorme imperio territorial que comprendía el Asia central -espacio que hoy ocupan Afganistán, Pakistán, el norte de la India, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, Irán- y llegaba hasta Irak, Armenia y Georgia, fue también un gran protector de las artes, reunió a eruditos, arquitectos y artistas de las regiones que iba conquistando. Las tres últimas salas están dedicadas a la dinastía otomana: descendiente de una tribu de turcos establecida en las fronteras del imperio bizantino en Anatolia, los otomanos se aprovecharon de las guerras intestinas de ese imperio para invadir Bizancio y llegaron a amenazar a Viena y Belgrado.
En 1453, bajo Mehmet II el Conquistador, los otomanos capturaron Constantinopla, a la que dieron el nombre de Estambul y en la que establecieron su corte imperial, dedicada al cultivo de las artes bajo ese sultán y sus sucesores, sobre todo Solimán el Magnífico, que reinó de 1520 a 1566 y que sitió sin éxito a Viena. La muestra contiene auténticos tesoros de los sucesivos imperios: desde las magníficas puertas de madera diseñadas por el arquitecto Sinan para el harén de Murad III, hasta preciosas porcelanas chinas, lujosísimos caftanes de algodón o seda, un cenotafio de madera sufí o un juego de ajedrez de cristal de roca, oro, esmeraldas y rubíes.
Babelia
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